...CAPÍTULO 5...
En el reino de las sombras se aplicaba la ley del más fuerte, un rey digno subía al trono de la manera más sencilla que podía existir, “Ganar la guerra” pero, no era cualquier guerra. Un sacrificio debía hacerse para llegar al poder, ganar la guerra significaba no perder la batalla contigo mismo, esa donde la moral y el amor no tenían cabida.
...****...
Viertel sabía que darle importancia a su hija no le traería nada bueno a la larga, de todas maneras él deseaba poder criar y hacer de ella una mujer fuerte, tal como lo fue alguna vez su madre. En esos tiempos donde la debilidad sólo era un contratiempo, anhelaba poder darle la fuerza suficiente a esa pequeña para encontrar su propia vida.
— Saludamos al cielo del imperio.
El rey ignoró por completo cualquier saludo de parte de los sirvientes, dedicándole una mirada de fastidio, se acercó hacia Liebe quien quedó fascinada ante tanta belleza. Si bien había despertado unos días atrás, no le había puesto atención a su belleza, ella era hermosa y de todas maneras no era rival para ese hombre.
— Vistan a la princesa para que se encuentre cómoda durante el viaje, no le den de comer y sólo llevaré al líder de los Caballeros conmigo.
Sentenció el hombre con voz autoritaria, Liebe supo en automático que saldrían a dar un paseo aunque lo que no sabía era su propósito. Drianele buscó un vestido sencillo entre los que se encontraban más arriba, esos que la niña no pudo alcanzar anteriormente, la princesa observó con disgusto el color de la prenda pero no objetó contra algo así, debía acostumbrarse a ser como la verdadera Liebe era e ir cambiando la actitud de a poco para no levantar sospechas.
— Mire princesa que hermosa quedó, usted es una belleza.
En realidad lo era, cabellos blancos como la nieve y ojos rojos como el fuego, una increíble combinación. Liebe notó que Drianele se veía algo preocupada así que preguntó.
— ¿Sucede algo Drianele? Desde que mi padre vino y ordenó que me vistieran para salir no has dejado de tener tu cara como si te molestara algo.
Drianele se llevó la mano a su boca pues la princesa hablaba con sabiduría, en ese momento se dio cuenta de que le llevaría menos tiempo enseñarle todo lo que debía aprender.
— En realidad me preocupa un poco su salida con el rey, alteza, las pocas veces en que ustedes dos salieron con anterioridad usted terminó lastimada más de la cuenta. Pero no debe preocuparse, al tener un caballero este la protegerá con su vida.
Liebe en realidad no tenía miedo, ya había muerto una vez, quizá si volvía a morir regresaría a su antigua vida. Aunque sus pensamientos sólo querían volver, los sentimientos eran otros, ya no deseaba regresar a su antigua casa y lo único que extrañaba era a su madre.
— Seré cuidadosa Drianele, te prometo que no haré nada tonto para ponerme en peligro.
La niña levantó su mano mostrando el dedo meñique, acción que era completamente nueva para la dama. Esta no sabía cómo reaccionar así que la pequeña tomó la iniciativa y agarró su mano.
— Esto es una promesa que no debe romperse ya que si lo haces tendrás mil años de mala suerte.
La mujer hacía años que dejó de sentir, su corazón parecía vacío, ella era un simple cascarón podrido en el cual ni siquiera las moscas se paraban, hasta que conoció la bella mirada de Liebe, una niña que a pesar de no ser querida por su padre sobrevivió a varios sucesos, esa a la que le borraron la sonrisa a una edad muy temprana y que en esos momentos ya había recuperado. Agradecía a los cielos porque su amada princesa terminó perdiendo la memoria, así no sería obligada a sufrir día con día y noche tras noche la culpa de haber matado a su madre al nacer.
— Entonces es una promesa.
Una hora después el carruaje real estaba listo, cuatro caballos negros tiraban de este debido a lo inmenso que era, el tamaño permitía entrar a más de cuatro personas, sin embargo ese día sólo dos irían dentro. El rey y su hija. Los colores de este no dejaban nada que decir pues eran tan lúgubres como las ropas de Viertel, para Liebe era como si estuviese yendo a un funeral.
El viaje fue bastante largo, dos horas de completo silencio dentro de aquél lugar, el espacio era llenado tan sólo con el sonido de los caballos en trote, alguno que otro bullicio por parte de la gente que reconocía el carruaje real y algunas palabras en clave por parte de los caballeros. Mientras tanto Liebe intentaba observar por la ventana, aunque esta fuera considerablemente mucho más alta que ella, al estar de rodillas podía inclinarse un poco a ver el paisaje, sin embargo este no cambiaba mucho su estado de ánimo debido a la falta de árboles y veredas con flores.
— ¿Estás aburrida? — cuestionó Viertel —. Pronto vamos a llegar a nuestro destino, no desesperes.
Ella sólo asintió levemente en respuesta al rey, no tenía ánimos de responder algo más ni entablar conversación con alguien que traía mala cara. Lo siguiente que sintió Liebe fue el duro techo del carruaje golpeando su cabeza. Este había sido derribado por algo y dado vueltas tres veces.
Viertel al mismo tiempo atrapó a Liebe para que no se golpeara más de lo que su descuido le había provocado. Al darse cuenta de que los estaban atacando se enfureció pues era el colmo que no tuvieran la decencia de desenvainar la espada frente a frente.
— ¿Te encuentras bien? ¿Estás lastimada en algún lado?
Liebe no sabía ni en qué lugar le dolía después de haber recibido uno que otro golpe así que sólo asintió al notar la furia de aquél hombre. Este se levantó y con el pie abrió la puerta, aún seguían volcados e incluso los Caballeros ya estaban intentando sacarlos. Doran, el caballero de Liebe fue el primero en tomar la mano de su majestad para ayudarle a salir.
— ¿Dónde demonios están mis caballeros? ¿Por qué sólo estás tú aquí?
Doran había visto todo desde donde se encontraba, debido a que dos de los Caballeros de su majestad iban resguardándolo, sus servicios no serían tan requeridos así que fue enviado hasta el tercer carruaje, al ver como los emboscaban y esos dos perseguían a los culpables otro carruaje salió de la nada y embistió al de su majestad.
— Fueron detrás de los culpables majestad pero no se dieron cuenta de que habían dos más, debido a la lejanía no pude llegar a tiempo para resguardar la vida de mi princesa, estoy realmente arrepentido.
Viertel no estaba de humor para tonterías, sabía que Doran no tenía la culpa de la ineptitud de sus guardias, sin embargo con alguien tenía que descargar su ira. Desenvainó la espada poniéndola en el cuello del hombre.
— Di tus últimas palabras caballero del Águila.
Liebe quien estaba intentando ver por detrás de la humanidad de Viertel no alcanzaba a ser espectadora de la situación, sólo podía escuchar algunas palabras así que en su intento por acercarse tomó la mano del rey, misma que tenía sobre la espada. Al acercarse un poco más notó como la espada rozaba, o más bien cortaba el cuello de su caballero, entonces intervino sin pensar por un momento en las probables consecuencias.
— ¡Majestad por favor no lo haga! Él no hizo nada malo.
Viertel se sintió todavía más molesto por estar siendo ordenado ante la presencia de un simple hombre sin valor, pero no podía hacer lo contrario a la petición de su pequeña hija, ella tenía razón, el hombre había sido mandado lejos de su vista por sus propias ordenes.
— Agradece a tu princesa por salvar tu vida, abogar por tu alma es algo de lo que deberás pagar por el resto de tu mísera existencia. Dale vuelta al carruaje y sigue tú hasta nuestro destino, no permitiré que un simple ataque modifique nuestros planes principales.
Doran suspiró aliviado al ver tal gesto del rey, según lo que recordaba él no dejaba vivo a quien sentenciaba, pero este sería la excepción y agradecía infinitamente a su princesa por haberlo salvado. Este le dio vuelta al carruaje y se subió como cochero, avanzaron todavía media hora más hasta llegar a un pequeño pueblo. Dentro de aquel las cosas se veían considerablemente distintas a lo que había visto en el palacio al menos dentro de las dos habitaciones en las que estuvo.
— En este lugar encontraremos a alguien que nos va a ayudar a saber el motivo por el cual perdiste la memoria, según Dalon y sus investigaciones el veneno que te dieron no incluye ese efecto secundario, así que debe haber alguna otra razón por la cual no recuerdas nada.
Liebe se dio cuenta de que su secreto estaba en peligro, pero no podía hacer algo al respecto, su edad, estatura y poca fuerza era lo que le impedía realizar una pequeña jugada a su favor. Lo único que le quedaba en ese momento era esperar por el siguiente movimiento del rey y rezar porque este no fuera a colgarla o degollarla.
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Comments
cancerbero
horca, horca, horca
2022-05-06
0
✯Yurio✯
Esperemos que Liebe pueda salir ilesa de esta, su padre es muy estricto y malvado.
2021-08-19
1