El Oscuro Corazón De La Emperatriz

El sol aún en el medio del cielo, tiñendo de tonos cálidos el día. El emperador, desmontó con gracia de su caballo blanco, que relinchaba suavemente.

Con un gesto firme, se acercó al pequeño Gael, quien lo miraba con admiración. El niño, un hermoso reflejo de su padre. Howard le extendió una y le ayudó a bajar, sosteniéndolo con delicadeza mientras el pequeño daba un salto ligero al suelo.

Luego, se dirigió hacia su esposa, la emperatriz. Ella lo observaba desde el costado. El emperador se acercó, inclinándose levemente para ofrecerle su mano.

— no fue un mal viaje...— comentó él.

— quitando el hecho de que el caballo me dejó comiendo hojas, sí, fue un viaje entretenido.

Él trata de no reírse, pero la imagen de ella cuando emergió del arbusto no lo ayuda. Pero de igual manera, él pregunta un poco preocupado.

— ¿No te golpeaste fuerte?— murmuro con un tono suave.

Teresa demuestra un poco su asombro pero logra disimular negando la cabeza.

— no.

Tomó su mano, y al descender, sus miradas se encontraron, creando un instante que pareció ser diferente antes presenciado. Ella sintió como soltó su agarre ya cuándo está en el suelo.

— el caballo irá al prado mañana... Me encargaré de ello.— desvío el tema.

— de acuerdo.

Mientras que Gael, lleno de energía, se desprendió corriendo hacia los pasillos del palacio, su risa resonando por las paredes llenas de cuadros. Howard se va para recibir más trabajo. Ya que fue ofuscado por dos de su corte imperial.

El niño busca a su nana, la única persona que podía entender su entusiasmo. Al encontrarla, el niño exclamó.

— ¡Nana, nana! ¡Mi padre es el mejor!

— ¿Ah, sí?... ¿Que hizo su majestad que te da tanta alegría?

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Él se calma ya que estaba tan exaltado de la emoción.

— papá salvó a madre de caerse en el caballo. Fue muy heroico y... Y luego nos fuimos todo juntos en el caballo de él. Fue muy divertido...— le cuenta otros detalles que la deja más asombrada.

— oh, ya veo.

La nana, con una sonrisa tierna, escuchaba las palabras de Gael, pero en su interior, un susurro de su mente comenzaba a tomar forma al pensar en la emperatriz.

“ ¿Ella... Hizo tal cosa? Su comportamiento es extraño. No niego que es un alivio para que Gael no sufra, pero Howard..."

Mientras el niño hablaba, ella sonreía. Ocultando sus pensamientos de todo.

— ¿Que te parece si nos vamos al jardín? Te preparé dulce, y quizás podría llevarle uno a su majestad, el emperador.

— si, si... ¡Oh! ¡También a mí madre! ¡Vamos, vamos!— jala a su Nana.

— príncipe... Espere, por favor...

_____________ en la noche.

Teresa relaja un poco los músculos en un baño tibio con fragancias dulce. Ella recuerda ese momento en el que Howard la salvó del caballo. Sí, fue imprudente por montarse en un caballo guiándose de una película de niños. Pero es lo que más le recordó a él, a su pequeño hijo.

“ Oye mamá... Quiero tener un dragón como chimuelo "

Cerró los ojos por, hundiéndose en el agua. Oh, los recuerdos de ese día. El día en el que perdió a su primogénito, a su amado hijo. Lo recuerda perfectamente. Un dolor en el pecho la asfixia, no tanto como estar sumergida en el agua. Su corazón vuelve a sentir ese pesadez que la hace querer morir y jamás despertar.

“no... Otra vez no. Por favor... Deja de pensar en eso. Él... Ya no está. Y relativamente, yo tampoco."

— su excelencia. ¿Se me permite?

Era Constantine. En ese instante, Teresa sale de la tina y las doncella que la acompañan para vestirla hacen lo suyo.

— Un momento. Iré a atenderte pronto, Constantine.

Suavemente la tela se desliza por su piel un poco húmeda. Su cabello ondeado perfectamente queda suelto. El vestido fresco y ligero fue colocado a su elección. Cuando ella estaba lista, las sirvientas abren la puerta y esperan que Constantine entre para salir.

— majestad... La marquesa ha enviado un comunicado de que si su cita el día de mañana será confirmada. ¿Que le digo? ¿La rechazo?

— no. Que venga mañana. Yo la recibiré.

La marquesa es una joven mujer. Que trabajo como modista en la gran capital. El problema con la antigua emperatriz era que no quería a nadie inexperto y sin recomendaciones en su vida y círculo social. Marlene lo es, en el sentido de que apenas está iniciando su negocio. A pesar de que se atrevió a querer trabajar con la emperatriz directamente, la antigua Teresa no la quería y jamás le respondió. Causando que Marlene le enviará solicitud una vez al mes.

— creí que usted no la quería.— comentó Constantine.

— lo reconsidere. Mañana haz la cita. Si ha insistido en querer verme, le daré la oportunidad de hacerlo.

— como usted ordene.

Constantine ofreció una reverencia. Y tan pronto cerró con calma la puerta, de manera elegante pero rápida va tras el despacho del emperador.

— ¿Y bien? Ella...

— ella está igual que ayer. Pacífica.

— ese es el caso ¿No?... La emperatriz es otra persona por una fuerte jaqueca.— ríe con ironía— no lo puedo creer...

Alguien más toca la puerta. Por su voz suave y melodiosa da a entender que es Tania. Howard le da el permiso y ella entra con su aura fresca.

— ¿Que sucede?... ¿Le ocurrió algo a Gael?

— oh, solo vengo anunciarle que el príncipe ya está listo para cenar. De hecho, la comida ya está servida.— mencionó con una sonrisa tranquila.— el niño se preocupa por su padre si irá a cenar hoy con él.

— está noche podré acompañarlo.

Constantine ofreció una reverencia y se marcha. En cuanto al emperador, él le agradece a Tania sobre el anuncio y sale de la habitación.

— el joven príncipe le gustó el día de hoy. No dejaba de repetirme que su padre fue un héroe.— mencionó ella, detrás de él, moviendo sus manos nerviosamente.

Howard por ser más alto, sus pasos parecía ser más rápido que lo de la Nana, así que ella intenta seguirle el paso. Él se ríe de lo que ella comentó de una manera agradable.

— con que eso te dijo... Bueno, él lo ve de esa manera, al salvar de su madre de una terrible caída.— luego dice con tono culpable— Yo no podía permitir que eso ocurriera. Fue mi culpa. Yo le pedí que se subiera al caballo y ella se negó al principio, pero al prometerle que sería seguro lo hizo y casi fue peligroso.

Tania frunce los labios de manera insegura. Cómo es posible que él se sienta culpable de lo que haga la emperatriz sin corazón. En cambio, Tania le consuela diciendo.

— Gael tiene razón. Fue muy heroico de su parte. A pesar de que su majestad es un poco dura. Usted sigue demostrando lo mejor. Es admirable.

Howard no comentó nada. Solo prosiguió su camino hasta el comedor. Mientras que Tania le seguía el paso. Al fin de cabo, el príncipe estaría en la mesa, ella debe cuidarlo hasta en sus comidas. La Nana sabía que Teresa no estaría aquí, pero se sorprende cuando ve a la emperatriz llegar, no fue la única en sorprenderse. Ya que Howard la mira un tanto asombrado.

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Ella se hace presente en la otra entrada del comedor. Era muy común que la antigua Teresa se saltará la cena para soportar la indigestión que tenía de ver al niño por las noches.

— ¡Madre, Padre! Estan aquí los dos.— mencionó el joven príncipe con emoción.

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Muchas gracias por leer. No olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo. 💕