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El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

Status: En proceso
Genre:Romance / Yaoi / Amor a primera vista / Diferencia de edad
Popularitas:6.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Arim Dan Kim Gwon, un poderoso CEO viudo, vive encerrado en una rutina fría desde la muerte de su esposa. Solo su pequeña hija logra arrancarle sonrisas. Todo cambia cuando, durante una visita al Acuario Nacional, ocurre un accidente que casi le arrebata lo único que ama. En el agua, un desconocido salva primero a su hija… y luego a él mismo, incapaz de nadar. Ese hombre es Dixon Ho Woo Bin, un joven biólogo marino que oculta más de lo que muestra.

Un rescate bajo el agua, una mirada cargada de algo que ninguno quiere admitir, y una atracción que ambos intentan negar. Pero el destino insiste: los cruza una y otra vez, hasta que una noche de Halloween, tras máscaras y frente al mar, sus corazones vuelven a reconocerse sin saberlo.

Arim ignora que la mujer misteriosa que lo cautiva es la misma persona que lo rescató. Dixon, por su parte, no imagina que el hombre que lo estremece es aquel al que arrancó del agua.

Ahora deberán decidir si siguen ocultándose… o si se atreven a dejar que el amor, como los latidos bajo el agua, hable por ellos.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La noche aún es joven.

La respiración de Dixon todavía estaba entrecortada cuando vio a ese galán levantarse de la cama y cambiarse el preservativo con una calma casi provocadora.

—¿Qué...haces? —preguntó Dixon, aún recostado, con el sudor brillando en su piel.

Arim sonrió con esa mezcla de picardía y dominancia que lo volvía tan desconcertante.

—Preparándome para el proximo round.

Dixon abrió los ojos de golpe, incrédulo.

—Ni lo pienses…

Arim se inclinó sobre él, sus labios rozándole la oreja.

—Pensé que querías que fuera memorable. Señor delfín.

—Memorable, pero no para que me mandes al más allá. Estamos muy tomados. Paremos aquí. Seré un delfín que se ahogan de tanta pasión.

—Será toda la noche, mi pequeño delfin. Así que mejor acostúmbrate. Y no lo niegues… te encantó tanto como a mí. Mira nada más la cama.

Dixon bajó la mirada y sintió calor en el rostro al notar lo evidente.

—Eso… eso es involuntario. No hagas caso a esas pequeñeces.

Arim se rió bajo, deslizando los dedos por la espalda de Dixon hasta rozar su agujero húmedo.

—¿Lo sientes?

—Mmmm...

—Involuntario o no, quiero más, mira nomás como me succionas el dedo. Mírame, Delfín… —susurró, y esos ojos ardientes detrás del antifaz lo hicieron estremecerse.

Dixon se giró sobre la almohada, rindiéndose nervioso con un suspiro.

—Bien… pero hazlo rápido señor domador de delfines. Tu tamaño no es una broma.

Arim lo besó con hambre, como si hubiese esperado esas palabras toda la vida. Y, sin más demora, empezaron de nuevo, el cuerpo perfecto de Arim fundiéndose con el suyo en una mezcla de deseo y resistencia que terminó por consumirlos otra vez.

Arim apenas terminó de colocarse el nuevo preservativo, se inclinó sobre él con esa sonrisa ladina que Dixon ya comenzaba a reconocer como peligrosa.

—No te hagas el duro —susurró Arim, rozando la comisura de sus labios—. Tus gemidos me dicen lo contrario.

Dixon cerró los ojos con fuerza, apretando la sábana como si quisiera hundirse en él. El calor que lo envolvía era demasiado, y aunque su cuerpo gritaba cansancio, había algo en la forma en que Arim lo miraba, como si lo devorara con los ojos, que lo hacía ceder.

Cuando Arim lo penetró de nuevo, Dixon dejó escapar un jadeo entrecortado. El alfa lo sostuvo de las caderas con firmeza, marcando un ritmo que hacía chocar sus cuerpos contra la cama ya desordenada.

—¿Ves? —murmuró Arim, inclinándose para morderle el cuello—. Tu cuerpo me pide más aunque tu boca lo niegue.

Dixon quería replicar, pero un gemido ahogado se le escapó en su lugar. Se mordió el labio, odiando lo vulnerable que se sentía, y al mismo tiempo… lo mucho que lo estaba disfrutando.

Los movimientos de Arim eran más lentos al inicio, como para torturarlo, pero luego aumentó la intensidad, haciéndolo arquearse sobre la almohada. Dixon se aferró a ella como si fuera su único refugio, mientras la respiración de Arim se mezclaba con la suya en el aire cargado de deseo.

—¿Cómo es que eres tan bueno en esto?

—Te lo advertí —gruñó Arim, hundiéndose aún más—. Esta noche es mío.

Y Dixon, pese a todo, terminó rindiéndose.

Arim no tuvo compasión esa segunda vez. Dixon creyó que sería rápido, pero estaba equivocado. El lo llevó al límite, cambiando el ritmo, controlando cada gemido que escapaba de sus labios. Dixon sentía que su cuerpo no le respondía, temblaba y se aferraba a las sábanas empapadas, rogando por un respiro, pero Arim solo bajaba su boca a su cuello y lo hacía estremecerse aún más.

—Domador… basta… —susurró, con la voz quebrada, sin fuerzas.

—¿Basta? —Arim sonrió contra su piel, jadeando—. Mira cómo me aprietas, Delfín… tu cuerpo quiere más aunque tu boca diga lo contrario.

El gimió, su rostro enrojecido contra la almohada, las lágrimas escapando de sus ojos por la intensidad del momento. Era demasiado, cada embestida lo hacía sentir que se rompía y al mismo tiempo que volaba. Arim disfrutaba verlo perder la compostura, ese contraste entre su inocencia y la manera en que lo recibía era lo que lo volvía loco.

Dixon intentó apartar su cadera un poco, buscando descanso, pero Arim lo sujetó con firmeza, inclinándose para morderle suavemente la oreja.

—No te escapes… apenas estamos empezando.

Dixon soltó un grito ahogado, sintiendo cómo su límite estaba cada vez más cerca. El calor, el peso, el deseo… todo se mezclaba hasta dejarlo sin aire.

Al final se rindió del cansancio.

Horas después, el vapor de la ducha todavía flotaba en el aire cuando Dixon se dejó caer sobre la cama, el cabello húmedo pegado a la frente y el corazón latiendo como si hubiese corrido una maratón. Arim aún podía sentir el calor, el eco de lo ocurrido horas antes con aquel hombre de piel bronceada. Su aroma impregnaba las sábanas, fuerte y dulce, una fragancia que parecía mezclarse con la memoria, arrastrándolo a un pasado que llevaba años enterrado.

Arim cerró los ojos y el presente se confundió con el recuerdo.

Y allí estaba, otra vez, con dieciséis años, en el rincón oscuro del patio de la secundaria, nervioso, con las manos sudorosas y la mirada clavada en el suelo. Nunca había sido bueno con las chicas. Cuando sus amigos presumían de conquistas y se burlaban de su torpeza, él reía para disimular, aunque por dentro sentía que algo en su interior no encajaba con ellos.

Hasta que apareció él.

Un chico de sonrisa descarada y mirada traviesa, que parecía verlo como nadie lo había hecho antes. Fue ese chico el que lo llevó a un lugar apartado meses después, el que rozó sus labios con los suyos, el que se arrodilló frente a él y le robó su primera mamada en el silencio tembloroso de la adolescencia. Arim se dejó llevar, con miedo, con culpa, con placer. Y cuando terminó, el mundo le pareció distinto, como si un velo se hubiera roto.

Pero el destino nunca fue amable.

Años después, una noche de karaoke, con alcohol corriendo por las venas y la música ahogando las dudas, ese mismo chico lo convenció para que fueran a su casa, repleto del olor a cerveza y sudor. Allí, entre risas nerviosas y besos desesperados, Arim tuvo su primera experiencia completa. La última también. Se sintió vivo, libre… hasta que la puerta se abrió.

—¿¡Qué demonios estás haciendo!? —la voz de su tío tronó como un trueno.

El tiempo se congeló.

Los pantalones a medio bajar, el sudor en la piel, la mirada horrorizada del muchacho que estaba con él. Arim no dijo nada; apenas pudo respirar. Su tío no gritó más. Sus padres estaban de viaje. No dijo palabra alguna a sus padres. Al día siguiente, con una frialdad escalofriante, le anunció que debía “estudiar en el extranjero”. Y Arim obedeció. Lo arrancaron de su mundo, de ese chico, de esa parte de sí mismo que apenas comenzaba a conocer.

Nunca más lo volvió a ver.

Nunca más se permitió pensar que podía repetirlo.

Lo enterró como si fuese un pecado.

El agua de la ducha resbalaba aún por su piel, pero Arim sentía que eran lágrimas. Se giró en la cama y miró al chico dormido a su lado. Tan hermosos, tan despreocupado, tan seguro de su piel. Y él, en cambio, se sentía como un hombre roto, dividido entre lo que fue y lo que fingió ser.

Porque fingió bien.

Tuvo novias, sonrisas falsas, conquistas vacías. Nadie sospechó. Y cuando la conoció a ella, pensó que por fin lo había logrado: que esa etapa era solo un desvío en el camino de su vida.

Ella.

Su esposa.

El recuerdo de su rostro lo atravesó como un cuchillo. Ella había sido su refugio, su certeza. Se enamoró de su bondad, de su forma de mirarlo como si fuese más de lo que él creía ser. Con ella se sintió por primera vez aceptado. Se casaron en una hermosa iglesia, con flores costosas y promesas eternas. Y no tardó en llegar lo único que le dio un verdadero sentido a su vida:

Sakura.

El día que nació, Arim lloró como nunca antes. La tomó en sus brazos y comprendió que, por fin, tenía algo puro, algo suyo. La vida le daba una segunda oportunidad. Juró cuidarla, juró ser fuerte, juró dejar atrás todo lo que alguna vez lo hizo dudar de sí mismo.

Pero la felicidad nunca dura

El día que la perdió lo recuerda como si el tiempo se hubiese detenido. Un atraco cualquiera, dijeron. Un robo común en una esquina. Ella había salido a hacer sus compras, algo trivial, y nunca regresó. Arim llegó corriendo al hospital cuando le avisaron. El cuerpo estaba frío, la piel pálida, los ojos cerrados para siempre.

No conforme con quitarle todo, la mataron.

Gritó de dolor en la sala de espera, abrazando a su hija, que entonces era apenas una niña pequeña. El mundo se volvió gris desde ese día. No hubo justicia, no hubo explicaciones. Solo vacío.

Y desde entonces, Arim se convirtió en un hombre a medias.

Un padre que vivía para su hija y nada más.

Un sobreviviente, nada más.

Ahora, acostado junto al chico de piel bronceada que había decidido echarse otra siesta, lo comprendía con una claridad aterradora: había pasado toda una vida huyendo de sí mismo, construyendo máscaras, ocultando deseos, enterrando recuerdos. Y sin embargo, todo volvía. El placer recién vivido lo había hecho recordar quién era, lo que había sentido, lo que había perdido.

Un sollozo escapó de sus labios. No por el chico, no por el placer, sino por esa cadena interminable de heridas que lo definían. Por el adolescente que fue arrancado de su primera ilusión. Por la esposa que amó y perdió en una calle cualquiera. Por Sakura, que merecía un padre entero, no este hombre quebrado.

Se cubrió el rostro con las manos, temblando. El chico a su lado se movió, murmuró algo entre sueños, y volvió a hundirse en el descanso. Arim lo envidió. Envidió esa inocencia, esa ligereza. Él ya no podía ser así.

No sabía si lo que había hecho era un error o una revelación. Solo sabía que había abierto una puerta que nunca pudo cerrar del todo, y que ahora, después de tantos años, volvía a estar frente a una encrucijada.

El aroma en la habitación lo envolvía, mezclado con el eco del pasado, con la risa de un chico en la secundaria, con los gritos de su tío, con el llanto en un hospital, con la sonrisa de Sakura. Todo enredado, todo confuso, todo latiendo en su pecho como un tambor.

Arim no sabía si dormiría esa noche.

Pero sabía algo con certeza: su vida nunca volvería a ser la misma.

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Maru19 Sevilla
Todo está muy bien y va estar mejor cuando Arim se sacuda a su perniciosa familia 😂😂😂
Maru19 Sevilla
Arim está muy manipulado
Maru19 Sevilla
Cuánta pasión 🥰🥰
Maru19 Sevilla
Que descanses autora🥰
💖
La nana quiere al jefe
💖
Ya entendí es homosexual
💖
Una protagonista vestido de hombre /CoolGuy/
Erika Estrada
me encanta ojalá puedan estar juntos los tres 🤭
Maru19 Sevilla
Que bonito capítulo 👏
Maru19 Sevilla
Que posesivo! 🤭🤭🤭
Erika Estrada
entiendo a Sergey pero en el corazón no se manda y espero que ahora sí el domador de Delfines saque la casta que debe🤭
Erika Estrada
OMG por qué no hay hombres así en mi pueblo ☺️☺️
Yandi Perea Maturana: esos hombres solo existen y están en noveltoon🤣😂🤣😂🤣😂
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Jajajaja que buen capitulo
Mckasse Escritora
🥰🥰🥰🥰🥰gracias por leer
Maru19 Sevilla
Me encantan tus novelas autora /Heart/
Maru19 Sevilla
A poco no le tentación, saber quién es /Slight/
Maru19 Sevilla
Ni modo a recetearse Alfa
Mckasse Escritora: jajaja está buena esa
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Ah, pillines/Drool/
Maru19 Sevilla
Picarones/Chuckle/
Mckasse Escritora
muchas gracias
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