¿Qué harías si estuvieras enamorada de tu hermano adoptivo?
Kira Moreau fue adoptada a los cinco años y desde entonces ha visto cómo su vida cambia de la noche a la mañana, pasando de una vida simple y ordenada a una vida lujosa.
Hoy, a sus veintidós años, es el rostro de las joyerías Moreau y, tras una campaña, debe mudarse a la casa de su hermano mayor, Nero. ¡Y ahí descubrirá un sentimiento abrumador que cambiará para siempre sus vidas! ¿Será que este sentimiento es capaz de superar tabúes? ¿Puede el amor vencerlo todo?
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Capítulo 11
Fui a mi habitación, me di un baño para relajarme y refrescarme ya que eran días calurosos por aquí. No quería pasar el fin de semana encerrada en casa y sé que Nico solo podría estar conmigo mañana porque hoy el restaurante estaba bastante lleno.
Me acordé de Atenea y algo me intrigaba en ella, por más que nos vimos solo una vez parecía que teníamos mucho en común y quería conocerla mejor y quién sabe podría ser una amiga con quien contar en estos meses lejos de casa.
Me puse un short saia de tela y una remera a rayas color nude, en los pies tenis blancos cómodos para caminar. Revisé si mi celular tenía batería y luego, me hice una cola alta en el cabello dejando mi flequillo suelto, un maquillaje ligero y gafas oscuras.
Tomé un taxi hasta la cafetería donde ella trabajaba y con suerte la encontraría por allí.
Apenas llegué elegí una mesa, otro camarero vino a atenderme.
—¿Le gustaría hacer su pedido, señorita?
—Solo un agua con gas y limón, por favor.
Se va y entonces busco por el local a Atenea, a quien no encuentro, espero a que vuelva para saber si está por aquí.
—¿Desea algo más?
—Sí, ¿Atenea está trabajando hoy?
Me mira con curiosidad al verme preguntar por una empleada pero responde a mi pregunta.
—Hoy está de descanso.
—¡Vaya, necesito hablar con ella! ¿Tendría algún contacto para pasarme?
—Lo siento mucho, pero puedo ver si el gerente puede pasarle esa información.
—Ok, si puede, por favor, que me facilite el teléfono o la dirección. Dígale que Kira Monreau la busca.
En cuanto me identifico cambia de postura, sabía que el apellido Monreau era conocido y que eso sería una ventaja a mi favor, no suelo usar esos artificios pero sé que solo eso me ayudaría en este momento. El chico va a hablar con el tal gerente y cuando estoy terminando de tomar mi agua vuelve con un trozo de papel en las manos.
—Aquí tiene, señorita Kira, el contacto y la dirección de Atenea Lebanc. Disculpe por hacerla esperar…
—Ah, muchas gracias, no se preocupe.
Se va dejándome sola y entonces cojo mi celular para intentar hablar con ella, jamás aparecería de la nada en su casa, no soy una acosadora.
Cuando estaba a punto de rendirme, contesta agitada.
—¿Hola?
—Hola, ¿Atenea?
—Sí, ¿quién habla?
—Me llamo Kira, me atendió ayer en el café parisiense, ¿se acuerda?
—Claro, ¿hay algo en lo que pueda ayudarla?
—En realidad sí, lo primero es que no me llame señora, jaja… lo segundo es que quería conversar con usted si no está ocupada, estoy aquí en el café… ¿vive usted por aquí cerca?
—Vivo a diez minutos, entonces… estoy terminando de ducharme, en quince minutos puedo encontrarme contigo ahí, ¿qué te parece?
—De acuerdo, en realidad voy para la torre, te espero allí.
Colgamos el teléfono y entonces, pago mi cuenta y voy caminando hacia la Torre Eiffel, postal de la hermosa París, me siento en el césped donde hay mucha gente, algunos grupos de jóvenes conversando, otras parejas tomando fotos y haciendo picnic, turistas yendo de aquí para allá. Me quedo imaginando cómo sería si no hubiera sido adoptada y pasara gran parte de mi vida en aquel orfanato, ¿qué estaría haciendo ahora? ¿Qué rumbo habría tomado mi vida?
—¿Señorita Kira?
Una voz me llama haciéndome volver a la realidad, miro hacia arriba y veo a Atenea parada mirándome, me levanto.
—Hola, Atenea, qué bueno que viniste y te acordaste de mí…
—En realidad te llamé dos veces y no contestaste, así que terminé recordándome de ti cuando te vi, estabas con Nico ayer, ¿verdad?
—Eso, ¿lo conoces?
—Mire, señorita, yo solo lo atiendo en el café y algunas veces a sus hermanos… le juro que nunca he intercambiado ninguna palabra con él ni nada irrespetuoso, ni siquiera me saludaba, a diferencia de ayer, que fue la primera vez que me dirigió una palabra que no fuera el pedido.
—Ey, tranquila, jaja. No te estoy pidiendo ninguna justificación sobre él…
Me mira integrada y cambia de postura.
—Ah, ¿no? ¿No eres su novia?
—Jajajaja, ¡no! Los dos son mis hermanos.
—Vaya, ¡entendí todo mal entonces! Cuando te vi aquí sentada pensé que era por la broma de mal gusto que me hizo, vi que te enfadaste…
—Nico es un poco descarado y la broma que hizo contigo en realidad era para alcanzarme a mí, por eso mi reacción.
—¡Dios mío, menos mal! Ya pensé que sería alguna novia histérica y celosa que quería explicaciones… pero si no es eso, ¿por qué querías verme?
—Tiene sentido lo que piensas, ¡pero relájate! Bueno, puede parecer extraño lo que voy a decir y por favor no lo tomes a mal. La realidad es que ayer en el café, con lo poco que hablamos, me caíste bien, Atenea. Llegué ayer a la ciudad y me quedaré tres meses, así que pensé, ¿por qué no hacer amistades…?
—Y ahí pensaste que yo sería una buena amiga…
—¡Eso mismo!
Sonrío sin gracia, ella me analiza y luego se sienta en el césped. Hago lo mismo.
—¿Te has fijado en nosotras dos? Claramente tú estás forrada de dinero mientras que yo soy una simple camarera que se mata a trabajar para llegar a fin de mes… ¿de verdad crees que funcionaría esta amistad?
—No me importa el dinero, solo sentí que podíamos tener afinidades y bueno, lo entenderé si no quieres.
—Sabes, ayer en el café cuando te vi sentí que ya te conocía, pero pensé que podría ser del propio café, ya sabes cómo es, pasa tanta gente a diario que es difícil de recordar a menos que sea una persona asidua como tus hermanos.
—Por lo visto tuvimos las mismas impresiones, bueno, si estás dispuesta a intentar una amistad, ¡yo estaría feliz!
—Creo que podemos intentarlo, Kira.
—Perfecto.
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