Tras su muerte, Martina despierta en un cuerpo que no era el suyo y en un mundo antiguo regido por la nobleza. Ella ahora es la emperatriz, Iris Dorni, una joven desdichada de una novela trágica, en la que Iris fue obligada por sus padres a casarse con el emperador y que en su noche de bodas fue obligada a consumar la unión, esto ocasiono que ella sintiera un profundo odio por el hijo que dio a luz y finalmente, Iris murió sola sin poder olvidar su desdicha.
Pero ahora, Martina conociendo la historia está dispuesta a cambiar todo, ella conoce la verdad tras los hechos, por lo que demostrara que todo lo sucedido es por culpa de sus padres y se esforzara en ser una buena madre para su hijo y así evitar que los tres tengan una vida llena de soledad, ¿podrá esta nueva Iris cambiar su destino?
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Capítulo 11
Capítulo 11
Habían pasado unos días después del incidente con la doncella nieta de la nana del emperador, quien había hecho un escándalo porque me encontró en un jardín que supuestamente estaba prohibido para todo el mundo, excepto para aquellas personas a las que el mismo emperador les daba su permiso. Todo esto, porque el jardín, había sido construido por órdenes del emperador, para que solo los ojos de la emperatriz los pudieran admirar cuando ella saliera de su autoimpuesto encierro en ese pequeño palacio, en el que yo ahora estaba viviendo y donde era tratada como dueña y señora.
He seguido yendo a ese jardín y he pasado mucho tiempo ahí. He disfrutado de mis mañanas y mis tardes en ese pequeño lugar, donde he probado las delicias más exquisitas que he comido alguna vez. Era muy mimada por mis doncellas y las cocineras del palacio, quienes siempre me tenían algo preparado para poder disfrutar de un agradable momento.
He entablado una linda amistad con mis doncellas María y Clarisa, ellas me han contado mucho de este mundo, claro que piensan que les pregunto debido a mi supuesta amnesia, además también me entero de todo lo que pasa en el palacio y el reino. También han sido ellas las que me han contado del motivo de que los jardines sean prohibidos, me han dicho que el emperador, después de enterarse de que tras el encierro de Iris, ella había prohibido que arreglaran el jardín del palacio al que se había mudado, él se había encargado de mandar a construir los mejores jardines que pudieran hacer, para que ella luego los pudiera disfrutar. La verdadera Iris amaba la vista de las flores, por eso el emperador quería que ella pudiera ver los más hermosos aquí en el palacio. Cada vez que escucho esa clase de historia de él, dónde demuestra todo el amor que le tenía a Iris, no puedo no sentir una especie de celos.
En estos días no he vuelto a ver al emperador, pero he pensado mucho en él y en la historia de la noche de bodas. He decidido ayudar a que se sepa toda la verdad y que ya no haya dudas de que el emperador en realidad no violo a propósito a Iris, o sea a mí, y que en realidad los culpables eran los padres de Iris. Tal vez, si veo que al emperador, la nueva versión de su esposa, mi versión, no le gusta, podría irme y dejar que tratara de ser feliz con alguien más, sin el fantasma de mi presencia cerca.
Hoy, como todas las mañanas, me dirigía al jardín a desayunar. Estaba acompañada de mis queridas doncellas, María y Clarisa. Íbamos muy entretenidas hablando de la refacción y el arreglo del pequeño jardín que estaba ubicado en el palacio donde vivía. Ese que cuando vi por primera vez, parecía salido de una película de terror. El caminar hasta el otro jardín que estaba ubicado en el palacio del emperador, todas las mañanas y tardes, me dejaba muy cansada. Tengo que admitir que soy perezosa a veces.
Estábamos llegando cuando oí un ruido. Eran unas voces que a cada paso se escuchaban más, parecía una pequeña discusión. Sin entender por qué, mi cuerpo reacciona y me lleva hasta ese lugar.
De lejos se podía ver a un hombre y a un niño, uno enfrente del otro. El hombre apuntaba al niño con uno de esos punteros de madera para pizarrón que usaban mis maestros cuando era pequeña. El niño tenía la mirada hacia abajo y no decía nada más que "lo siento".
Si bien ya sabía quien era el niño, con solo verlo me quedaba más que claro, pero no me iba a meter porque pensé que tal vez lo estaban regañando por algo que había hecho. Pero cuando vi que ese hombre quien, asumo era su profesor, tomo la mano del niño, con su mano libre y con la otra, levanto su puntero con la clara intención de golpear la mano del niño, me sorprendí. Por lo cual solo después de ver el golpe y el lloriqueo del niño fue que pude reaccionar y me adelanté hacia donde ellos estaban.