Recuerdos De Mi Futuro

Cuando la cena comenzó, Alexandra se sentó al lado del duque, tratando de mantener la compostura entre los murmullos de los nobles y la música suave que llenaba el gran salón. los sirvientes comenzaron a traer los platos, y cuando colocaron el suyo frente a ella, Alexandra notó que era diferente al de los demás.. frunció el ceño, observando el plato con curiosidad

[esto no es lo mismo que…]

Duque (susurro): te lo pedí distinto.. sé que no te gustan las cosas crudas, princesa.

ella lo miró con sorpresa, el corazón dándole un pequeño salto.

[¿cómo podía recordar algo tan insignificante? eso lo mencione solo una vez, en una cena informal semanas atrás, cuando habían discutido sobre las raciones de los soldados]

Alexandra (susurro): ¿lo recordaste…?

Duque: claro que sí. no olvido las cosas importantes.

ella bajó la mirada, tratando de esconder el rubor que le subía al rostro. entre tanto lujo, risas y conversaciones, se dio cuenta de que el duque Fairfax, a su manera impredecible y provocadora, siempre estaba atento a los detalles que nadie más notaba.

Alexandra (susurro): gracias…

Duque: no me agradezcas, princesa.. simplemente, me gusta que disfrutes la cena.

y Alexandra, por más que intentó concentrarse en la comida, no pudo dejar de pensar en el hecho de que uno de los hombres más temidos del imperio recordaba hasta los gustos más pequeños de ella..

mas tarde, cuando la cena ya iba avanzada y las copas de vino comenzaban a vaciarse, el duque Fairfax se inclinó hacia Alexandra con esa sonrisa misteriosa que siempre anunciaba algo.

Duque: princesa, ¿recuerdas que te dije que esta noche tenía algunas sorpresas?

Alexandra: sí… ¿qué planeas ahora?

Duque: la primera sorpresa es algo que te gustará. se trata de reforzar las alianzas del reino de Aragon. ven conmigo.

ella lo siguió entre los invitados, hasta una zona más tranquila del salón donde los esperaba un hombre alto, de cabello castaño y una barba bien cuidada, vestido con un elegante uniforme azul oscuro adornado con el símbolo de su ducado en el imperio de Somerset.

Duque: princesa, te presento al duque Bellerose.. el mejor fabricante de armaduras del imperio de somerset… y, debo admitir, uno de mis viejos amigos.

Bellerose hizo una leve reverencia, mirando a Alexandra con una sonrisa..

Duque Bellerose: asi que esta es la famosa general de Aragon. he oído hablar de ti, pero no imaginé que fueras tan joven… ni tan decidida.

Alexandra: un placer, duque bellerose.

Duque Fairfax: vine a recordarte los buenos tiempos, Bellerose. quiero que hagas un trato con ella.. venderás tus armaduras al mismo precio que le das al imperio de oro.

Duque Bellerose: jajaja sabia que no me habías invitado solo por nostalgia, Fairfax.

Duque Fairfax: oh, vamos.. ¿desde cuándo un favor entre viejos amigos es demasiado pedir?

el otro duque lo miró con diversión, luego observó a Alexandra, que se mantenía firme y expectante. finalmente suspiró.

Duque Bellerose: está bien, está bien.. por los viejos tiempos, aceptaré. pero si tu princesa quiere las mejores armaduras, tendrá que venir personalmente a probarlas a Somerset.

Caleb rio y le dio una palmada en el hombro..

Duque Fairfax: trato hecho.. iremos a Somerset..

Cuando se fueron Alexandra aun no creía lo que habia pasado..

Alexandra: no puedo creer que hayas logrado eso tan fácilmente.

Duque: princesa.. los verdaderos aliados no siempre se ganan con guerras… a veces, solo con buenos recuerdos.

minutos despues Fairfax guió a Alexandra hacia otro grupo de invitados. ella lo siguió con cautela.. ya conocía esa mirada suya, una mezcla de satisfacción y misterio que nunca traía algo simple.

Duque: ahora viene la segunda sorpresa.. quiero presentarte al conde bailey, maestro artesano del norte. sus arcos y flechas son tan precisos que los llaman “los susurros del viento”. si conseguimos su cooperación, tus arqueros podrían duplicar su efectividad en combate.

el conde bailey, un hombre de mediana edad, delgado y de ojos claros, inclinó la cabeza educadamente al verla..

Conde Bailey: así que tú eres Alexandra de aragón. la famosa general. debo admitir que esperaba a alguien más... rudo..

el conde tenia con una sonrisa insinuante, y la recorria con la mirada sin ningun disimulo..

Alexandra le devolvió una mirada firme, tratando de ignorar su tono.

Alexandra: agradezco el cumplido, conde. el duque me habló muy bien de su trabajo.

Conde Bailey: oh, lo imagino.. por cierto.. es hermosa.. muy hermosa.. demasiado para hablar de arcos y flechas..

Caleb, que observaba la escena desde el costado, apoyó una mano sobre la mesa, tensando la mandíbula.

Alexandra: vine a hablar de armas, no de cortesías .

Conde Bailey: por supuesto.. aunque... supongo que podría ofrecer un trato especial si la general acepta acompañarme a cenar una noche. solo para... discutir los detalles..

mientras seguía mirandola con una sonrisa cargada de descaro.

el ambiente se congeló. Alexandra abrió los labios, sorprendida, pero antes de poder responder, el duque Fairfax se adelantó un paso, y su tono cambió completamente.. ya no era el hombre educado del salón, sino el estratega implacable que podía helar el aire con solo una mirada.

Duque: cuida tus palabras, Bailey.. no estás en una taberna de soldados, sino en mi casa.

el conde lo miró con una sonrisa nerviosa, intentando mantener la compostura.

Conde Bailey: vamos, Fairfax, no te pongas así, solo era una broma..

Duque: yo no tengo sentido del humor cuando se trata de ella.. y si piensas que voy a dejar que pongas tus manos en ella, será mejor que recuerdes que los arcos también se quiebran.

bailey empalideció. Alexandra lo miró, asombrada por la intensidad de su reacción.

Alexandra (susurro): Caleb, basta.. no vale la pena.

en los ojos de Caleb había una mezcla peligrosa de furia y... algo más.

Duque: para mí, sí la vale.. no puedo soportar como te miraba

el conde, buscando escapar de la tensión, levantó su copa y balbuceó algo sobre un malentendido, prometiendo enviar los materiales a mitad de precio y retirándose rápidamente hacia otro grupo.

Alexandra cruzó los brazos, mirándolo con una mezcla de enojo y desconcierto..

Alexandra: ¿qué fue eso, duque? casi lo matas con la mirada.

Fairfax alzó la copa, aún serio, pero con una chispa en los ojos..

Duque: solo estaba negociando, princesa. cada quien tiene su método.

ella rodó los ojos, pero no pudo evitar sonrojarse al recordar su frase.. “para mí, sí la vale.. no puedo soportar como te miraba”