El Oscuro Corazón De La Emperatriz

El radiante sol iluminaba la capital mientras Teresa, se acomodaba en el carruaje. A su lado, el pequeño príncipe observa con ojos llenos de asombro, el bullicio de la ciudad a través de las ventanas. Había prometido salir por sus excelentes estudios y, en ese momento, su felicidad era contagiosa.

Constantine, el joven y leal sirviente, se sentó al frente, con una expresión de satisfacción al ver la alegría del niño y el cambio de la emperatriz.

— ¿Donde desea que paremos, su excelencia?— preguntó él.

— ¿Conoces algún lugar donde vendan juguetes?

— de hecho sí. Estamos cerca por cierto.— Constantine hace que el carruaje se detenga.

Abre la puerta y le ofrece la mano a la emperatriz para ayudarla a bajar. Después, ayuda al príncipe a lo mismo. El carruaje se detuvo en una plaza llena de colores y aromas, Teresa y el niño bajaron, entusiasmados por explorar.

— sígame por favor.— comentó él.

— Gael, la mano.

— ¡Sí!, toma...— Ella, con una sonrisa amable, le apretó la mano al príncipe, disfrutando de la inocencia y la curiosidad que emanaba de él.

Tras varias paradas en tiendas que exhibían bellos productos en juguetes, su risa resonaba mientras se aventuraban de un lugar a otro. En una tienda fija, el niño eligió un pequeño caballito de madera, que abrazó con alegría.

Finalmente, llegaron a una dulcería, donde los dulces brillaban en vitrinas como joyas. Teresa, con buena intención, eligió varios manjares; caramelos para el niño.

Y también chocolates finos para Howard, quien siempre trabajaba arduamente, así que un poco de dulce a en su día no vendría mal.

— señora... Tenemos de dos tipos, chocolate tradicional y chocolate con licor.

Teresa pensó que el de licor podría ser para Howard ya que ella no puede tener ni una probada de ello, y el del chocolate tradicional para ella.

— denme uno de los dos en bolsas separadas, por favor.

Mientras salían de la tienda, el pequeño príncipe, con su bolsa llena de dulces, sonreía radiante, y Teresa, sintiendo que cada momento compartido con él formaba lazos que poco a poco Gael apreciaría.

— recuerda no cometerlo todos...— dijo ella. Con tono suave.

— está bien, se lo daré a Nana para que me lo guarde. ¿Podemos seguir paseando?— preguntó con miedo al rechazo.

Teresa ríe para apaciguar su miedo y cambiarlo por emoción.

— pensé que estaría cansado. Veo que tienes mucha energía, así que sí, vamos. Constantine...— se gira para verlo, y le pregunta— perdón... Debes estar cansado, pero... Podemos aguantar un poco más. Te prometo que te daré día libre.

— está bien, su majestad.— trató de disimular su cansancio.

— toma, también te compré un dulce.

Constantine lo toma disimulando la sorpresa.

— se lo agradezco.

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En el palacio, con sus pasillos reluciente, normalmente irradiaba una atmósfera de tranquilidad y serenidad. Sin embargo, este día, el aire estaba cargado de una tensión. Tania, caminaba por los corredores con pasos apresurados, su rostro lleno de preocupación.

Cada vez que un sirviente se cruzaba en su camino y le preguntaba por qué lucía tan angustiada, Tania le respondía.

“La emperatriz se llevó al príncipe"

La mayoría de los sirvientes se veía entre sí. Algo que ocurrió aquí fue que la Nana distorsionó la realidad escuchada. Al decirlo de esa manera suena muy angustiante. De por sí han escuchado el cambio de su majestad pero por lo que escucharon de Tania no sabía que creer. Solo espera la llegada de ella con el príncipe.

A medida que avanzaba, la mente de Tania. Desesperada, intentó comunicarse con el emperador. Pero las órdenes eran claras.

“en esta reunión no pueden llamarme hasta que termine, al menos de que sea urgente."

Sin embargo, al cruzar el pasillo, escuchó los murmullos de dos sirvientas.

— están los rumores de que la emperatriz se llevó al niño a escondidas de la Nana. ¿Por qué?

— no lo sé... Últimamente su majestad está extraña. Es mas amable de lo normal. Lo más seguro es que no le guste al emperador la noticia de que se lo llevaron. Su relación con ella siempre está en tensión por el niño.

— solo hay que esperar a que lleguen.

Tania, escondida entré una gran columna, se asoma para verificar si se han ido.

“ se disperso lo que dije. Y suena de manera alarmante. Algo bueno para que llegue a oído del emperador. No me gustó que ella se lo llevará sin mi permiso. Prácticamente he sido como su madre este tiempo."

Sale de su escondite improvisado y mira el recuadro de la emperatriz. Que casualidad. La mirada en el retracto de la antigua Teresa, era fría y calculadora, igual a la que tiene Tania ahora mismo.

— yo puedo cuidarlos a ambos mejor de lo que tú podrás. Solo... Necesito una excusa para que Howard no confíe nunca más en tí.

Permitiendo que su corazón encerrara el amor oculto que nunca podría confesar, no hasta que vea una oportunidad, disfrutando del momento como si fuera un dulce secreto que solo ella conocía.

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había pasado un par de horas el príncipe yacía dormido sobre las piernas de Teresa. Agotado de las caminatas que dieron. Constantine miraba aquella escena. La emperatriz acariciaba lentamente los cabellos blanquecino del príncipe.

— el príncipe la ha querido siempre.— se atrevió a decir Constantine.

Teresa lo mira y sabe que tiene razón.

— es un niño muy bondadoso. Me siento arrepentida de todo lo que le hice. Espero arreglar todo el dolor que le causé a él, y también a Howard.

— majestad. Si ese es su plan. La apoyaré.

— perdoname, Constantine... También te hice pasar por un tiempo difíciles. Te prometo que no volverán.

Él solo sonrió suavemente. Sabía que la familia imperial podría mejorar si ella cambia su pensamiento malvado y al parecer lo estaba logrando.

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En un suspiro fuerte. Tania ve la ventana de su habitación que tenía el panorama de la entrada del palacio.

— ¿Cuando llegará?... Howard salió de la reunión, pero aún no quiero ir con él hasta que ella llegue y poderla enfrentar.

Fue entonces cuándo el carruaje llegó y ella se alertó como nunca. Había visto bajar a la emperatriz con el niño entre sus brazos. Tania no podía verlo con claridad, sin embargo, es una escusa perfecta para reprocharle del porque se llevó el niño de esa manera.

Tania corre recogiendo su vestido. Desesperada por ir tras el emperador para avisarle sobre esto. No lo encontró, pero no perdió el tiempo para ir a la entrada principal.

Fue entonces donde vio al emperador, parado frente a la emperatriz, recibiéndola.

— ¡Su majestad!— exclamó ella.— pido disculpas por lo que pasó... Me descuide del niño y la emperatriz se lo llevó.

La Nana se había cercado lo suficiente como para ver cómo el emperador cargaba a su hijo, estaba dormido por completo. Ella pregunta muy preocupada.

— ¿Está bien, el príncipe?

— por supuesto. Él, su madre y Constantine fueron a la capital. El príncipe paseó toda la tarde. Es normal que esté cansado.— respondió él. De manera cortante.— después hablaremos con lo que ocurrió está tarde. Estaba centrado en la reunión, pero oí cosas que no me gustaron al salir.

Howard tiene la intención de llevarse al niño a su habitación. Teresa lo sigue, ya que tenía las cosas que le había comprado. Tania intenta tomarlas para llevársela ella.

— por favor, permítame...

— no. La llevaré yo.

— majestad. Solo quiero ayudar...

— no es necesario. Puedes retirarte, Tania.

— si.— ofrece una reverencia y deja que se vayan.

Teresa sigue los pasos de Howard para luego colocarse a su lado. Él le estaba hablando de manera suave, una pequeña sonrisa brotó de los labios del emperador mientras se comunicaba con ella, hablaban de lo que el niño hizo hoy. Era algo que Tania odió en ese momento.

— mantente al margen. Tania.— expuso Constantine detrás de ella.

Tenía varias cosas que también eran del niño. La Nana se volteó con una risa nerviosa.

— no lo entiendo.

— si lo entiendes. Prefiero no ser quien te ponga en su lugar, no me concierne. Hemos trabajado a distancia, pero ahora noto tus intenciones. Solo eso te digo.

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Muchas gracias por leer. No olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo 💕