Cleoh era solo un nombre perdido en una línea secundaria de una novela que creyó haber olvidado. Un personaje sin voz, adoptado por una familia noble como sustituto de una hija muerta.
Pero cuando despierta en el cuerpo de ese mismo Cleoh, dentro del mundo ficticio que alguna vez leyó, comprende que ya no es un lector… sino una pieza más en una historia que no le pertenece.
Sin embargo, todo cambia el día que conoce a Yoneil Vester: el distante y elegante tercer candidato al trono imperial, que renunció a la sucesión por razones que nadie comprende.
Yoneil no busca poder.
Cleoh no busca protagonismo.
Pero en medio de intrigas cortesanas, memorias borrosas y secretos escritos en tinta invisible, ambos se encontrarán el uno en el otro.
¿Y si el destino no estaba escrito en las páginas del libro… sino en los espacios en blanco?
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CAPITULO 7
Cleoh se acomodó nuevamente en la cama y abrió el primer libro, el libro de historia. El olor a tinta envejecida lo envolvió, y leyó las primeras líneas de aquel libro, escritas con una caligrafía solemne.
”Mientras las provincias recuerden el juramento, el Alba no caerá“
Hace cuatrocientos siglos, las tierras que hoy conforman el imperio Darcon, estaban divididas entre diversos reinos independientes. Mientras los Reyes discutían y luchaban entre sí por las fronteras, los recursos y el prestigio para demostrar cuál de ellos era la mejor nación, la verdadera amenaza provenía de un lugar donde se filtraba energía inestable, seguida de criaturas desconocidas.
A este lugar se le llamó Grieta del Velo, ubicadas el Gran bosque del Velo Negro un lugar desconocido para el ojos humano. Algunas eran pequeñas y se sellaban con facilidad; otras, en cambio, liberaban monstruos que ningún ejército individual de caballeros podía contener.
Los reinos resistieron hasta cierto punto, pero lo hacían solos. Y solos estaban destinados a caer.
Fue entonces cuando apareció el hombre que cambiaría la historia: Darcos Aurelian.
Darcos no era rey ni noble. Era el discípulo más prometedor de los Arcanistas de Auria, una orden dedicada a estudiar la magia que fluye en el mundo. Darcos fue el primero en hacer frente a las criaturas que surgían de las grietas y el primero en lograr sellarlas.
Sin embargo el avance de las criaturas era demasiado para detenerlo por sí mismo. Por ello emprendió un viaje por las capitales de los reinos y habló con cada soberano. No ofreció amenazas ni promesas vacías. Les mostró, con sus propios ojos, lo que ocurriría si continuaban divididos:
"Si cada reino lucha por sí mismo, todos serán devorados. Si se unen, construirán siglos de paz"
Al principio, pocos lo escucharon. Pero las grietas siguieron abriéndose, y cuando los monstruos arrasaron el Reino de Hálmer en una sola noche, —sus murallas reducidas a escombros, sus ciudades convertidas en silencio—, los reyes finalmente dejaron de discutir
La lluvia seguía golpeando el ventanal con una cadencia monótona, casi hipnótica. Cleoh pasó la página con cautela y continuó con la lectura.
Mientras leía, sintió cómo el relato se desplegaba en su mente con la amplitud de una escena viviente.
Tras la caída de Hálmer, los soberanos de los reinos finalmente accedieron a reunirse. La asamblea se llevó a cabo en Aurias, la ciudad natal de Darcos Aurelian.
Aquella reunión sería recordada por generaciones como La Convocatoria del Alba
Allí Darcos no habló de conquistas, ni de dominio, ni de quien gobernaría sobre quien. Habló de supervivencia.
“No necesitamos un rey.”
“Necesitamos un guardián.”
Muchos se resistieron a la idea de renunciar a sus coronas. Pero con la noticias de nuevas criaturas surgieron como eco de pesadillas —pueblos desaparecidos, bosques devorados, caravanas convertidas en sillencio—, la soberanía se volvió un lujo que ya no podían permitirse.
Fue entonces cuando Darcos reveló la existencia de un antiguo conocimiento: la Llama del Aurelian, una fuerza nacida de la unión entre espíritu humano y la energía viva del mundo. No era magia común, no dependía de libros, ni fórmulas, ni linaje sino una luz interior que solo podían despertar en aquellos que reconocieran un propósito mayor que su propio nombre.
Él mismo la portaba y la mostró frente a todos.
La sala se llenó de una luz dorada, cálida y grave, como el resplandor del amanecer que se alza después de una larga noche. Todo gobernante que lo vio comprendió que aquello no se trataba de sumisión... Sino de liderazgo nacido del deber.
Fue entonces cuando el juramento fue sellado.
Cada reino entregó sus tierras, sus recursos y sus hombres para formar algo nuevo
El imperio Darcon.
Un gobierno que no está basado en linajes de sangre, sino en responsabilidad compartida.
Darcos fue llamado Custodio imperial. El primer y único guardián del Alba. El primer emperador. —y su deber era guiar y proteger a su gente de las amenazas que se ocultaban tras las sombras de lo desconocido—Desde entonces, durante cuatro siglos, el imperio ha conocido la estabilidad.
Las grietas aún existen, pero su influencia es menor. La gente vive, trabaja y sueña bajo la protección de la Llama.
Con el tiempo, el imperio se organizó en cinco provincias, cada una encargada de proteger, sostener y fortalecer:
Aurelian - capital real y centro de gobierno y la magia
Caisent - guardián del norte y las fronteras y los monstruos que emergen de las grietas.
Vester - las forjas, el acero y las escuelas marciales
Mirael - academias, arte y diplomacia
Solmath - puertos, comercios y navegación.
Mientras leía el libro con atención, su mirada se detuvo , Ahí estaba, el nombre de aquella familia a la que ahora pertenecía:
Caisent.
