En un mundo donde los Alphas están arriba de todo y los Omegas abajo, Aria Vance una trabajadora de un club exclusivo para Alphas dominantes, donde se ofrecen servicios para ayudarlos a liberar la carga de sus feromonas, siendo que todos los empleados de la servidumbre estrictamente son Betas, por lo cual ella tuvo que mentir en su sub genero para poder trabajar allí, escondida en la cocina como ayudante. Todo iba bien hasta que un día de trabajo una serie de eventos inesperados la pusieron frente a Liam Vidal, un Alpha dominante, que llevado por sus instintos se abalanza sobre ella. Después de allí comienzan a ocurrir sucesos que la obligan a correr lejos de la vida de aquel hombre, entre ellas es el hijo que ahora llevaba en su vientre.
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Capitulo 21. No mas mentiras
Después de recuperar el aliento sentada en las escaleras de emergencia, Aria bajo hasta llegar a planta baja, abrió la puerta y vio en ambas direcciones, por suerte ese hombre no se encontraba cerca, confiada de que era seguro, salió y camino por el pasillo, llego al recibidor, la puerta de salida se encontraba a pocos metros de distancia, solo debía salir de ese lugar y estaría a salvo, donde ese hombre no pudiera atraparla.
“¿quién será?” escucha a los empleados parloteando, parecían agitados, buscaban a alguien
Sea lo que fuera, no era asunto de ella, solo debía centrarse en su objetivo y que cada quien resuelva sus problemas. Continúo caminando acelerando su paso, estiro la mano para tomar la agarradera de la puerta, en tan solo segundos estaría fuera.
“Allí, ella, es esa”, dice una empleada alterada
Se escucharon los pasos corriendo y una mano se posó frente a Aria obstaculizándole el paso.
- ¿Qué sucede?, aparte su mano – le dice Aria tratando de quitar la mano del hombre que sostenía la puerta con fuerza
- Lo siento mucho, señora, pero tenemos órdenes de no dejarla salir del edificio – le dice el hombre con una voz gruesa
- ¿Por qué?, yo no he hecho nada – le dice alterada – está violando mis derechos – le dice forcejando con el hombre, tratando de apartar su mano, pero este no se movió ni un milímetro
- Lo siento, son ordenes de arriba, no puedo dejarla ir –le dice firme
- Señora, por favor coopere, entienda que son ordenes que debemos cumplir, de lo contrario podríamos perder nuestro empleo – le dice otro hombre acercándose prevenidamente a Aria
- ¡Yo no he hecho nada!, ¡Déjenme ir! – esto lo había hecho ese hombre, ¿Quién más podría si no él?
- Acompáñenos, por favor – le dice el hombre a su espalda
- ¿A dónde? – le dice agitada
- Nos dijeron que debemos llevarla a la sala de espera, tranquila, le prometo que no le haremos nada – le dice en tono amable
- Solo cumplimos con nuestro trabajo – le dice el hombre que sostenía la puerta
¿Qué otra opción tenia?, no podía ni siquiera quitar la mano de ese hombre de la puerta, mucho menos derribarlo para huir. Tuvo que resignarse y seguirlos, pidiendo que sucediera otra intervención como la de hace un momento que le permitiera escapar.
Pero dicen que los milagros no suceden dos veces, llegaron a la sala de espera, el lugar estaba vacío, no había nadie allí.
- Por favor, espere aquí sentada – le dice uno de los hombres señalándole uno de los sofás
El lugar era una habitación espaciosa, decorada con vegetación, muebles, paredes color salmón y una gran alfombra afelpada en el centro, las ventanas eran amplias y la iluminación era refrescante.
- A… A… ¿A dónde van? – les dice Aria viendo que los hombres se marchaban
- Esperé aquí, le prometí que no le haríamos nada, volveremos a nuestros puestos – le dice el hombre sonriéndole
- Pe… pero- no dejaron siquiera que Aria refutara o que les pidiera de rodillas que se quedaran a su lado, porque para ella el quedarse a solas con ese hombre era el verdadero peligro.
Fue hacia las ventanas, estaban cerradas, observo todo el lugar, no había ninguna escapatoria de allí.
A los minutos Aria escucho voces afuera, una de ellas era clara y sabia reconocerla, todo su cuerpo se erizo al escucharlo y luego ver el pomo de la puerta moverse, su corazón comenzó a latir rápidamente.
Liam llegó al recibidor y enseguida fue abordado por el personal.
- Señor, la mujer que solicito fuera detenida, te encuentra en la sala de espera – le dice uno de los guardias
- Bien, apaguen las cámaras de esa sala – le dice viendo al hombre de forma imponente – que nadie entre allí, no importa quien sea, ¿entendió? – le dice serio
- Sí, sí, señor – le dice el hombre mientras caminaba siguiendo a Liam hasta llegar a la puerta de la sala de espera.
En el momento en que Liam abrió la puerta, sintió el claro aroma de Aria, después se dio cuenta de que la mujer temblaba cual gelatina.
- ¿Está asustada? – le dice entrando y cerrando la puerta
- ¿Yo? – le dice poniéndose a la defensiva
- Debería estarlo – le dice caminando lentamente hacia ella – sabe, detesto que me engañen, más que nada las mentiras, hasta ahora he conocido muchos Omegas, en su mayoría todos son egoístas, mentirosos y manipuladores – Aria se hace hacia atrás en el asiento, como si pudiera traspasarlo y salir de allí mágicamente, mientras el hombre se apoyaba en los reposa manos a los lados del mueble, logrando acorralarla – pero jamás había conocido a una que lograra engañarme como usted lo ha hecho – le dice viéndola con furia
- Yo, yo, yo no lo he…
- No siga, es inútil que continúe con eso – le dice interrumpiendo las excusas de la mujer – todo lo que sale de su boca son mentiras y más mentiras, ¿sabe que es lo que más odio de toda esta situación? – le dice acercándose a ella
- Co, co, ¿Cómo podría saberlo? –le dice nerviosa, sentía como su garganta se embriagaba del aroma de Liam, su cuerpo comenzaba a reaccionar
- Lo que más odio de todo esto es, que me parecen divertidas todas sus mentiras – le dice acercándose a sus labios – el juego mental que ha creado y la omisión, nada de ello es suficiente como para alejarme, aun quiero tenerla – le dice besándola, sintiendo como se derretía bajo sus brazos – ahora sé el por qué – le dice sintiendo su respiración agitada, los fuertes latidos de su corazón, su cuerpo tembloroso, reaccionando ante sus caricias y sus feromonas – es porque me pertenece, todo su cuerpo, su esencia y cada parte es mía – le dice lamiendo su cuello, mordiendo el collar que se encontraba en su camino
- No decida esas cosas por si solo – le dice con una voz débil
- ¿Hasta cuándo tendrá este estorbo? – le dice halando del collar
- ¿Qué? – le dice reaccionando a su tacto
- ¿Hasta cuándo seguirá fingiendo que no es mi Omega? - le dice quitándole el collar.