Lo que debería ser un simple trabajo arqueológico...termina en un enredo sentimental. Los espíritus del pasado utilizan a los vivos para reparar un daño. Qiang quiere ser perdonado y pide ayuda a Lin a cambio de ayudarlo con revelar la historia. Mei quiere huir de Qiang y se refugia en una extranjera ¿Logrará Qiang obtener el perdón de Mei?
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Una invitación
Lin Kong y la licenciada Lee han estado conversando pero la conclusión quedó en nada. Lin está convencido de que su sueño fue la revelación de la verdad aunque fue solo un momento porque se despertó, el interrumpió el sueño.
Al día siguiente, estuvo dando vueltas sobre el asunto y la conversación con la licenciada Lee, algo más que le vino a la mente es que durante la visita al museo con los turistas hispanos parlantes, a una en particular no podía dejar de mirar y la voz le decía Mei.
Después de pensar unos minutos acerca de esto, tuvo la idea de invitar a la turista al museo, tenía una curiosidad, si presenta a la turista ante el cuerpo de Mei, ¿Puede suceder lo mismo que a él con el guerrero? ¿Podrá ella revelar datos relevantes o lo mismo como confirmación para el armado de la historia.
Puede que su idea suene tonta, descabellada, ridícula y todos los adjetivos posibles para describir, pero nada se pierde con probar. Quien sabe si de esta manera el espíritu guerrero puede entrar al descanso si queda en paz con Mei.
Está decidido, irá en busca de la turista, tiene que aprovechar que es temprano para ir a su hotel, de por sí él sabe cual es. Al momento de que el turista hace su registro para su visita en el museo junto al grupo, el guía deja el nombre del hotel, en caso de emergencia saber donde se aloja para ser trasladado allí para su recuperación con la asistencia de un paramédico.
Esa información ya la tiene, y no pierde el tiempo y necesita verla. La pregunta sería ¿Cómo invitarla? ¿De qué manera puede persuadir una mujer para tal fin? En el trayecto se le ocurrirá algo.
- Buenos días, señorita. – saluda a la recepcionista
- Buenos días, caballero. – número de reserva por favor.
- Más bien estoy buscando a la señorita Ana.
- ¿Ana? - no le suena el nombre .
- Sí, ella es hispana, la conocí ayer.
- Disculpe, pero si, usted no me dice el apellido de la señorita, no podré ayudarlo.
El apellido es lo que no recuerda, Lin no está familiarizado con los apellidos extranjeros y menos en español. Pero se acuerda del segundo apellido Tang.
- Ella tiene dos nombres y su apellido es Tang.
- No existe – la recepcionista busca en el sistema pero no sale nada con el nombre de Ana y tampoco con el nombre de Tang – Quizás esté hospedaje en otro hotel.
- No hay error, ella está hospedada aquí.
- Si usted no recuerda el nombre de la señorita, puede tomar asiento y esperar a que ella lo reciba.
- Esta bien. Gracias, la esperaré aquí.
Solo bastaron unos minutos, que un grupo de turistas bajan de las escaleras, eran los hispanos. Entre los presentes estaba Ana. Lin aprovecha en llamarla.
-¡Hola, Ana! – le saluda alzando la voz para ser escuchado.
- Buenos días. - le sonríe por educación pero no porque se acuerda.
- Soy Lin Kong, quien le regaló los libros ¿Se acuerda de mí?
-¡Señor, Lin! – se acordó – que gusto verlo.
- Quería invitarla a la biblioteca de literatura antigua.
- Me encantaría, pero tengo programado un tour.
- ¿A qué hora estaría regresando?
- Más o menos a las tres de la tarde.
- La razón por la que la quiero invitar es por que la vi tan muy interesada en el museo.
- Me gusta la historia, pero como dije ayer en el restaurante, soy maestra de literatura, y vine aquí porque mis ancestros son chinos. Soy la tercera generación.
- ¡Increíble!, bienvenida a casa, señorita Ana.
- Muchas gracias.
- ¿Puede aceptar mi invitación?
- ¿Otra vez en el museo? – no le gusta la idea de volver al lugar – muchas gracias, además tuve una experiencia rara – Ana intenta decir no con diplomacia.
- ¿Se refiere al señor que buscaba a Mei? – también recuerda bien ese incómodo momento.
- Sí , cómo que desapareció muy rápido. Eso me asustó.
- Le habrá parecido. – quiere calmarla – tengo un libro de leyendas chinas, y ese libro está allí, en el museo.
- ¡Fantástico! – se emociona al escuchar eso.
- Vendré a las cuatro.
- Muy bien. – le sonríe, ella acepta la invitación.
Se despiden porque la movilidad está allí y todos están subiendo para ir al tour a una reserva natural. Pero ¿Qué hizo Lin? Le ofreció un libro de leyendas chinas, y ese libro en realidad no existe.
- ¡Maldición!, el libro de las leyendas. Debo ir a buscarlo.
Como loco sale a buscarlo en las librerías, no puede fallar a su palabra, sino ¿Qué podría pensar Ana? Era mentira lo del libro, pero funcionó como carnada para atraer a Ana, la que supuestamente es Mei, o mejor dicho ella es manipulada por el espíritu de Mei.
La mañana se fue volando de librería en librería buscando el libro más adapto para ella. Menos mal, que como arqueólogo, tiene pase libre; es una gran ventaja, por ahora es el momento de entrar a sala de reuniones y sobre el pequeño estante deja el libro recién adquirido, suspira con alivio, el asunto del libro está resuelto.
Es hora de tomar un desayuno, pues por la prisa de buscar a Ana, invitarla y buscar el libro no tuvo tiempo para un desayuno. Con calma sale del museo y va a un café, allí es donde termina su mañana, come con total tranquilidad.
Ana disfruta su paseo por la reserva natural, no deja de fotografiar la flora y fauna del lugar, también le encantó el viaje en bote, para ella es una experiencia inolvidable, es feliz. El viaje ha terminado y los turistas deben ir a almorzar, el restaurante los está esperando. En el viaje de retorno a la cuidad, los turistas están seleccionando sus fotos, aquellos que tomaron con el celular están creando su álbum y compartiendo en las redes sociales.
El tiempo avanza y es hora del encuentro con Lin Kong, Ana se arregla y el arqueólogo que está en la sala de estar. Sí, él ha llegado un cuarto de hora por adelantado para recoger Ana.
Ana baja hacia la recepción, faltan cinco minutos para la hora pactada, ella piensa que bajó temprano para no dejar esperando a la persona, pero se da con la sorpresa que él ya estaba allí.
- Lamento hacerle esperar. – se disculpa ella con una reverencia.
- Descuide, normalmente no es costumbre dejar esperando a una mujer.
- ¡Ah! Pensé que me había demorado.
Ana pone una sonrisa, típica de una latina cuando se avergüenza o se incómoda, pero esa actitud es incómoda para un asiático.
- ¿Siempre sonríen las latinas? – le pregunta.
- Es un gesto típico para simular vergüenza o cuando no encuentra palabras para disculpar se.
- Aquí, en China y en el continente en general, la gente cuando ve a una mujer sonreír a un hombre, es señal de que le gusta, o que está nerviosa de salir con su chico.
- No sabía de esto. Mis intenciones no son incomodar a nadie.
- Es la diferencia cultural.
Ambos entran juntos al museo, él no paga por mostrar su carnet, pero Ana, al buscar su monedero, el arqueólogo pasó su tarjeta.
- Ya puede entrar.
- Debo pagar, ya tengo el sencillo. – le muestra las monedas
- La entrada ya ha sido pagada.
- ¿Ah, sí? Bueno, gracias. – se despide de la cajera.