"No soy un vampiro común cariño, porque yo, escuchalo bien, NO me enamoro"
-Claus Collins.
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Claus Collins es misterioso, calculador, frío, controlador, tremendamente sexy pero sobre todo arrogante y en ninguno de sus planes estaba enamorarse.
Tenía una misión y no era la primera misión que le encomendaban, confiaban en él y podía conseguirlo todo con solo chasquear sus dedos.
¿Podrás entender el porque nunca enamorarse? eso solo lo sabrás si miras un poco dentro de esos ojos color zafiro capaz de embelesar pero también de matar.
Por el contrario Marianna Grey curiosa de aquel chico extraño que decidió hablarle en aquella fiesta, se propone averiguar por qué aquellos ojos color zafiro gritaban peligro.
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Capítulo 10
Despierto agitada por el sueño, frunzo el ceño y sonrió al fin, fue un sueño bastante bonito, estábamos todos completos y eso era realmente lo que tanto he deseado desde lo que pasó, tomo el celular y veo la hora son las diez de la mañana, me levanto y me encamino el baño, demoró todo lo necesario para relajar cada músculo, me permito pensar en la noche de ayer y lo que me reveló el chico, de verdad necesitaba respuestas y esclarecer todo esto.
Salgo de mi habitación y pasó por la habitación de Miguel, me entra cierta curiosidad que esconde y hoy por fin lo iba a averiguar, lo iba a seguir y ver porque tanto misterio, necesitaba hablar con el, que volviera a confiar en mí, que volviera a sonreír, Miguel tiene cierto parecido a mi, es un año menor que yo, con sus diecisiete años, es un chico alto, de cabello castaño, piel pálida, ojos marrones claros y cuerpo un poco atlético, lo extrañaba y lo iba a traer de vuelta.
Bajo por las escaleras y me encuentro con Miguel comiendo su desayuno tan desesperado otra vez, fruncí el ceño, él no era así.
—Por lo que veo no comes por las noches — le digo con intención de iniciar una conversación.
—Solo tengo hambre — dijo sin más, no entendía porque ya no hablábamos como antes, necesitaba que me hablara.
—Miguel si te esta pasando algo me dirias no — pregunto esperanzada de que me hable por fin.
—Eso no te incumbe Marianna — me dijo tan frío que siento no conocer a la persona que tenía en frente de mi, suspire y me serví un poco de cereal con leche para desayunar, el en refrigerador había una nota de papá diciendo que hoy tenia turno de veinticuatro horas, que nos cuidaramos y comiéramos bien, hoy era mi oportunidad de descubrir que le pasaba a mi hermano una vez por todas.
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Eran las seis de la tarde y estaba en mi cuarto leyendo el grimorio cuando sentí como mi hermano salía de su habitación, ese era la señal, tome la mochila que aliste en la tarde para salir, había agua, linternas, mi celular y guarde el grimorio por si algo sucedía, me escabullí de mi cuarto cuando sentí que bajaba las escaleras, camine lentamente sin que me escuchara cuando sentí la puerta de entrada, baje corriendo las escaleras y salí por la puerta, vi como caminaba directo al bosque del pueblo, eso me pareció muy extraño, camine sigilosamente sin perderlo de vista, me escondi detras de un árbol cuando su caminar se detuvo de repente miro para todos los lados como buscando algo, miro justo al árbol donde me escondía y mantuve la respiración para que no me descubriera, siguió caminando y pude soltar el aire, toque mi pecho sintiendo como mi corazón se había acelerado por el susto de ser descubierta.
Me logré esconder detrás de un arbusto cuando vi que mi hermano se encontraba con un grupo de muchachos, nunca los había visto, ni en el instituto, me pareció extraño porque mi hermano no tenía amigos, entrecerré los ojos para ver con claridad sus rostros, no supe bien porque sentia que debia correr, que debía salir de ese bosque pero las ansias de saber que escondía mi hermano fueron más grandes que mi miedo.
Se saludaron con un choque de puños y sonrieron, me pareció que sus sonrisas eran aterradoras, segui escondida para lograr descubrir qué diablos hacían de noche en el bosque y porque esos muchachos parecían muy extraños, no se cuanto tiempo paso, pero saque de la mochila mi celular a ver que hora eran, eran las doce de la noche, no lo podía creer, tanto tiempo pase observandolos, sentía que mis piernas dolían, que mi estómago me pedía alimento y que mi cabeza pedía dormir, pero no iba a irme de ahí hasta averiguar qué estaba pasando.
De repente como si me leyeran mis pensamientos un muchacho se levantó pude reconocerlo era ese tal Austin con el que estaba Sam ayer en la fiesta, los miro a todos como si fuesen sus súbditos, dijo algo que no entendí del todo que significaban pero las escuche tan claras que se grabaron en mi mente:
— Queridos hermanos, hoy es noche de luna llena, sus poderes están en la cúspide, es hora de levantarnos y alzarnos, esos vampiros nos han tenido amenazados por siglos, es tiempo de que sientan nuestra venganza, es momento de luchar, sientan el poder, sientan como la luna los llama, dejense llenar de su grandeza y muestren su verdadera naturaleza.—
Al terminar de escuchar esa palabras no pude comprender lo que mis ojos vieron, los agrande tanto que pensé se iban a salir, tuve ganas de gritar, necesitaba alejar a Sam de él, hasta que unas mano fría me tapo la boca, un miedo espantoso corrió por todo mi cuerpo, sentí que moriría ahí, que no iba a ver nunca más a mi papá, ni a mis amigas, cerré los ojos y me deje llevar por unos brazos fuertes que me alzaron sin despegar su mano de mi boca, lo ultimo que logre ver antes de desmayarme fueron unos ojos color zafiros que me miraron furiosos.