Nova Reik III: Ragnar

⚠️ESTE EPISODIO ES NARRADO POR FLOR⚠️

Mientras mis compañeros y mi esposo dormían en la cabaña acompañé a Freyja al bosque para cazar la cena. Antes de irnos de la cabaña me dio un arco de madera y un par de flechas de muérdago.

—S-señorita Freyja, c-como… ¿Cómo se usa?

—¿Qué? —Freyja me volteó a ver confundida—. ¿Todo bien?

—Ahm, no… nada

En el camino no pude evitar ver a mi alrededor, viendo un par de bayas verdosas, y otras moradas. Intrigada me detuve para verlas más a detalle, lo que no tardó en llamar la atención de Freyja.

—Ah, esas bayas son las que uso de vez en cuando para ayudar a los jóvenes de Midgard que quieren tener hijos, ayudan a la fertilidad

—Entonces si me como un par hay más posibilidades de que quede embarazada

—Sí, aumenta mucho las posibilidades jaja, aunque no te comas las semillas porque te puedes causar cólicos tan horribles que no podrás siquiera levantarte

—Ahm… Señorita Freyja, ¿c-cree que pueda darme una bolsita para agarrar un par, es que…? Quisiera… Ya sabe —dije avergonzada, mientras ocultaba cada vez más mi rostro detrás de mis manos—

—Jaja, claro, agarra un par —respondió dándome una bolsita de lana—.

Con una pequeña sonrisa recolecté todas las bayas que encontré en el pequeño arbusto y las guardé en la bolsa de lana. Nunca creí que recogería bayas para tener hijos, era un poco vergonzoso más con alguien que no dejaba de mirarme con ternura.

—Jaja, no sabía que querías ser madre, siendo tan joven

—Fue… Fue una promesa que hice con mi esposo hace años, prometimos intentarlo y formar nuestra propia familia —respondí con las mejillas un poco coloradas mientras seguía recolectando bayas—.

A decir verdad me daba miedo la idea de tener un hijo, debido a que era una responsabilidad demasiado grande y no sabía si estaba lista para ser madre, aunque quería intentar formar una familia con mi esposo.

Después de recoger las bayas, seguí acompañando a Freyja, hasta que pudimos encontrar a un ciervo que estaba tranquilamente comiendo. Freyja rápidamente me hizo una seña para que me acercara a ella de manera sigilosa.

—Bien, ¿crees que puedas acertar desde aquí?

—¿Qué? Ah, eh… bueno yo… no lo sé, nunca había usado un arco antes

—Hmph —me agarró de las manos para darme más confianza—. Tranquila solo respira y apunta, te guiaré, lo prometo

Freyja me guió poco a poco para que pudiera usar el arco, todo esto sin soltarme de las manos, nuestros cuerpos se pegaron un poco mientras apuntaba al venado, tanto que podía escuchar los latidos del pecho de Freyja y su respiración.

—Recuerda, solo respira y dispara cuando estés lista

Con un último respiro solté la flecha con suavidad, la flecha salió disparada del arco e impactó contra el pecho del ciervo. El ciervo se tambaleó, lo que me asustó un poco y me hizo correr hacia él. Solo que al acercarme tanto el ciervo como yo fuimos derribados por un gigantesco lobo plateado.

—¡¡Nova!! —gritó Freyja—.

Al levantar la mirada vi frente a mi al lobo plateado, a simple vista parecía que iba a matarme pero entre más lo miraba, más me daba cuenta de que él tan solo estaba asustado. Lo que de alguna forma me tranquilizó, y me hizo acercarme un poco a él para intentar calmarlo.

—¡¡Nova, aléjate de él!!

Cuando me acerqué más, me di cuenta de que su pelaje estaba hecho de un líquido plateado similar a la sangre, y su mirada, me era demasiado familiar, después de unos segundos más viendo su mirada, tuve una pequeña corazonada de quien era ese pequeño lobito asustado.

—Mi amor, ¿Eres tú? —pregunté curiosa mientras extendía la mano hacia mi pequeño lobito asustado—

Al principio me gruñó, pero poco a poco comenzó a calmarse hasta que simplemente dejó de gruñir, para así acercarse a mí con curiosidad también.

—Ay Stan, tranquilo, no tengas miedo, estoy aquí contigo —mi pequeño lobo se acercó a mí para olfatearme—. Oye, jaja, espera, cariño me haces cosquillas con tu nariz —me reí mientras me olfateaba—.

No sé cómo pero de pronto, él se lanzó hacia mí para lamerme, mientras movía su gigantesca y esponjosa cola de lobo. No dejaba de reírme debido a las cosquillas que me hacía. Freyja por otra parte se quedó de pie frente a nosotros, confundida y con la ceja levantada.

—¿Qué? Espera, Nova, ¿Quién es este Jöttun? ¿Lo conoces?

—Es mi…

En cuanto Freyja se acercó a mí, Stan se puso frente a mi mientras fruncía el ceño enfurecido, sacaba sus colmillos y gruñía. Era tan adorable verlo tan protector conmigo tanto que no podía evitar sentirme enternecida y halagada.

—Stan… —susurré enternecida—.

Stan estuvo a nada de atacar a Freyja, así que me levanté del suelo para intentar calmarlo antes de que alguien resultará herido.

—Oye, ella es amiga, no es un enemigo —lo agarré de la cara para que me viera a los ojos—. Confía en mí, no nos hará daño

Con un bufido dejó de gruñir y molesto se sentó detrás mío mientras miraba fijamente a Freyja, estaba claro que tenía unos típicos celos perrunos, lo que era tierno.

—Jaja, tranquilo, es solo mi amiga, solo eso, mi amor —susurré, mientras lo acariciaba detrás de sus orejitas—.

—Huhm, ese lobo, ¿es tu esposo? —preguntó Freyja acercándose a mí—.

—Sí, aunque no sé por qué ahora es un lobo, él normalmente es un humano muy lindo

—Un humano, eh, es interesante —Freyja lo vio con más detenimiento mientras se sentaba junto a mí—. Un Kirie, ¿no es verdad?

—¿Eh? Ah, eh, sí

—Los Kiries tienen algunas metamorfosis para adaptarse a los distintos mundos que conquistan, pero es peculiar… que tu esposo tomara esta forma, normalmente toman una apariencia que esté conectada a los sentimientos de su huésped

—¿Huh? Espera… dices que mi esposo se siente como un lobito asustado

—No exactamente, pero es raro que un humano tome una forma como esta

—¿Crees que pueda regresar a su forma humana? Es que… —volteé a ver la bolsa de lana con las bayas—. Sería raro que mi esposo fuera un lobo —añadí nerviosa—. Más ahora

—Descuida la hay pero… —Freyja volteó a ver al venado—. Antes hay que conseguir más comida para todos, dudo que alcancemos todos con un simple venado

—¿Quién quiere ir a cazar? Mi amorcito ¿Quién? ¿Quién?, mi amor ¿Quién? —le pregunté a Stan mientras le hacía mimos a mi esposo—.