4.

...CAPÍTULO 4...

En el reino de las sombras las personas eran poderosas, poseían talentos, belleza y sabiduría, pero el amor y la paz no era una opción. Durante los reinados de los reyes anteriores las guerras eran el pan de cada día, miles morían a manos de caballeros, hombres, mujeres, niños, personas inocentes y demonios culpables. El rey era un hombre de poca paciencia, si alguno de sus súbditos cometía un error; por mínimo que fuera, terminaba colgado o sin cabeza, no por nada era el Demonio de la Estela pues siempre dejaba a su paso algo que indicaba el poder del imperio.

...****...

Durante la noche larga y fría el rey no pudo conciliar el sueño como siempre sucedía desde que tenía quince años, cuando se vio obligado a presenciar la muerte de su madre, observó con detenimiento a su hija por varias horas sin poder entender todo lo sucedido hasta ese momento buscando alguna respuesta.

A la mañana siguiente salió muy temprano para avanzar algo del trabajo acumulado en su mesa y así su tarde estuviera libre para enseñar a su hija algunos lugares que quizá le traerían de nuevo sus recuerdos. La joven princesa no tenía mucho tiempo de haber despertado tras sentir como la cama se movía ligeramente a su lado izquierdo, abrió sus ojos y pudo ver al rey de espaldas, quien para ella ahora era su padre, un padre en extremo apuesto.

Aún no podía asimilar que se había convertido en una princesa de la noche a la mañana y menos en el Reino de las Sombras, ya no podía perder su tiempo, quería saber lo que le había pasado y no descansaría hasta cumplir su objetivo. Sé levantó de la cama, después de ver salir a Viertel, en busca de ropa, notó que sus pies eran considerablemente pequeños al igual que sus manos; no tenía la misma fuerza y tampoco la estatura de una joven, era más bien una niña muy pequeña.

En su curiosidad buscó un espejo y al fin divisó uno a lo lejos, esa habitación era demasiado grande, aún más que la anterior; se acercó a este y pudo ver su reflejo. Ojos completamente rojos como si un incendio estuviera en su apogeo dentro de ellos, piel blanca casi pálida, cabello largo hasta la cintura como si fuera una anciana, el color para ella era demasiado extraño ya que donde vivía anteriormente sólo habían personas con cabello negro, castaño y blanco cuando eran personas de edad. Sin embargo ella lo tenía blanco sin una explicación.

— Soy realmente hermosa.

En su intento por hacer sus necesidades abrió la primer puerta que encontró, pero lo que había ahí no precisamente era el baño. Un enorme cuarto con ropas por doquier, capas y coronas, dio unos pasos hasta llegar a un pequeño lugar donde la ropa era por completo distinta, el sólo tener color llamativo hacía que se notara una gran diferencia entre aquellas ropas oscuras.

Se acercó para tomar uno de los vestidos sin poder entender por qué todos parecían bastante pesados, definitivamente no eran de su agrado, ya arreglaría eso en otra ocasión. Tomó el más sencillo que encontró de todos, con algunas flores y adornos pequeños, era grande pero no tan lleno de cosas ostentosas. Comenzó a desvestirse, cuando se quitó el camisón vio una gran herida en su vientre, eran tres líneas horizontales que parecían garras, ¿Qué pudo haberle sucedido a una niña tan pequeña? Pensó.

Terminó de vestiste quedando agotada y sin fuerzas para levantarse, aún le dolían varias partes del cuerpo, esta no se había percatado de que una persona en la habitación estaba buscándola con desesperación.

— ¿Princesa? Otra vez no, por favor — susurró Drianele para ella —. ¡¿Princesa?!

Esta se apresuró a salir al no encontrarla, observó por el pasillo pero no vio nada extraño, lo siguiente que sintió eran unas manitas tocar la suya.

— ¡Oh por…! — se llevó la mano a su boca —. Princesa, aquí está.

Lady Drianele se encontraba bastante preocupada, no por su cuello ya que era algo sin importancia alguna, era más bien que no deseaba ver sufrir a su princesa una vez más.

— Buen día mi Lady — Liebe hizo una reverencia como las que hacían los plebeyos al ver a una persona de la realeza, ella sólo conocía ese tipo de saludos pues creció siendo pobre.

Drianele se asustó al ver tal cosa y terminó arrodillada con la cabeza en el suelo, para ella que la princesa hiciera ese gesto era automáticamente para ser enjuiciado con una sentencia. Liebe no sabía lo que sucedía y se estaba asustando.

— Princesa, por favor no vuelva a mostrar ese tipo de respetos, si alguien la ve y se da cuenta de que usted es la princesa Liebe, será sentenciado, no solo al que reverencia también a los que observaron la acción.

Liebe estaba temblando al enterarse de aquello, esta lo que menos quería era que alguien terminara muriendo por culpa suya, una simple niña pero con el pensamiento de una joven de quince años que conoció las calles la llevaba a pensar en las peores situaciones.

— Lo lamento, mi intención no era hacer que te regañen y menos que mueras. ¿Podrías ayudarme a aprender todo? No quiero que les suceda algo por mi culpa.

Liebe para ese punto ya lloraba con bastante sentimiento dejando ver sus ojos rojos aún con más intensidad, sus mejillas también habían adquirido un color carmín bastante tierno.

— No debe preocuparse alteza, yo le enseñaré lo básico. Aunque por lo que veo usted se vistió sola.

— ¿No se podía? Lo siento tanto, sólo la meteré en problemas.

Liebe hizo un puchero extremadamente tierno que cautivó el corazón de Drianele, era bien sabido que la princesa no tenía sentimientos, se la pasaba de mal humor y cuando lloraba era ley ver colgada a la persona causante de sus lágrimas, pero ahora ya no se veía tan molesta e irritante como la habían descrito antes, claramente no parecía la antigua Liebe, algo en ella había cambiado en definitiva.

— No mi princesa, vestirse sola no es un mal acto, más bien usted es muy joven para hacerlo sin ayuda de un adulto debido a lo pesados y tediosos que son esos vestidos, pero viendo que se lo puso de maravilla se nota que ya es bastante grande, eso es un avance que el rey se alegrará de tener en cuenta.

Liebe no entendía muy bien la razón de la gran felicidad de aquella mujer que ni su nombre sabía, para ella vestirse era algo muy normal que realizaba día con día y no algo de lo que alegrarse o festejar.

— ¿Puedo llamarle de alguna manera a usted madame?

Recordando algunos de los libros que su padre le había obsequiado cuando vivía en el oeste, algunas de las palabras que decían para ofrecer respeto eran esas, hablar de usted y no como un igual era lo primordial, así que comenzaría por eso.

— Bueno, en unos minutos llegará la demás compañía y sus caballeros, ahí nos presentaremos formalmente, aunque en general se hace hasta los cinco años pero el rey pidió que se hiciera en este momento, aprovechando que no recuerda nada para que comience a familiarizarse y por su protección claro está.

Drianele llevó en sus brazos a la joven princesa hasta ponerla sobre el sillón de su majestad, en la puerta ya se había escuchado el ligero toque y las palabras para poder entrar. Al minuto siguiente la habitación ya estaba repleta de personas, algunas vestidas de sirvientas, otros con gorros chistosos y los que más le dieron miedo a Liebe, caballeros con armadura negra.

— Saludamos con respeto a la princesa Liebe Viershein Dunkelheit nuestra luna brillante del imperio.

Todos parecían estar sincronizados creando una perfecta entonación al unísono, Liebe nunca había presenciado algo similar así que no sabía si responder algo o quedarse callada, aunque prefería lo segundo para no cometer de nuevo un error que podía costarle la vida a alguien.

— Mi nombre es Drianele Heliard y seré su dama de compañía, a mi derecha se encuentra Lady Falana de Friele, ella se encargará de preparar su baño y traer las comidas a la hora estipulada siempre y cuando su majestad no pida comer en compañía, a mi izquierda se encuentra su nuevo chef el caballero Andine de Friele y por último, el líder de los Caballeros del Águila sir Doran.

Cada uno de los que acompañaban a los mencionados fue despidiéndose con una reverencia dejando sólo a las personas encargadas de cada servicio. Liebe no tenía idea de como reaccionar a la situación debido al nerviosismo que sentía.

— Nosotros cuatro somos la compañía de su alteza, a donde quiera que usted vaya nuestro deber es acompañarla, aconsejarla y enseñarle de la mejor manera posible.

Una persona irrumpió en la habitación sin avisar, pero no era cualquier persona, su majestad el rey se encontraba de vuelta en la habitación, había dejado todo su trabajo atrasado por ir a ver las presentaciones de los sirvientes, sobre todo la reacción de su hija.

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Comments

Dani Cuba

Dani Cuba

La historia me enganchomas de lo que creía

2022-06-18

2

cancerbero

cancerbero

Los matan por hacer llorar a la princesa. se emociono un poquito con la tirania

2022-05-04

1

✯Yurio✯

✯Yurio✯

Que feo debe ser tener tanta gente a tu alrededor, así nunca va a poder estar sola.

2021-08-17

0

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