Bruna es una mujer luchadora que enfrenta un dilema: invertir en su carrera sin descuidar a su hija Melissa, y vive el gran desafío de ser madre soltera.
Daniel Colatto, heredero de la mayor constructora del país, reacio a los niños y al matrimonio, ve su vida marcada al conocer a una persona que cambia sus convicciones y su destino...
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Capítulo 12
Daniel:
No sé qué haré, pero necesito a Bruna en mi vida, la deseo con todas mis fuerzas, la quiero en mi vida. Nunca me había sentido así al ver a una mujer por primera vez, pero me sentí atraído, cada movimiento de sus labios me sonaba demasiado sexy, su forma de hablar, de moverse, todo me encanta, ninguna otra mujer me había hecho sentir así.
Hoy llegué incluso más temprano a la empresa, necesito pasar más tiempo con ella, pero llegó a las 8:00, fueron 60 minutos perdidos esperándola.
— Buenos días, linda.
— Buenos días, Daniel.
La agarro.
— Solo Daniel, no merezco nada más.
Ella sonríe y esa es la sonrisa más bonita del mundo, la beso como si quisiera llevármela de aquí y estar a solas con ella.
Ella se sienta al otro lado de la mesa de reuniones y empieza a revisar su trabajo, llamo a Fernanda para que me pase mi agenda y tenía compromisos todo el día, pero Fernanda hablaba y mis ojos estaban en ella y las ganas de estar con ella todo el día gritaban en mi mente.
— Fernanda, cancela todos mis compromisos y los de Bruna, tenemos que prepararnos para la entrega de premios de esta noche.
Fernanda asiente y se retira mientras Bruna me mira asustada.
— Pero yo no tardo ni dos horas en arreglarme si salgo un poco antes.
— ¿Con qué ropa vas a ir?
— Con el mismo vestido que me diste para la fiesta de compromiso de Lara.
— Vamos a comprar uno nuevo.
— Pero no hace falta.
— Sí que hace falta, eres mi mujer y tienes que estar aún más guapa de lo que ya eres, además quiero pasar tiempo contigo.
Se acerca y me abraza por la cintura y yo le sujeto la cara.
— Quiero estar a solas contigo sin interrupciones ni público, quiero disfrutar con calma del sabor de tus besos, me vuelves loco de deseo.
— Hace mucho tiempo que no salgo con un hombre.
— Y a partir de hoy soy tu hombre y saldremos juntos cuando quieras, solo quiero hacerte feliz, ahora se acabaron las lágrimas, estás mejor sonriendo, vamos.
La tomo de la mano y nos dirigimos al estacionamiento, abro la puerta del coche para que pueda entrar y después me dirijo al centro comercial y fuimos a la misma tienda y la hice probarse varios modelos para distintas ocasiones hasta elegir el de la entrega de premios, los otros, sin que ella los viera, mandé que los enviaran a mi casa, sé que los usará en algún momento.
— ¿Y ahora qué hacemos?
— ¿Qué te apetece hacer?
— Mmm no sé..., ¿qué tal una película?
— Hoy soy tu genio de la lámpara y cumpliré tus deseos.
Nunca fui al cine con Lara, muy al contrario, solo iba a fiestas aburridas y eventos de la alta sociedad, ahora estar solo ella y yo a las 10:00 de la mañana en una sala de cine vacía viendo una película de comedia, riéndonos y tirándonos palomitas el uno al otro, me hizo ver a un Daniel que no conocía, fueron los 90 minutos más felices de mi vida.
— Vamos a comer, mi amor.
— ¿Amor?
— Bruna, has despertado en mí sentimientos que nunca antes había sentido, estoy completamente enamorado de ti, te amo, Bruna.
Ella no dijo nada, solo se acurrucó en mis brazos, la levanté y la hice girar.
— Yo también te amo, Daniel.
Le doy un beso en la frente y vamos a la zona de comidas para almorzar, nos reímos, hablamos y decidí seguir los consejos de Miguel, le pregunté por el padre de su hija.
— ¿De verdad quieres saber esa historia?
— No es que eso vaya a cambiar lo que siento o mi visión sobre ti, pero me gustaría saberlo.
— Está bien, mi amor, lo conocí en la universidad, él estudiaba administración de empresas y yo estaba en mi segundo año, fue todo muy intenso, me enamoré y me lancé, acepté su propuesta de noviazgo y llevábamos 6 meses juntos cuando me pidió una prueba de amor y le entregué lo más preciado que tenía, mi virginidad, yo era una ilusa, pensaba que él era el amor de mi vida, que me casaría con él, pero después de esa noche desapareció, estuvo casi 2 meses sin aparecer, yo casi me vuelvo loca por haber sido tan estúpida de creer en él, fue entonces cuando descubrí el embarazo y un buen día lo encontré en el campus y se lo conté, pero él, cómo no, me pidió que lo abortara, que él pagaría el aborto, fue ahí cuando vi que era peor de lo que me imaginaba, así que le mentí, le dije que el hijo no era suyo, tenía que proteger a mi bebé, Carol fue mi apoyo, no tuve valor para dejar los estudios y volver al pueblo donde están mis padres, encontramos trabajo en una hamburguesería a media jornada, y cuando nació Mel dejamos la residencia de estudiantes y alquilamos el apartamento en el que estamos hasta hoy.
Le acaricio la cara y le doy un pañuelo.
— Fueron tiempos difíciles, pero las dos nos turnamos para cuidar de mi hija, y ese desgraciado nunca sabrá lo que se está perdiendo, el amor de una niña increíble.
Respiro hondo.
— Ya no estás sola, me tienes a mí ahora, estaré a tu lado siempre.
— Pero todavía tenemos problemas.
— No hablemos más de cosas tristes, ven, vamos a otra tienda y luego te llevaré a un sitio...