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Destinada A Amar Al Alfa

Destinada A Amar Al Alfa

Status: En proceso
Genre:Hombre lobo / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Pareja destinada
Popularitas:3.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Luna Ro

Cuando la familia de Saya es tomada como rehén por los soldados del despiadado Alfa Kadir, el destino parece sellado. Sin embargo, en medio del caos, aparece Savir, el Alfa supremo de la manada Luna Dagda, un lobo temido en todas las regiones por su fuerza implacable y su corazón helado desde la muerte de su compañera.
Como pago por su vida, el padre de Saya promete entregarle a su hija mayor en matrimonio... sin imaginar que esa hija ya ha sido prometida a otro.
La deuda debe saldarse, y la única opción es Saya.
Obligada a ocupar el lugar de su hermana, Saya es entregada al Alfa como una novia de reemplazo, condenada a compartir lecho y manada con un lobo al que teme... y que no tiene intención alguna de amar.
Savir ha jurado lealtad eterna a su compañera fallecida. Para él, Saya no es más que una sombra, una sustituta.
Pero hay un secreto que el destino no tardará en revelar: la sangre de Saya lleva la marca. Ella es su verdadera pareja destinada.

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Capítulo: Soy la esposa del Alfa

Caminaron hasta el jardín trasero, era un lugar enorme, llegar hasta el  otro extremo les tomó casi diez minutos.

Al llegar, los guardias abrieron las puertas y caminaron por una alfombra roja.

Mientras las personas estaban ahí, eran lobos del séquito de la manada, lanzando pétalos de rosas sobre sus  pies.

—Sonríe —murmuró Alfa Savir.

La novia, enfundada en el vestido rojo de terciopelo, con el largo velo y la trenza en el cabello, sonrió a todos.

Savir no sonrió, pero su gesto se volvió más relajado.

Llegaron hasta un vasto jardín, donde estaba el consejo de ancianos y la sacerdotisa, quien los llevó a detenerse sobre un círculo de rosas.

Había un altar adornado por un círculo de flores, orientado al norte. Sobre cada punto había una antorcha encendida, un cuenco con sal y otro con tierra.

Una dama trajo un ramo de violetas para Saya, ella lo tomó en su mano.

La sacerdotisa, que llevaba consigo incienso, y un polvo extraño, lo lanzó encima de ellos, hizo raros sonidos, y luego alzó sus manos al cielo. Recitando unas palabras incomprensibles. La Luna nueva brillaba en esplendor

—Diosa Luna, escúchame, ¡Oh, Diosa Luna! ¡Escúchame! Estamos aquí presentes para ser testigos de dos almas que se unen, para que sus fuerzas y cualidades se dupliquen y suplan sus carencias con el apoyo del otro —dijo la sacerdotisa con los brazos hacia el cielo claro.

Los demás invitados estaban en círculo alrededor de Saya y Savir, cerraron los ojos.

—Hago un llamado a la paz —dijo la sacerdotisa, girando a cada dirección—. Que haya paz en el este, así sea. Que haya paz en el sur, así sea. Que haya paz en el oeste, así sea. Que haya paz en el norte, así sea. Que haya paz a través de todos los mundos y las realidades. Que mi Diosa Luna Dagda así lo quiera.

La sacerdotisa se acercó a la pareja, y tomó sus manos, entrelazándolas en forma del símbolo infinito, cruzando la mano derecha de uno, con la mano izquierda del otro.

—Lady Saya, ¿Une su vida al gran Alfa Savir con libertad?

Saya sintió un nudo en la garganta, pero habló tan rápido como pudo reaccionar.

—Sí.

—Alfa Savir, Alfa de Alfas, ¿unes tu vida a Lady Saya con total libertad?

Por un instante, Alfa Savir se quedó callado, ese instante fue eterno, él pensaba en Maeve, podía imaginarla ahí, atestiguando su traición.

—Sí —dijo y los ancianos respiraron con alivio.

La sacerdotisa unió sus manos con un hilo rojo.

Es hora de hacer la promesa de amor de los esposos, a nombre de nuestra amada Diosa Luna.

Savir pensó que Saya no sabía esa promesa.

Rompió la tradición y comenzó él.

——Luna Saya; tú saltas, yo salto, tú caes, yo te levantó, tú ardes, y yo quemó el mundo por ti, tú me guías, yo te ilumino, tú gritas, yo soy tu eco, eres mi suerte, yo soy tu alma, por cada día en esta tierra, por cada estrella; en viento, en el sol, en esta vida y en todas las que viva, te encontraré, te amaré con la fuerza del sol, con la fe de la Diosa Luna y con el amor del universo. Así sea.

—Alfa Savir; tú saltas, yo salto, tú caes, yo te levantó, tú ardes, y yo quemó el mundo por ti, tú me guías, yo te ilumino, tú gritas, yo soy tu eco, eres mi suerte, yo soy tu alma, por cada día en esta tierra, por cada estrella; en viento, en el sol, en esta vida y en todas las que viva, te encontraré, te amaré con la fuerza del sol, con la fe de la Diosa Luna y con el amor del universo. Así sea.

—¿Juran traer paz, amor, y felicidad a su unión? —dijo la sacerdotisa

—Lo juro.

—Lo juro —aseveró Savir

Luego la anciana Lynn trajo esa vela, juntos encendieron la llama.

Los invitados aplaudieron, esperaban ese beso.

Ellos se miraron fijamente.

Alfa Savir pudo sentir que ella temblaba, podía notarlo, se acercó lentamente, y rozó sus labios en un dulce y breve beso.

La fiesta que siguió duró por toda la noche.

Estaban en un salón del castillo.

Una música comenzó cuando Kendra fue al centro y comenzó a bailar.

La omega bailaba con gran descaro para AlfaSavir y él fijó su mirada en ella.

Saya se puso roja hasta las raíces, no sabía qué hacer, ni dónde esconderse.

Ya los ancianos miraban a la mujer con furia, mientras los lobos más jóvenes admiraban y  aludían. La hembra parecía buscar ser la tentación de Savir.

Saya sintió que ardía en celos. Sonrió con cinismo para intentar apaciguar su rabia.

Tomó la mano de Savir que, al sentir su toque, se giró a mirarla, confundido.

Ella le sonrió.

—Baila muy bien su examante, ¿no lo cree?

Alfa Savir se echó a reír.

—¿Te gustaría bailarme así?

El rostro de Saya se enrojeció de rabia.

—Tal vez ella vaya a bailarle.

—Puede ser, tal vez, más noche, vaya a buscarla a su cama.

Los ojos de Saya le miraron perplejos, hubo un dolor en su mirada y Alfa Savir pudo notarlo.

Ella desvió la mirada, sin demostrar nada, mientras Kendra seguía retorciéndose como un gusano en sal.

—¿Celosa? — susurró el Alfa en su oído.

—Para nada, al contrario, estoy agradecida.

Savir frunció el ceño.

—¿Agradecida? ¿Y a que debemos su gratitud, Luna Saya?

—Si va a la cama de esa mujerzuela, mi cama estará libre de usted, me considero afortunada.

La sonrisa de Alfa Savir se borró, luego volvió a sonreír.

Savir bebió su copa, y sus ojos relampaguearon de una forma rabiosa.

Pidió que llamaran a la dama principal de Saya.

La loba se acercò.

—Lleve a la Luna a nuestra habitación, que me espere cómo debe esperar una Hembra a su macho.

Alfa Savir disfrutó decir esas palabras, y sonrió, mientras el rostro de la pobre Saya se desconcertaba.

Saya se levantó y fue con la dama, mientras todos se levantaban para despedirla.

Otro grupo de lobas bailó y Kendra salió de ahí.

La loba corría para alcanzar a Saya y, cuando lo hizo, se acercó a ella tanto que la dama se quedó perpleja.

—Lady Saya, ¿ya lo sabe? Volveré a la cama real, no hay nada que pueda evitarlo, podrá ser la esposa, pero siempre seré una sombra.

Saya se giró a mirarla, sus ojos fueron feroces.

—¿Quién eres tú para mirarme a los ojos? ¡Ahora soy una Luna! ¡Guardias! Azoten a esta loba, que no es respetuosa con su Luna.

La omega fue llevada al suelo y le dieron un buen azote, ella chilló del dolor.

Saya sonrió maliciosa, luego se alejó de ahí.

Incluso su dama, se quedó perpleja ante su actitud. Saya no sintió ninguna compasión por esa loba, porque pensó que si ella estuviera en su lugar haría lo mismo.

***

Al llegar a la habitación, Saya temblaba de miedo, su dama estaba consigo.

Entró la curandera y trajo ese té.

—Bébalo, mi Luna, es un té para calmar los nervios, es una orden de Lady Lynn.

Saya observó el té, lo bebió con rapidez, era amargo, pero lo soportó.

La curandera la miró triste, pero nada pudo hacer, luego se fue, dejando a Saya con su dama.

—¿Qué debo hacer? —exclamó, mientras su corazón latía como un condenado a muerte.

—Cálmese, mi Luna —dijo, haciéndola una suave reverencia.

—¿Sabes qué pasará? Porque no sé nada —dijo Saya  con los ojos casi al borde del llanto.

La loba asintió.

—Debe desnudarse, y recostarse. Cuando el Alfa llegue, él irá a la cama a su lado.

Los ojos de Saya se abrieron incrédulos.

Pensó en que, no era la primera vez que estaría desnuda delante de Alfa Savir, pero eso no era lo peor que esta vez debía ocurrir.

Ella tomó sus manos con fuerza.

—Dime la verdad, ¿qué pasará? ¿Será tortuoso?

La omega humedeció los labios.

—Depende, mire, puede cerrar sus ojos, y dejé que el Alfa haga lo que deseé. A veces duele un poquito, pero pasará; además, no dura mucho, mi Luna, solo sea paciente.

Ella asintió.

—¿Ya debo desnudarme?

La mujer asintió.

—Sí, no sabemos cuándo volverá, y, no sé si él llegue a tiempo.

—¿Ya debo dormir aquí por siempre?

—Solo si el Alfa lo decide, de lo contrario, yo permaneceré en la sala de los criados, y si me necesita, de inmediato vendré.

Saya asintió. La omega ayudó a que se desnudara, luego  la ayudó a meterse en la cama ya hecha, la envolvió en esas mantas calientes.

Luego de una reverencia, la omega se fue.

Saya tuvo mucho miedo. Esperaba, hasta que casi se quedó dormida.

De pronto, escuchó unos pasos, abrió los ojos y vio a ese macho caminando por la habitación.

—Despierta, esposa, no es hora de dormir —dijo con voz grave.

Saya sintió miedo, observó como Alfa Savir se quitaba la ropa frente a ella.

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Kelestine Santoso
Actializa plissss
Bea Rdz
Esto me emociona
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