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Entre Cicatrices Y Flores

Entre Cicatrices Y Flores

Status: Terminada
Genre:Romance / Matrimonio contratado / Mujer poderosa / Madre soltera / Embarazo no planeado / Completas
Popularitas:0
Nilai: 5
nombre de autor: Uliane Andrade

Júlia es madre soltera y, tras muchas pérdidas, encuentra en su hija Lua la razón para seguir adelante. Al trabajar como empleada doméstica en la mansión de João Pedro Fontes, descubre que su destino ya había sido trazado años atrás por sus familias.
Entre jornadas extenuantes, la facultad de medicina y la crianza de su hija, Júlia construye con João Pedro una amistad inesperada. Pero cuando sus suegros intentan reclamar la custodia de Lua, ambos deben unirse en un matrimonio de conveniencia para protegerla.
Lo que comienza como un plan de supervivencia se transforma en un viaje de descubrimientos, valentía y sentimientos que desafían cualquier acuerdo.
Ella luchó para proteger a su hija. Él hará todo lo posible para mantenerlas seguras.
Entre secretos del pasado y juegos de poder, el amor surge donde menos se espera.

NovelToon tiene autorización de Uliane Andrade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

Fiestas como aquella nunca fueron mi preferencia. Pero eran necesarias. Inversores de todo el país y algunos del exterior estaban allí, brindando no solo por el éxito de nuestro grupo hotelero, sino también por la imagen que proyectábamos. El lujo, la imponencia, la sensación de que estar a mi lado era estar en un lugar seguro para invertir.

Yo sabía sonreír en la medida justa, estrechar las manos correctas y ofrecer las palabras que querían oír. Es parte del juego. Pero, en el fondo, mi atención no estaba solo en los inversores.

De vez en cuando, mi mirada se perdía por la casa, acompañando discretamente a los empleados. E, inevitablemente, encontraba a Julia.

Ella circulaba con una postura firme, pero discreta, cargando bandejas con cuidado y elegancia que nadie esperaba de una joven venida de una posición humilde. Julia no llamaba la atención, pero era imposible no notar la forma en que se movía: siempre concentrada, siempre dedicada.

Fue en medio del bullicio que percibí el tono áspero de la voz de Milena. Una mujer acostumbrada a pensar que el mundo gira a su alrededor. Me giré a tiempo de ver el champán balanceándose en la bandeja de Julia.

—¡Estás ciega, chica! —Milena disparó, en voz alta.

Vi a Julia respirar hondo antes de responder.

—Perdón, señora, pero fue la señora quien chocó conmigo.

Hubo un silencio corto, de aquellos que preceden al escándalo. Entonces, decidí intervenir.

—¿Algún problema? —pregunté, acercándome.

Milena no perdió tiempo: sonrió de forma falsa y se giró hacia mí. Pero, en vez de continuar el diálogo en portugués, decidió exhibir su inglés impecable.

—Your new maid is completely incompetent. She almost ruined my dress.

Sonreí de lado, sin sorpresa. Ese era el tipo de juego que a Milena le gustaba jugar: disminuir a los otros para sentirse más grande. Lo que no esperaba era la respuesta que vino justo después.

—Actually, ma’am, it was you who weren’t paying attention and bumped into me. I did nothing wrong. —La voz de Julia sonó firme, en inglés perfecto.

El salón pareció detenerse por un instante. Yo mismo me quedé en silencio, observándola. Milena, por otro lado, perdió el color y el aire de superioridad. Murmuró cualquier cosa y se alejó.

En aquel momento, percibí que había mucho más en Julia de lo que yo imaginaba. Ella no era solo una empleada dedicada, había en ella una fuerza discreta, escondida detrás de la humildad. Y ahora yo sabía que, además de todo, hablaba un inglés mejor que el de muchos invitados de la noche.

Continué circulando por la fiesta, cumpliendo mis deberes de anfitrión, pero confieso: parte de mi mente quedó presa en aquella escena. Y en los ojos de Julia, que incluso después de todo, volvieron a bajarse delante de mí, como si nada hubiese sucedido.

Solo que algo había sucedido. Y yo lo había visto.

La fiesta terminó de madrugada. Los últimos invitados se despidieron con abrazos exagerados y promesas de futuros encuentros, y la casa fue poco a poco retomando el silencio que yo tanto valoro.

Yo subí a mi cuarto, retiré el saco y me senté en el sillón cerca de la ventana. Allá abajo, todavía había movimiento. Julia y Marcia recogían las copas, organizando los restos de lo que horas antes había sido ostentación y brillo.

Mi mente no estaba en los contratos cerrados o en los inversores satisfechos. Estaba en ella.

La imagen de Julia respondiendo a Milena no salía de mi cabeza. Había firmeza en su voz, pero no arrogancia. Coraje, pero sin insolencia. Y el inglés… claro, seguro, sin tropiezos. No era un conocimiento aprendido de pasada; era sólido, fruto de estudio o experiencia que yo aún no conocía.

¿Quién era, de hecho, Julia Silva?

Sobral había dicho poco cuando la contrató: una chica joven, madre soltera, venida de fuera, necesitando trabajo. Pero aquello no explicaba la calma que ella mantuvo delante de Milena. Ni explicaba las lágrimas discretas que, a veces, yo tenía la certeza de ver en los ojos de ella cuando pensaba que nadie estaba mirando.

Había un misterio allí. Y, contra mi voluntad, ese misterio comenzaba a prenderme.

Me levanté y cerré las cortinas, intentando apagar la mente. Mañana sería otro día lleno de compromisos. Yo necesitaba descansar. Pero, acostado en la cama, cerré los ojos y la última escena que me vino a la mente no fue la de inversores estrechando mi mano. Fue la de Julia, erguida, firme, respondiendo en inglés impecable: I did nothing wrong. (“Yo no hice nada de malo.”)

Y yo sabía, en el fondo, que ella tenía razón.

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