Rocío se encuentra en un matrimonio que no la satisface. Se casó con su esposo solo porque consideró que era lo correcto tras quedar embarazada, dejando en pausa todos sus sueños.
Un accidente de tránsito traerá luz en su camino lleno de oscuridad. Y la pondrá frente a situaciones que nunca imaginó que viviría como madre y como divorciada.
¿Puede el amor regresar a la vida de una mujer que perdió la fe? ¿Podrá aceptar que existen las segundas oportunidades?
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IX - Dejar ir
Capítulo nueve
Rocío se había decidido a buscar empleo después de tomar la difícil decisión de separarse de Marcelo. A pesar de la tristeza y el estrés emocional, se esforzó por mantenerse firme en su determinación de rehacer su vida profesionalmente. Preparó su currículum y comenzó a enviar solicitudes a distintas empresas y organizaciones.
Una de las aplicaciones que más le llamó la atención fue para una empresa emergente que buscaba un gerente de marketing. La descripción del puesto encajaba perfectamente con su experiencia y habilidades. Tras enviar su solicitud, recibió una respuesta inmediata para una entrevista al día siguiente.
El día de la entrevista, Rocío se presentó puntualmente en la dirección indicada. El edificio era moderno, con una fachada elegante que denotaba éxito y profesionalismo. Al entrar, se sintió un tanto intimidada por la atmósfera corporativa y el aire de competencia que flotaba en el ambiente.
Una asistente la llevó a una sala de espera, donde había otras personas que también esperaban por sus entrevistas. Se sentía ansiosa, pero trató de mantener la calma y repasar mentalmente sus logros y experiencias laborales.
Finalmente, la llamaron para su entrevista. Fue conducida a una sala de reuniones, donde un panel de tres personas la esperaba. El líder del panel, un hombre con aspecto serio y traje impecable, comenzó la entrevista con una mirada escrutadora.
La entrevista parecía estar en curso hasta que uno de los miembros del panel interrumpió a Rocío para cuestionar su experiencia, de manera bastante brusca.
—¿De verdad cree que está calificada para este puesto? —inquirió de manera despectiva.
Rocío se sintió incómoda e insegura ante la agresividad inesperada de la entrevista. Trató de mantener la compostura y explicar sus habilidades y logros, pero las interrupciones continuaban. Los miembros del panel parecían haber juzgado su perfil antes de darle una oportunidad real para demostrar su valía.
—¿Tiene manera de comprobar todo lo que dice? —preguntó la mujer de la punta—. Parece que tomó el curriculum de esposo y quiere hacernos creer que desde su hogar manejaba la empresa de su suegro. Ridículo.
Después de un rato de preguntas hostiles y comentarios desalentadores, la entrevista terminó. Rocío se retiró del edificio con un nudo en el estómago. Se sentía desanimada y cuestionada en su capacidad profesional. La experiencia no había sido lo que esperaba; se había sentido menospreciada y evaluada de manera injusta.
A pesar de todo, decidió no permitir que ese episodio minara su confianza. Se recordó a sí misma que tenía mucho que ofrecer y que merecía un entorno laboral donde se valoraran sus habilidades y experiencia, y había comprendido que tal vez había hecho un mal enfoque. Ella no podía justificar la participación en la empresa de su suegro, pero sí mostrar sus habilidades, por lo que buscaría un empleo donde pidieran demostrar esa clase de conocimiento.
Esta experiencia le enseñó que, aunque el camino hacia un nuevo trabajo podría ser difícil; aun así, ella era capaz de enfrentar los desafíos. Determinada a encontrar un lugar donde pudiera desarrollarse profesionalmente, continuó su búsqueda de empleo con más convicción y resistencia que nunca.
Rocío, aún afectada por la desalentadora entrevista, recibió una llamada de su madre que interrumpió su búsqueda de empleo. Preocupada por la voz temblorosa de su madre al teléfono, decidió dejar su búsqueda laboral en pausa para atender el llamado.
Rocío agarró el teléfono al ver el nombre de su madre en la pantalla.
—Hola, mamá —dijo la mujer mientras cruzaba la calle. Tenía que buscar las cosas para preparar la cena y además debía cambiar el vestido que Andrea se había comprado para su presentación, ya que no le gustaba cómo le quedaba a la altura de las piernas.
—Rocío, ¿cómo pudiste dejar a Marcelo solo en el hospital? No importa lo que haya pasado entre ustedes, él es tu esposo y necesita tu apoyo —se apresuró a decir la madre.
—Mamá, las cosas entre Marcelo y yo no están bien. No puedo explicarlo ahora, pero hubo cosas… —Rocío no quería contarle a su madre lo ocurrido, por teléfono.
—¡No me importan tus excusas! Él es tu esposo, tu deber era estar a su lado —continuó tratando de presionarla.
Rocío suspiró, intentando encontrar las palabras adecuadas.
—Mamá, él me ha…
—No me vengas con tus historias, Rocío. ¿Qué ha hecho? Eres su esposa, tu lugar es el más importante y debes hacerte respetar. No dejes que te abandone —dijo la mujer sorprendiendo a su hija.
—No, mamá, él… él me engañó. Me fue infiel y no voy a quedarme de brazos cruzados —indicó Rocío, molesta por la conducta de su madre.
Hubo un silencio incómodo al otro lado de la línea.
—Bueno, querida, estas cosas suelen pasar. Los hombres a veces son débiles, pero debes perdonarlo, es tu esposo. Tienen dos hermosas hijas juntos, no puedes tirar casi veinte años a la basura —indicó su madre en un tono más amigable.
—¡Pero mamá! —Rocío luchaba por mantener la calma—. Fue más que eso. Me mintió, me engañó durante mucho tiempo y… —Rocío no podía comprender por qué su madre actuaba de ese modo.
—No dramatices, Rocío. Tienes dos hijas que mantener, ni siquiera tienes trabajo. Tu familia tiene que estar unida. Perdónalo, que te compre un coche, otra casa, lo que sea, pero regresa con él. Una familia no es viable sin tu esposo. Tienes que pensar en ello, regresa a su lado y arregla las cosas. No quiero que tus hijas crezcan sin su padre.
Rocío sintió una mezcla de frustración y dolor. Intentó una vez más.
—Lo siento, mamá; sin embargo, no puedo volver con él. Aunque me vuelva una mancha en tu perfecta vida, no me voy a arrepentir de esto —aseguró Rocío y antes de que su madre respondiera, alguien empujó a Rocío y su móvil cayó al suelo.
—¿Estás bien? —preguntó un hombre algo más joven que ella, parecía deportista.
—Sí, es solo que mi móvil… —Cuando Rocío lo levantó se dio cuenta de que se había roto.
—Lo siento, no fue mi intención, indicó el hombre de no más de treinta años.
—Tranquilo, me hiciste un favor. No pensaba dejarlo ir, pero me di cuenta de que necesitaba hacerlo después de que se rompió —comentó ella, aunque no hablaba de su teléfono.
El hombre la miró sin comprender, aunque no pudo dejar de verla. La mujer le pareció hermosa, aunque se notaba que estaba triste.
—¿Puedo hacer algo por ti? —preguntó él con una preocupación impropia de su accionar normal.
—No, tranquilo. Sigue corriendo —indicó ella y antes de marcharse él la detuvo.
—Toma, si en algún momento se te ocurre como puedo compenzarte esto me dices —le ordenó él.
Autora: Osaku
El mundo de Osaku siempre es un pañuelo!! Y todo, tarde o temprano termina saliendo a la luz 😱😱😱
Igual estoy tratando de hilar las situaciones y no sé cómo se dió el famoso encuentro.