Llevaba años sufriendo el rechazo del chico que amaba, sin embargo en su corazón albergaba la esperanza de que él tarde o temprano correspondería a sus sentimientos pero una noche tras un desagradable descubrimiento se dará cuenta que necesitará algo más que amor incondicional para conquistarlo, un poco de ayuda de su profesor de confianza.
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Cosas de hermanos
—Ey... Dani, tierra llamando a Dani —Liam movía la mano frente a Daniela para llamar su atención, la joven dio un pequeño salto en su asiento, volviendo de sus pensamientos —. Pásame la sal —dijo una vez que vio que tenía la atención de su hermana sin siquiera disimular su sonrisa burlona —. ¿Qué te pasa ahora? Estas como ida.
—Nada que te importe —dijo Daniela fingiendo estar molesta y se encogió sobre su plato para evitar contacto visual con su hermano.
—Seguro estás pensando en tu adorado Alex —dijo Liam en tono burlón siguiendo el juego de molestar a su pequeña hermana —. Me pregunto ¿Cuándo piensas madurar?
—¡Ya te dije que no te importa! —dijo alzando la voz ahora sí molesta. A veces Liam podía ser insoportable.
—¡Pueden calmarse los dos! —Intervino su madre, tratando de terminar la discusión que estaba empezando en la mesa; le disgustaba sobremanera que pelearán a la hora de la cena, que era el único momento en que podían estar juntos como familia, sin prisas y presiones por el trabajo o la universidad —. Por lo visto ninguno de los dos ha madurado, ambos siguen comportándose como niños.
—Es Daniela que se queda perdida pensando en el mocoso ese tarado que ni siquiera la toma en cuenta y ella como tonta detrás de él.
—Ya es suficiente Liam —le reprendió la madre preocupada porque las palabras de Liam pudieran realmente afectar a Daniela.
—Y ¿Qué hay de ti hermanito? Ya que eres tan maduro, ¿Por qué no te casas de una vez y dejas esa vida de gigoló que llevas? —Daniela sonrió sintiéndose victoriosa, pues sabía que a su hermano le molestaba cuando su madre insistía en que ya tenía treinta y cuatro años, que debía casarse y formar una familia.
—A diferencia de ti, hermanita —dijo haciendo énfasis en el apelativo que ella había usado antes —no necesito casarme para demostrar que soy una persona madura y funcional. Mi vida no gira en torno a ilusiones y fantasías románticas. Soy una persona productiva con un empleo y no necesito que alguien me validé como persona.
—¿¡Así!? Entonces es por eso que sales con una chica diferente cada fin de semana —replicó Daniela sin medir sus palabras sintiéndose victoriosa.
—Eso no es asunto tuyo —Liam que no estaba dispuesto a perder la discusión —Solo es mientras llega la indicada, tampoco vivo obsesionado con alguien a quien no siquiera le interesó.
Daniela se levantó de la mesa indignada y furibunda. Estaba molesta más consigo misma que con Liam, porque en el fondo sentía que él tenía razón. Dedicaba mucho tiempo a un amor que no tenía ni siquiera fundamento.
—Hija, termina tu cena mi amor, no le hagas caso a tu hermano.
Daniela caminó hacia la escalera y sin hacer mucho caso a su madre subió a su habitación sin responder una palabra. Podría haberle dicho desde el principio a su hermano que no estaba pensando en Alex, pero eso habría picado su curiosidad y entonces podría decir algo que delatara sus verdaderos pensamientos, lo mejor era tragarse las ganas de pelear y salir de ahí con lo que pudiera aunque si se sentía ofendida.
Una vez hubo cerrado la puerta de su habitación, Daniela se dejó caer en su cama, su mirada buscando en el techo algún punto interesante en el que pudiera fijar su atención, olvidar la pelea con su hermano porque si bien en cierta manera tenía razón, en esa ocasión no estaba pensando en Alex, aunque había urdido ese plan para finalmente conquistarlo, no era él quien la mantenía presa de sus pensamientos.
Daniela suspiro de nuevo y el enojo por la discusión con Liam fue reemplazado por la emoción por lo que había pasado unas horas antes con Gael, su corazón se agitó dentro de su pecho como si fuera un ave anhelando la libertad, quizás si era una chica inmadura cuya vida giraba en torno a ilusiones románticas pero no podía evitarlo, quizás incluso soñaría con eso. Daniela cerró sus ojos evocando el recuerdo y si darse cuenta se quedó dormida.