La historia de Brandon Nixon y de Rita Valdéz es un relato conmovedor de resiliencia y redención. Después de que un evento traicionero lo dejara en silla de ruedas, Brandon se encuentra en una encrucijada, no solo enfrentando las limitaciones físicas, sino también el dolor emocional de una traición. Rita por su parte busca desesperadamente un respiro del ambiente tóxico creado por su esposo agresivo. al aceptar el trabajo, como cuidadora de Brandon, Rita no solo encuentra un escape temporal, sino también una oportunidad de sanar y de reconstruir su vida. A través de su mutua dependencia, Brandon y Rita desarrollan una amistad inusual, pero fortalecedora, demostrando que incluso en medio de la adversidad, la esperanza y la compasión pueden florecer, ofreciendo nuevas perspectivas de vida y de amor.
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Capitulo 9 Su fogosidad me contagia
Sentí una explosión de juegos artificiales, sin planearlo estoy en la bañera con ella, entre mis brazos, nos besamos y saboreo sus labios. La elevo en mis brazos, apoyándola contra mi, sin importar que me moje, me quito el saco, mientras ella se aferra de mi nuca y enredo en sus dedos mi cabello.
La tarea de quitarme lo que me separa de poder sentirla piel a piel, resulta difícil, parece que los botones se multiplicaron, ella me ayuda a desprender cada botón de mi ropa que parecen interminables.
Me recorrió un escalofrío, la sentí fría, por la humedad que tiene debido al agua, la cual se evapora por el calor que se desprende de nuestros cuerpos.
Me recorre una electricidad en todo el cuerpo que antes no había sentido, besos tan intensos jamás los experimente. Mis brazos enredo por su figura presionando contra mi cuerpo, la quiero sentir completa, nos encaminamos a la cama. Ella me empujó a qué me acueste y toma el control, sus movimientos son enérgicos, tiene aferrado ese lado salvaje, aunque no lo quiera admitir, que lo disfruto en grande. Es dominante, apasionada y su fogosidad me contagia.
Ella parece disfrutarlo, por sus gestos y su respiración entre cortada. Veo un fuego en su mirada que antes no había notado, esa mirada de deseo que me encanta.
Trato de pensar en otra cosa para que no termine la noche antes de lo esperado.
Pero el fuego que siento es intenso, y crece más y más al ver está escultural mujer sobre mi, como si el mismo Miguel Angel la haya hecho para mí.
Sumado a sus jadeos que me elevan más la temperatura. No podré controlar la erupción del volcán si sigue así.
La estiro haciendo que se apoye en la cama, la tomo de costado, cubriendo con mis manos su espalda, nos enredamos entre las sabanas que es nuestro refugió.
Los dos somos dominantes, es una lucha que gozamos enormemente, no buscamos vencer, sino placer.
Me invade su exquisito aroma, sus feromonas inundan mis fosas nasales.
Su piel es tan suave al tacto, se desliza entre mis manos como seda.
Ahora yo manejo la situación, la moldeo a mi fisonomia, tiene elasticidad en sus poses, no importa como la acomode, siempre la puedo besar en sus labios.
Si la tengo de espaldas, ella gira su torso besándome, si la acomodo como jinete dándome la espalda ella puede recostarse sobre mi pecho besándome.
En nuestra incansable cabalgata, al tenerla de frente sentada con las piernas cruzadas en forma de tijera sobre mi espalda, siento que me aprieta con fuerza y una punzada me estira la cintura.
"No ahora, no"
Eso es señal que necesito un calmante.
Evito mencionarlo, no quiero cortar este momento mágico que lo estoy disfrutando, paso mucho desde que estuve así con una mujer.
No sé si ella está asi por lo que tomo, lo que paso, solo me propuse disfrutar del momento, ya habrá tiempo para arrepentimientos, culpa o lo que consideren lo que pase después.
Aunque la siento muy enérgica y lúcida, no la siento como una ebria, por lo general se muestran enérgicas y terminan durmiendo antes, o al menos así era con mi ex cuando tomaba.
Que importa, no se porque pienso tanto, o en verdad me importa y quisiera que cuando despierte recuerde todo, porque jamás lo olvidaré, está noche es increíble.
Puedo sentir que el momento se hace presente, ella se aferra a mi espalda presionando mis omóplatos, emitiendo un jadeo intenso, que aumenta produciendo un eco en la habitación, eso envío una señal directa a mi sistema que hace que la imite y los dos en coro aceleramos el ritmo. Siento que me elevó en lo más alto como un cohete a punto de salir de la tierra, la explosión de juegos artificiales retumba en todo mi cuerpo, liberando la lava volcánica que parece interminable llenandola toda de mi, la sensación caliente que me envuelve de ella es muy exitante y placentera. Nos comemos a besos dejando salir hasta la última gota de org*sm*.
Nos liberamos, respirando agitados y una punzada fuerte en el centro de mi espalda que se hace mas intensa.
"Es muy fuerte", pienso inhalando pesadamente y apretando las sábanas.
-¿Te duele algo?. Escucho que me pregunta en un jadeo Rita tomándome el rostro con sus manos.
Ella me conoce tan bien, sin que le diga nada, sabe cuando me pasa algo.
-Mi cintura. Atino a decir en un tono agudo señalando, ya no podía ocultarlo y siento que no puedo moverme.
Ella se incorpora apresurada, saca una inyección. Ver eso me preocupo.
-¿Estas segura?. Le pregunto preocupado al ver la inyección en su mano.
-Date la vuelta. Me dijo y sin darme tiempo a quejarme, aplicó de inmediato la inyección.
-No dolió. Le digo sorprendido.
-¿Creiste que no podría?. Me consulto.
-Por tu estado etílico. Le dije.
-Me hace el pulso más firme. Me responde.
Escucho un sonido y veo que se unta las manos con la crema que es para aliviar la tensión muscular.
-Quedate boca abajo. Me ordena sería.
-Eres mandona también. Le dije suspirando al girar, me costaba moverme.
Ella se sento sobre mi, masajeando mi espalda, bajando hacia la cintura y piernas.
Sentía vergüenza, después de haber hecho una actividad tan intensa y fogosa, donde nos exploramos hasta la médula, ahora ella me brindaba un masaje para aliviar mi dolor, parecía un viejo, aunque a la vez era sexi, una mujer escultural estaba sobre mi, como vino al mundo, posando sus manos sobre cada parte de mi cuerpo, eso empezaba a despertar nuevamente las ganas.
-Ya está bien. Le dije tragando grueso, mi hombría estaba reclamando el trono. La estire a mi lado, la miro con una mueca en los labios, que no puedo borrarla, por ella se me dibuja sola la sonrisa.
-Servicio completo. Me comento, pasandome sus manos por mi pecho.
-Si es parte del tratamiento... Me gusta. Le respondo, acariciando su rostro y acomodo su cabello atrás de su oreja.
-No... Y no esperes eso. Me dijo pellizcando mi brazo.
La estire apoderandome de sus labios y ella en un movimiento se acoplo a mi, la siento tan cálida, tan predispuesta a recibirme sin esfuerzo, me siento completo, me encata, me enloquece, quiero estar siempre así con ella, todo mi cuerpo reacciona a sus caricias y besos. Siento sus manos sujetándome en mi zonas bajas y que lo usa como brocha que unde en la pintura y la saca a pasarla por su zona. Eso me enloquece, hace una explosión en mi cerebro de locura incontenible.
Me sumerjo enérgico, dejándola bajo mío, hundiendola en el colchón, entre cada estocada y mis manos sujetando sus muñecas. Ella jadea intensa, señal que goza lo que le hago, ahogo mis gritos en su boca al sentir que me liberó, ella gira sobre mi y guía mis manos a su cintura que con una sola puedo rodearla, me impulsa a que la mueva con fuerza, que la apriete. Veo que estira su cuello hacia atrás jadeando agudo y senti como una corriente de mil watts que me recorrió todo mi cuerpo con su descarga tan ardiente. Nos recostamos sin separarnos, abrazados, ella poso su rostro en mi pecho, podía sentir su corazón acelerado.
-Guau... Así se siente tener un or*as*o. Exhaló contra mi pecho.
-Asi que lo tuviste al igual que yo. Le digo sonriendo de placer.
-Si... Y me encantó. Me responde aferrada a mi.
Escuchar que tuvo uno conmigo y que podía ser su primera vez me encantó, alimento mi ego, no perdí el toque a pesar de la falta de práctica debido a como estaba antes.
-A mi también me encanto. Le digo dándole un beso en los labios.
-Te sientes mejor. Me pregunta y sonrió al escucharla, recién se preocupa.
-Mucho mejor... Tu tratamiento hizo efecto. Le comento en señal de broma.
-Si, claro. Me responde.
-Creo que no estuve bien. Le comento, suspirando sin quitarle la mirada de su rostro.
-Aja... No conocí cuando estabas bien... Así que no puedo opinar. Me responde.
Respuesta equivocada, no era lo que quería escuchar, por lo que le pellizco el brazo.
-Ausch. Se quejo.
-Debes decir... Estuviste increíble. Le dije.
-La casa se reserva el derecho de opinar. Me responde, en un tono cómico.
Suspiro profundo con una mueca en mis labios, niego con la cabeza.
"Esta mujer es única", pienso.
"No solo es hermosa, exitante, una maestra en la cama, también tiene sentido del humor"
Retiro su cabello y diviso un tatuaje en su hombro derecho, es como un codigo de barra con los números "23800"
-Tienes un tatuaje en tu hombro derecho acá atrás como una barra con números. Le dije marcando con mi dedo.
-Si... Una tonta idea. Me comento suspirando, con un gesto en su rostro.
"Ram me lo había hecho con la loca idea de marcar que solo le pertenecía a él". Pensó Rita.
Al ver ese gesto en su rostro preferí callar, y solo disfrutar de tenerla entre mis brazos, se ve que le traía malos recuerdos.
Suspiré acariciando su cabello y su espalda, en un momento la sentí relajada, le mire al rostro comprobando que dormía plácidamente.
Al ver la hora en mi reloj me di cuenta que en cualquier momento Noel pasaría por mi cuarto, por lo que me incorporo y la cubro con la manta.
Me dirigí al baño rescatando la ropa que deje dispersa ahí, al tomar mi celular me tente y quise comprobar si se podía escanear el codigo del hombro de Rita.
Me encamine despacio y lo hice , para mí sorpresa funcionó, no podía creer que me llevo a una página.
Salí de su habitación dirigiéndome a la mía, al ingresar lo primero que hice fue refrescarme y vestir para disimular que estaba preparado para dormir.
En el proceso no podía dejar de pensar en esa página y quería ver de que se trataba, estaba a punto de hacerlo cuando ingresa Noel.
-Señor... Debe tomar su medicina. Me dice posando la bandeja con un vaso de agua.
-Ah... Si. Le respondí.
-Ademas la inyección. Anunció.
-Ya me la puse. Le dije.
-¿Cómo?. Me preguntó.
-Rita me la puso. Le respondí pensativo, queriendo que se vaya para ver la página.
-¿Rita?. Escucho que me pregunta.
Ahí me di cuenta de su tono.
-Si. Le dije serio.
-Ok... Crei que no podría por su estado ... Así que le diré al doctor que no venga. Dice tomando su celular.
-¿Lo llamaste?... Deja que venga... Aprovecharé a consultarle. Le digo.
Me preocupo la punzada que sentí en pleno acto, aunque la inyección y el masaje de Rita me alivió, pero quería saber si eso era algo de esperarse o no.
-Le preparo su baño. Me dice Noel.
-Ya tome... No te preocupes. Le respondí.
-Asi que... Ya se baño... Aquí o en la habitación de Rita. Me consulta mirándome con los ojos achinados.
-¿Qué insinuas?. Le pregunto, mirándolo fijo.
-Bueno señor... Vine a anunciarle lo del doctor... Y no lo encontré. Me dice mirándome fijo.
-¿Y?. Le pregunto.
-Rita le dió un tratamiento especial. Me dice con una mueca de diversión en los labios.
-No seas irrespetuoso. Le digo serio.
-Oh vamos... Cómo recompensa de haberle bañado todo ese tiempo en que no podía hacerlo por usted mismo... Merezco que me lo cuente. Me dice cruzado de brazos.
-Ya te pareces a Héctor. Le digo suspirando.
-Voy a ir a preguntarle. Dice haciendo que se encamina hacia la habitación de ella.
-Esta durmiendo. Le digo serio.
-La dejo fundida... Claro se entiende... Acumuló energía... Y le funcionó bien la cadera. Me pregunta divertido.
-Valio cada peso invertido... Ella es una fiera... Puedo entender que la ataban... Ya me estás haciendo hablar. Le digo serio al ver su expresión de asombro.
-Asi que... Usted y ella. Dice uniendo sus manos de diferentes maneras.
-Si... Fue una locura. Digo suspirando.
-Tiene suerte... Me alegro por usted. Me dijo suspirando.