SE MI ESPOSO, POR FAVOR.

El silencio perdura por unos minutos, ella se preocupa, espera que no la mande sacar con los de seguridad.

— Siente por favor. — Le pide Mauricio. Ella saca la comida, le da un plato, toma el otro y sirve jugo. Luego empieza a comer, el hambre no la deja pensar con claridad. — Señorita. ¿A qué debo está repentina visita? — Ella pasa la comida con un poco de jugo.

— ¿No quiere comer?

— No cómo cualquier cosa.

— Lo compre en su restaurante favorito, carne de cerdo agridulce, espagueti al pesto, jugo de naranja y unos panqueques.

— ¿Me estuvo investigando?

— Así es. — Admite sin vergüenza alguna.

— ¿Puedo saber por qué? — Ella lo observa por unos minutos. Su rostro es hermoso, sus ojos color miel hipnotizantes, el cabello castaño se ve sedoso y su complexión física es fuerte. Lo mejor de todo es que el es gay.

— Quiero casarme con usted. — Mauricio la observa sorprendido, ella se ríe. — No es lo que piensa. — Aclara. — He oído los rumores. Quiero ayudarlo, y que usted me ayude a mi.

— ¿Cómo podría ayudarme señorita?

— Yo puedo ayudarlo a destruir a ese tipo que tanto odia, a el y a toda su familia.

— ¿Cómo?

— Cásese conmigo y lo sabrá.

— Astuta.

— Gracias.

— ¿Y cómo se que no me está engañando?

— No lo sabe. Confíe en su instinto. — Ella termina la comida. — Disculpe mis modales, no había comido en toda la mañana. Normalmente no soy así.

— ¿El hambre le provoca alucinaciones?

— No. Cada palabra que le dije es real. Sea mi esposo, por favor. Confíe en mi, si lo hace, yo le prometo que lo ayudaré, con todo mi dinero y mi poder. — Ella le da su tarjeta. — Llame cuándo tenga una respuesta.

...

Mauricio sigue sin entender lo que acaba de pasar. Bernardo, su asistente y amigo entra a su oficina todo impresionado.

— ¿No era Perla Murphy?

— La misma.

— ¿A qué vino?

— A proponerme matrimonio. — Bernardo se suelta a reír, sus ojos incluso sacan unas lágrimas. — Ya en serio. — Mauricio lo observa serio. — ¿No estás jugando? ¿Ella solita vino a la boca del lobo?

— Tal cómo lo oyes, aunque no creó que lo sepa. Probablemente piensa lo mismo que toda la ciudad.

— Y te aprovecharas de eso.

— Tengo que. No puedo perder está oportunidad.

— Te aclaro que no todo es lo que parece. Ella se ve tierna e inocente, pero no lo es. ¿Viste el vídeo de su boda? Le dió a tremendas bofetadas a Damián. Hasta a mí me dolieron.

— Muéstrame ese vídeo. — Bernardo saca su teléfono y le enseña. Mauricio se burla al ver como es humillado el hombre que tanto odia. — Está más que decidido. Me casaré con ella.

— ¿Estás seguro? Si le haces algo malo ya sabes cómo vas a terminar. Recuerda que con la familia Murphy no se juega. Ya viste de lo que es capaz el padre si humillan a su hija.

— ¿Y quién te dijo que quiero hacerle algo malo?

— Te conozco. La quieres usar para fastidiar a Damián.

— Ella también me estará usando. No seré el único villano aquí.

— ¿Le vas a decir que no eres gay?

— Ella se dará cuenta la noche de bodas. — Mauricio sonríe malicioso. Su amigo niega con la cabeza.

...

... Perla llega a casa y su nana le indica que su padre quiere verla. Ella sabe lo que le espera.

— Buenas noches papi. — Saluda alegre, a ver si el se relaja.

— ¿Dónde estuviste todo el día?

— Fuí a visitar unas amigas.

— Tienes toque de queda niña. Siempre tienes que respetarlo.

— Papá, ya no soy una niña. Y quiero pedirte un favor, no me trates cómo a una tonta. Mi carácter no es tan débil, puedo cuidarme sola.

— ¿Por qué me hablas así?

— Por qué estoy cansada de tu sobreprotección. A partir de hoy, tomaré mis propias decisiones, y tienes que respetarlas.

— ¿Y que decisiones son esas?

— Voy a trabajar en tu empresa.

— ¿Qué?

— Ya me escuchaste, estudie una carrera, no creo que me dejaste sólo para tener el título colgado. Quiero aprender a manejar lo que será mío en el futuro. — Su padre sonríe orgulloso. Aunque lo disimula.

— Te quiero lista a las ocho de la mañana, iremos a la empresa, pero ni creas que te daré preferencias, ya no tendrás mesada, te daré un sueldo, y cualquier error que cometas te lo descontare.

— Si papá. Cómo tú digas.

....

Perla ordena su ropa para la mañana siguiente, ella deja todo acomodado y se mete a la cama. Sus ojos se cierran, pero su corazón late con mucha fuerza, ella se despierta llorando. Busca a su lado y está sola. Respira aliviada y agradece a Dios la oportunidad que le dió. Nuevamente se recuesta, aunque no puede dormir.

A las 7:34 ya está lista. Desayuna junto a su padre, y se van al trabajo, en el mismo auto, el chófer abre la puerta para ella, luego para el. Su padre ordena una junta, en está, la presenta cómo Perla Murphy, su heredera, la próxima dueña de su imperio.

Todos la saludan y sonríen, ella empieza el día conociendo a su secretaria, está le indica todo lo que tiene que hacer en el dia.

Perla se empieza a adaptar, aunque comete algunos errores. A un mes de estar trabajando, su padre le da una tarea importante, se tiene que reunir con tres empresarios que quieren una inversión de la empresa Murphy, estos son: Ricardo Chontal, Mauricio Stone, y Dionisio Schafer, esté último, ya es un no. Ella no se atreve a preguntar porque lo incluyo en la lista. Pero en el trabajo es una empleada. No la hija del dueño.

— Está bien Padre. Agendare citas con ellos. — De paso aprovecha para hablar con Mauricio sobre su propuesta, el hombre no ha llamado, pero aún guarda una esperanza, ella le pide a su secretaria que los cite a horas diferentes, primero a Mauricio, hablará con el en su restaurante favorito, a las 10 de la mañana, después a Ricardo, en la oficina, y por último, quiere ver a Dionisio, por la noche en un restaurante, le hara otra humillación. Sonríe maliciosa.

...

Mauricio está esperando al señor Murphy, pero en lugar de él, aparece su hija.

— Buenas tardes señor Stone.

— ¿Usted? — El se sorprende, pues su secretaria le dijo que la reunión era con el señor Murphy.

— Se de negocios tanto como mi padre. No sé preocupe. — Ella le sonríe. — Me gustaría ver su propuesta. — Mauricio le tiende una carpeta. Ella la abre y revisa todo minuciosamente, el proyecto es sustentable, los costos en mano de obra no son elevados, y las ganancias están excelentes, los certificados también están en orden. — Todo se ve muy bien. Pero me hacen falta propuestas por revisar. No le puedo dar una respuesta ahora mismo.

— No tengo prisa.

— Ahora que la reunión ha terminado, quiero hablar de lo otro.

— ¿Qué?

— No me ha dado una respuesta. — Mauricio la hubiera llamado el mismo día, pero quiso darse a desear y termino perdiendo la tarjeta, luego tubo que salir de viaje imprevisto, para su regreso ya habían pasado más de tres semanas, imagino que la propuesta estaba cancelada. — Se que no es fácil. Pero...

— Aceptó.

— ¿De verdad? — El asiente y ella sonríe. — Perfecto, entonces desde hoy, usted es oficialmente mi prometido. Déjeme aclararle, ésto no cambia mi decisión sobre la propuesta que me presento. Si otra es mejor tendré que rechazar la suya. ¿No le molesta verdad?

— No. Es bueno dejar las cosas claras.

— Perfecto. Tengamos una reunión en su oficina mañana. Ya qué ha aceptado mi propuesta, debo aclararle muchas cosas.

— La espero a las 10.

— Llegaré puntual.