Mis Tres Vidas

Los siguientes días él visitaba la cocina con bastante frecuencia. Siempre me buscaba con algún pretexto o pedía a su sirvienta que yo hiciera la entrega personalmente de mis platillos en su habitación. Ya los demás esclavos estaban notando que nos estábamos aproximando demasiado. A pesar de la mentalidad afable de los patrones, que hubiese una atracción entre ambos no lo iban a aceptar.

Había mucho en juego, mi color de piel, que era una esclava y él un joven adinerado. Una cosa era el buen trato, pero muy diferente eso, que su único hijo estuviese enamorado de una esclava. Tomasa me comentó una vez que el patrón sedujo a una joven esclava una vez cuando era muy joven, al enterarse su esposa la mando a decapitar como castigo y lección para futuras incidencias, jamás volvió hacerlo.

La patrona lo hizo sin temblar su voz al dar la orden personalmente y nada se pudo hacer para salvarla. Por eso ninguna esclava miraba a los patrones y aunque ellos deseen estar con ellas, deben ser discretas, aun cuando sea en contra de su voluntad, ya que puede costarle su vida. Que podía hacer yo, lo amaba y debíamos superar esta prueba para vivir felices por siempre, aunque mi vida estuviese en juego.

Cada encuentro nuestro iba en aumento. Ya no podíamos estar más de tres horas sin vernos. El pidió que me liberaran de la cocina para atenderlo personalmente. Su madre accedió con la condición de que me usará para satisfacer sus deseos, pero no se encariñara. Él fingió que era así, que yo era solo un objeto entre sus manos.

Cuando nos dimos nuestro primer beso fue exactamente como en mi otra vida. Sentí que él era mi mundo entero y yo le pertenecía en esta y todas las vidas posibles. Ya él era mío y yo suya. Solo faltaba probarlo al mundo y así pasar a la siguiente prueba. Pero todo no iría tan perfecto.

Su madre planeaba casarlo lo más rápido posible con Filomena, una joven pálida del Sur, ya que conocía lo suficientemente a su hijo como para notar que no era un simple pasatiempo. Filomena a diferencia de mí era sumamente rica y con la unión su patrimonio con el de ellos la riqueza de ambos crecería hasta un nivel inimaginable. Filomena tenía tuberculosis, no era favorable el pronóstico, por eso debían casarse cuanto antes, para lograr acceder a sus bienes, cosa que su madre omitió.

Arón al saber de los planes de su madre estuvo muy abatido, quería huir conmigo, pero el problema era hacia dónde. Era imposible que pudiésemos hacerlo y que todo saliera bien. La única solución que encontró fue llevarme con él a casa de su futura esposa. Fingir que la amaba y yo aceptar eso. Prometió que solo lo haría de fachada, que su corazón era mío, pero debía hacerlo por nuestro amor, para lograr estar juntos y seguros.

Acepté su oferta y marchamos juntos. Fue un viaje extenso, toda una semana de trayectoria hasta el lugar donde vivía Filomena. Al llegar nos mostraron la habitación de Arón y a mí un cuarto en común con las otras sirvientas de la casa, era como quince de ellas en esa habitación. Todas teníamos una colchoneta para dormir no muy gruesa, pero siempre era mejor eso a la barraca.

Filomena era muy delgada, siempre estaba sin ánimo, no podía caminar distancias largas y prefería dormir la mayor parte del día. Seguir con nuestro amor no fue un impedimento en nuestro nuevo hogar, ya que nadie sospechaba que él me amaba, era común tener una criada personal.

La boda se planificó para el siguiente mes, todos viajarían hasta allí. Yo no tenía celos de Filomena, en cambio me daba mucha lástima verla así tan débil y siendo tan joven. Arón prometido que antes y casarse con ella confesarle que me amaba, que sería solo un compromiso de fachada.