Catalina una joven hija de un ex convicto, creció sin madre con una crianza llena de armas y entrenada por su padre desde niña, decidió no seguir sus paso cuando su padre fue arrestado, arreglándose sola a los 18 años,terminó sus estudios alistandose al ejército.
Pero su vida dio un giro al morir en combate, reencarnando en la protagonista Eludy Volcania de su libro que nunca le gustó, donde la Emperatriz era sumisa a su esposo, quien siempre se mostró el " Gran hombre y esposo" terminando ella con un final colgada frente a todos para ser decapitada.
- Maldita sea, soy la Idiota de la Emperatriz ¿ Porque ella? - Maldecía mientras gritaba al cielo
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Una máscara de Demonio
– Mi señor, lo que me pidió. – Deja un sobre en su escritorio.
– Mm. – Lo observa atento (no dice nada, sospechoso).
– Me temo, señor, que ahí no encontrará nada – agrega Augustus.
Cristofer levanta la ceja sin entender.
– Usted más que nadie sabe que, si quiere conocer a alguien, no lo hará investigando papeles. – Sonríe ladino.
– ¿Insinúas…? – Cruza los brazos. Augustus levanta una ceja. – Bien… tendré que toparme con ella *“de casualidad”*. – Suspira.
– Hermano, ¿por qué no me dijiste que la señorita Eludy vino? – Entra sin avisar.
– ¿Por qué tendría que hacerlo? – Contesta cínico.
– Porque tengo mis motivos. ¿Qué tramas? Sabes que es la heredera al trono… seguro la quieres para tu beneficio. – Aprieta los dientes acusándolo (No dejaré que te quedes con el trono), pensó.
*(Hermano, eres tan idiota…)* Sonrió.
– Sabes… si prestaras más atención, serías un poco menos aburrido. – Se burla. – Ahora lárgate de mi vista. – Lo mira amenazante.
– Como digas, hermano… – Lo mira de reojo, saliendo del lugar. *(Dejarás ese lugar muy pronto, maldito infeliz)*, ríe por dentro.
•
Eludy se escapó para entrenar y estaba más que cómoda con el uniforme que le hizo Melisa, su modista. Salió a dar una vuelta queriendo ver el bosque de Threnody; si era verdad lo de los seres y bestias de este lugar, sería perfecto para entrenar.
‘Vieja, ¿este es el bosque?’ pregunta posándose en su cabeza.
– Sí. Lo creía más aterrador… – Mira alrededor. – Recuerda: si no podemos seguir luchando, volveremos. No quiero que te lastimes – advierte.
‘Sí, pareces mi madre. Estoy muy fuerte ahora, podremos con cualquier bestia.’ – Se para en dos patas haciendo una pose ruda, brazos en la cintura e inflando el pecho.
– No te emociones, Rambo… – Se burla.
Nyx no entendió lo que quiso decir, pero gruñó; lo sintió como una ofensa.
Eludy encontró muchas bestias feroces. Luchó ágilmente con ellas, dejando sangre oscura en el lugar. Muchas tenían sangre roja, pero las más fuertes sangraban oscuridad.
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– Zat, ¿qué sucede? – Mira al gran lobo gruñir hacia la ventana.
‘Alguien está en el bosque. Huelo mucha sangre… y un poder muy poderoso.’ – Alerta.
– Vamos. –
Desaparecen entre las sombras rápidamente.
~~
– Creo… que esto ya fue todo por hoy – dice agitada.
‘Estos monstruos no fueron nada. Te lo dije, vieja, somos indestructibles.’ Salta orgulloso.
– Sí… esperaba más, realmente… – Suspira, levantando a Nyx para marcharse.
Pero un aura poderosa los hizo detenerse. Un enorme monstruo de dos cabezas emergió entre los oscuros árboles, dando un rugido aturdecedor.
– Este sí me gusta. – Sonríe emocionada empuñando la espada. – Probemos la armadura con este.
Nyx sonríe y envuelve a Eludy con escamas doradas y rojas, emitiendo llamas azules alrededor de la espada.
Atacaron directo, esquivando golpes. Estaban eufóricos: el monstruo les daba batalla, aumentaba su poder en cada corte. Le arrancaron extremidades mientras rugía de dolor.
‘Es hora de mandarlo al infierno’, habló Nyx.
Eludy sonrió; sus ojos se pusieron rojos. Tomó al monstruo de espaldas con un golpe certero y abrió su cuello de lado a lado. La sangre la bañó completamente.
Vio cómo las llamas azules lo consumieron hasta no dejar rastro. Soltó un suspiro cansado.
– Espero que esto se quite… – murmuró viendo su ropa llena de sangre. – Bien, después de todo, no me aburrí. – Sonríe caminando hacia el final del bosque, donde no había oscuridad: un lugar bello, con un sol radiante.
– Trae el bolso, tengo que limpiarme; no puedo ir así. – Suspira sentándose. Nyx asiente y se esfuma.
Eludy se quitó la ropa sucia cerca del lago. Al ver que no era hondo, se tiró completa.
Nyx la vio, dejó caer el bolso con los ojos como platos y la boca abierta.
– Lagartija pervertida… – Dice ella frente a él, desnuda, agarrando el jabón para continuar su lavado.
Nyx se tapa los ojos, dándole la espalda. Pero notó algo entre los arbustos: unos ojos blancos.
Gruñó.
– ¿Qué pasa? – Lo mira. – ¿Qué ves?
‘Hay alguien ahí.’ – Alerta.
‘Señor, ya nos vio’, dijo el lobo con voz gruesa cuando Eludy tomó la espada con una mano y con la otra se cubría con un trapo que solo llegaba a los muslos.
El lobo salió junto al joven de cabello oscuro y ojos negros
– ¿Quién eres, mujer? – pregunta el hombre.
Eludy lo mira. La máscara que llevaba le causo inquietud.
– Eso debería preguntar yo. ¿Por qué me espías? – firme.
– Este es mi bosque… y entraste sin permiso – reclama el joven.
– No sabía que tenía guardián. – Lo sigue con la mirada. – Fue mi error. ¿Me castigará? – pregunta.
(Qué curioso… no veo miedo en ella) pensó él.
– Le daré una advertencia por esta vez, pero antes quisiera saber por qué vino. ¿Qué busca? – Se acerca.
(Qué hombre tan extraño… pero no se ve nada mal. Seguro es guapo sin esa máscara de demonio)
– Estaba aburrida y quise entrenar. – Contesta firme.
El joven mira al lobo, que se acerca a ella olfateando despacio.
‘Dice la verdad, mi señor.’ – Se sienta frente a ella.
– Ho… hola. – Mira al lobo intrigada. – Qué bellos ojos tienes.
‘La mujer no me tiene miedo… eso es nuevo.’ La mira de reojo, acercándose.
El joven se sobresaltó, pensando que la atacaría, pero vio cómo ella lo quería tocar.
– Espera… no… – quedó tieso al ver cómo el lobo movía la cola, dejándose acariciar.
Eludy reía, haciéndole cosquillas.
– Ay, qué cosita más linda. Sí, ¿quién es un lobo malo? ¿Quién? – decía con voz de bebé, mientras él se doblaba de gusto.
El joven aclaró la garganta. Ambos se detuvieron.
– Es hora de que se vaya. La dejaré pasar esta vez. Está advertida. – Se retira.
El lobo le da una lamida a Eludy en el rostro y desaparece con el joven.
– Me llamo Eludy… – dice al final, pero ya no lo vio. – (¿No me habrá escuchado?) – suspira.
Terminó de limpiarse y cambiarse, volviendo en un parpadeo a su habitación.
Un golpe la sorprendió. Clara entró tras su permiso.
– Mi Lady, los príncipes vinieron a tomar el té – dice nerviosa.
– ¿Los dos o el muñeco de torta? – pregunta frustrada, sacando carbón de una bolsa.
– Los dos, Majestad.
– ¿No dijeron por qué? – Suspira, sin ánimos de verlos; solo quería descansar.
Clara negó.
– Bien, me vestiré y bajaré – resignada.
– Ten, Nyx. Descansa. –
Calienta el carbón. Nyx se acuesta sobre ellos, soltando un suspiro satisfecho.
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o se porque pero pareciera que le pagarán por colocar esa frase que incómodo ya se me hace ha mi en lo personal