La Ceo Del Diablo

Sabrina Romano:

—La tengo —grita Monse y yo la miro —hay una camara y puede tener algo, debemos ir

—Manda a alguien por ella — le dijo mientras veo como Isidro está haciendo llamadas, me levanto y tomo un vaso de tequila, me lo tomo de un solo sorbo, en eso tocan a la puerta —Adelante —entra Alexander

—Afuera está Salvatore D'Angelo, que quedó de verse con tu padre, pero no llego, y por eso está aquí, para ofrecerte su ayuda

—Hazlo pasar, veamos que sabe —Alexander asiente y sale, yo miro por la ventana, como la luna ilumina más de lo normal, en eso escucho abrirse la puerta, Volteo y miro unos ojos grandes y verdes, una barba bien definida, se ven tatuajes en su cuello y manos, tiene una mirada intensa e impotente, mide aproximadamente un metro ochenta, y su cuerpo es de atleta o gimnasio, está bien formado, sonrió embobada al verlo, y el sonrió, una sonrisa perfecta, unos labios que incitan a besarlos, me acerque a el y le extendí la mano

—Soy Salvatore D'Angelo, hijo de un antiguo socio de Leonardo Romano —su simple toque me provocó escalofríoa, haciéndome tener pensamientos impuros.

—Sabrina Romano, un placer. —le dijo y nuestras manos duraron varios segundos unidad, hasta que un carraspeó me hizo reaccionar, ví a Isidro mirando con una ceja levantada —ella es Monse Lucio, mi mejor amiga, y el es Isidro Montenegro un amigo —lo veo como los saluda con un asentamiento

—El es Piero Gambino, mejor amigo y mano derecha —saludo al amigo, que está igual de guapo, y veo como mira de reojo a Monse, pero creo que a Monse le gusta Alonso, y eso quiere decir que no tiene oportunidad o quien sabe

—Me dicen que te verías con mi padre

—Si, a si es, no sabía que Romano tenía una hija, y tan guapa

—Si, gracias, muy pocos saben de mi existencia, o sabían, desde que me estoy haciendo cargo de la empresa, pues estoy en la vista de muchos

—Me lo imagino, pero sabes mantener perfil bajo

—Me lo enseñó mi padre, hablando de el, no sabemos de él —le cuento todo, y lo que sabemos.

—Tienes un sospechoso

—Si —miro a Isidro que solo ve de reojo a Salvatore, que parece que no le cayó —el tío de él —Salvatore mira a Isidro, y después a mi

—Entiendo, lo que no entiendo es, que si es su tío, que hace aquí

—Facil, podrá ser familia, pero eso no le quita lo mal nacido a ese desgraciado, que por mi se puede ir al infierno —dice ya molesto, Salvatore parece ignorarlo y le dice algo a su amigo, que sale de la oficina

—Un trago

—Si, un whisky —se lo doy y me sirvo otro tequila, a los minutos entra el amigo y le da una tableta y le dice algo, este solo asiente.

—Quieres uno —le dijo al amigo y este asiente, le sirvo uno y se lo doy

—Podemos hablar a solas —me dice Salvatore, yo solo asiento y lo llevó a otra oficina, que es la de mi padre, entra el y Piero

—Que sucede

—Aqui tengo esto, es una bodega abandonada, pero existe la posibilidad de que esté ahí tu padre.

—Por que haces esto

—Dijamos que es uno de tantos favores que mi familia le debe a la tuya, y aparte Leonardo salvó a mi padre varias veces, gracias a él, el sigue con vida

—Ok, entonces vamos, haber que encontramos —este asiente y le hablo a Alexander —prepara a los hombres, saldremos, Monse dales a ellos dos unos comunicadores, el de Salvatore unelo al mío, y el de Piero a él tuyo, Isidro estás seguro de ir, si tú tío lo tiene no dudare en disparar si lo toco —veo como Isidro lo duda unos segundos y eso basto para pedirle que no fuera —vete a casa, y previene a tu familia, lo que pasara —este me ve y sale furioso

—A tu novio no le agrado mi presencia

—No es mi novio, y su familia daño a la mía, a si que allá sabrá el —el asintió y subimos a los carros, yo subí a mi Bugatti y Salvatore a un Lamborghini rojo, iba por delante yo, de tras de mi Salvatore, Alexander con Monse y después Piero, y al final más de 10 camionetas, manejamos hasta la ubicación y ahí estaba la bodega, rodeada de hombres —estas listo —le dije a Salvatore

—Naci listo, y somos dos Mafias fuertes podremos con esto —sonrei ante eso y acelere hasta la bodega, tome el radio y hablé

—Ahora todos a sus posiciones, quiero al desgraciado vivo, y la prioridad es su jefe, Leonardo Romano

—Entendido

—Copiado —decian todos, frene de golpe y baje con mi arma en mano, empecé a disparar a quien se me cruzará en el camino, esquivé algunos golpes, y camine entre la lluvia de balas que se empezaba a oir, en eso ví a Salvatore a mi lado

—Invitame a la fiesta —este sonríe, provocando que yo también sonría

—Pues vamos —entramos disparando a los que cubrían la puerta, llevábamos hombres cuidandonos la espalda, ví abrirse una puerta y apunte a ella ví a mi padre salir todo golpeado, casi no podía caminar, y atrás de el venía el imbécil ese, me mira y ríe.

—Tu a cambio de su vida —mi padre negaba con la cabeza, su mirada de suplica —decide, recuerda que puedes ser mi hija

—No lo soy, y lo agradezco, me quieres a mi, perfecto, aqui me tienes, suéltalo y me entrego.

—No, no lo hagas —grito mi padre

—Que haces, no te irás con el cierto —dice Salvatore

—Me crees imbecil, me queda una bala, y lleva su nombre —veo como empuja a mi padre, y Alexander lo alcanzó a tomar camino hasta ese imbécil y sonrió —espera, debes ver algo primero —hago una seña y entra Monse con la esposa y la mamá de él

—Que haces con ellas

—Lo mismo que hiciste con mi padre —en eso aparece Isidro

—Ellas no son responsables de nada.

—Mi madre tampoco, y aún a si el abuso de ella, y tú padre me arruinó la vida a mi, abuso de mi, y mató a mi madre, nosotras tampoco teníamos la culpa, de lo enfermos que son en tu familia

—No lo hagas Sabrina, mi madre también fue víctima —levante mi mano con mi arma y apunte a las mujeres frente a mi, en eso ví la rabia del tío, y sin dudarlo le dispare a el en la cabeza, tome mi otra arma y se la descargue toda en su cuerpo, matandola, lo ví en un charco de sangre y lo mire

—Te veo en el infierno imbécil —mire a Isidro quien tenía una sonrisa en sus labios y solo asintió, salí de ahí, mi padre ya iba en una camioneta, me detuve antes de subir y mire al cielo.

*Nadie, pero nadie volverá hacernos daño mamá*

pensé para mí misma subí a mi auto y acelere, en eso escucho a Salvatore por el comunicador —eres buena, pero estás bien

—Mejor que nunca —sonrei y acelere.

Salvatore D'Angelo

Piero Gambino