— Seré directa, ¿quieres casarte conmigo? — fue la primera vez que vi sorpresa en su rostro. Bastian Chevalier no era cualquier hombre; era el archiduque de Terra Nova, un hombre sin escrúpulos que había sido viudo hacía años y no había vuelto a contraer nupcias, aunque gozaba de una mala reputación debido a que varias nobles intentaron ostentar el título de archiduquesa entrando a su cama, y ni así lo lograron, dejando al duque Chevalier con una terrible fama entre las jóvenes y damas de la alta sociedad.
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Pero su excelencia...
— No creo que sea un lugar adecuado para una jovencita en edad casadera —Dijo un conde de forma tajante. Este había intentado tener negocios con el duque Vitaly, pero este rechazó la propuesta debido a que dicho conde quería que Margaret se casara con su primer hijo, el cual era viudo y de paso, contaba con una pésima reputación siendo un borracho de primera categoria. El duque lo rechazó alegando que su hija no estaba en venta y que, si algún día contemplaba el matrimonio, tenía que ser con un hombre del mismo rango o superior. Esto enfadó a la parte contraria, pues lo estaba humillando por su estatus.
— El emperador y mi padre no opinan lo mismo. ¿Acaso usted está en contra de ambos? El único que puede oponerse a mi presencia, después del emperador, es el archiduque Chevalier —Margaret calló al conde, quien la miraba con burla. Este estaba seguro de que el archiduque lo respaldaría; era bien sabido que no le gustaban las mujeres metidas entre sus filas.
— Sea bienvenida, Lady Margaret. Tener a una jovencita tan inteligente en nuestras filas nos será de utilidad. — El conde se quedó perplejo ante las palabras del archiduque; no entendía qué estaba pasando con el hombre que repudiaba a las señoritas de alta sociedad.
— Pero su excelencia... — El conde no estaba para nada de acuerdo con la decisión tomada por el archiduque.
— Haga silencio, conde Smith. Usted no es quien para ir en contra del rey y del duque Vitaly. Concéntrese en hacer su trabajo, que, por cierto, no es estar discutiendo con una dama como si usted fuera una. Déjele eso a su esposa. — El archiduque lo miró con severidad, mientras otros nobles de alto rango se ríen en su cara.
— Los síntomas son tos, fiebre alta, dolor de cabeza y escalofríos. Los más afectados han sido niños y ancianos. Aunque los síntomas son los de un resfriado común, los pacientes no reaccionan al tratamiento contra la gripe. Todavía no hemos encontrado la causa de la enfermedad, pero los números de muertes van en ascenso —Dijo un marqués con preocupación. Ese pueblo era el principal exportador de aves para todo el reino.
— Puede que el agua esté contaminada — Dijo el conde Derby, quien había ignorado por completo la presencia de Margaret, tratando de resaltar entre los hombres pudientes.
— Si fuera el agua, todos en el pueblo estarían muertos; tiene que haber otra explicación para la epidemia — El archiduque refutó los argumentos del conde Derby, haciéndolo quedar como un incompetente que no sabía nada del tema.
— Llevo tiempo estudiando algunos libros antiguos que se encuentran bajo el poder de los Vitaly. En uno de ellos se habla de enfermedades causadas por los animales. Este pueblo es el mayor proveedor de aves del imperio; tuvieron que cazar algunas infectadas, y estas propagaron la enfermedad. Tenemos que llegar hasta el criadero y verificar si están infectadas. — Margaret se mostraba segura, aunque había dicho una mentira piadosa; no todo era falso, era de conocimiento público que los Vitaly poseían los libros más fascinantes del imperio.
— Eso no tiene sentido, porque la carne también estaría infectada y todo el imperio sufriría las consecuencias —Dijo el conde Derby con suficiencia. Estaba seguro de que esta vez tendría razón.
— Pueden ser aves que no se utilicen para el consumo humano, sino para otras actividades, y hay ciertos animales que solo contagian sus enfermedades por las heces, no necesariamente por consumir la carne — Margaret refutó, haciendo quedar al conde como un verdadero imbécil.
— La teoría de Lady Margaret no es tan
descabellada; un ancestro de la joven estaba estudiando estos males, pero murió y nadie más conocía acerca del tema —Dijo uno de los médicos que estaban presentes. Ni siquiera Margaret sabía tal cosa; tendría que ponerse a averiguar acerca de sus antepasados.
— Partamos de inmediato; tenemos que verificar ese pueblo. Cúbranse la boca y la nariz con pañuelos, no podemos arriesgarnos a contagiarnos — Dijo el archiduque, dándole una ligera mirada a Margaret, quien entendió de inmediato; era bueno que su futuro esposo se preocupara por ella.
Todos partieron de inmediato. Margaret llevaba un vestido ligero que le permitía cabalgar, lo que escandalizó a más de un noble, pero no podían decir nada. El mismísimo señor del hielo, el archiduque Chevalier, la estaba apoyando; era imposible irse en contra de Margaret sin ser perjudicados. La mayoría sabía de los privilegios que tenía la joven y no le prestaba atención a ello, pero una minoría se sentía ofendida por las actitudes de la joven.