Soy dueño de una gran cadena de venta de carne, mi ganado es seleccionado y criado a pasto, soy innovador en mi ramo, conocido como el CEO de la carne verde. Construí mi imperio desde cero y ahora tengo que contratar pequeños ganaderos para que mi negocio prospere. En una de las propiedades encontré a una mujer que no puedo sacar de mis pensamientos. Voy a conquistar a mi diosa del fuego, cueste lo que cueste...
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Capítulo 22
Ella viene media recelosa y se sienta en mi regazo. Acomodo mis piernas y coloco las suyas una a cada lado, su espalda apoyada en mí. Pongo mi mano en su cintura y voy subiendo, llevo las manos hasta su abdomen, abro los botones del overol y deslizo una mano tocando su piel. La siento tensa. Comienzo a besar su nuca y se recuesta más en mí. Subo un poco más la mano y llego cerca de su pecho. Ella toma mi mano y la sostiene, balancea la cabeza negando.
-Para Alê, no lo estoy logrando, creo que esto no es para mí.
Retiro la mano, la giro para que me mire de frente y le digo:
-Tócame, donde quieras.
-No voy a hacer eso, no puedo.
-Coloca tu mano en mi rostro, siente mi barba, vamos, tú puedes.
Está nerviosa pero levanta la mano y la coloca en mi rostro, cierra los dedos y los abre, pero no me mira a los ojos. Tomé su otra mano y la coloqué al otro lado de mi cara. Ella levanta la cabeza y me mira, veo miedo en sus ojos. Le digo:
-Explora, estoy aquí para ti.
Ella se acerca y me da un beso rápido, baja una de sus manos y la pasa por mis labios. Nunca me había excitado tanto con tan poco.
Baja la mano pero solo con un dedo me toca el pecho por encima de la camisa.
Lleva la otra mano y desabrocha un botón y luego otro. Se acerca y me besa en la parte que ha descubierto.
Escucho una conversación y los hombres vienen llegando. Le digo:
-Tus hombres están llegando.
Acomodo su overol y abrocho mi camisa. Le doy un beso y salimos al patio.
Ella está nerviosa, como ida. Hablo con los hombres y ella entra en la casa sin decir nada.
“Bia”
Los hombres que ayudarán con el ganado ya llegaron. Necesito controlarme e ir a hablar con ellos, si no se darán cuenta de que estoy extraña.
María llega para hacer el café.
Me queda mirando, y se da cuenta de que algo anda mal.
-Bia ¿tienes algún problema?
- ¡No, María! Estoy bien.
-Entonces ¿por qué estás aquí escondida? Ve a hablar con los hombres, necesitas dividir las tareas.
-Ya voy María, ya voy.
Respiro hondo, me controlo y voy hacia donde están ellos.
- ¡Buenos días! Muchachos, María ya está preparando el café y vamos a dividir las tareas. Tenemos dos caballos además del del capataz, así que dos irán a caballo, dos se encargarán del brete, dos se quedarán en tierra, yo inseminaré y ustedes aplicarán la inyección de hormonas. Ahora les toca a ustedes ver quién es mejor jinete o no.
Alessandro pregunta:
-Bia ¿y yo qué voy a hacer?
-Señor Alessandro, por favor, quédese conmigo cuidando el termos de semen. Necesitaré ayuda para descongelarlo.
Todos se quedaron mirándonos porque nunca dejo que nadie ponga una mano en el termos, lo hago todo sola, no acepto fallas.
-El señor Alessandro tiene experiencia y sabe hacer el trabajo, y ayudará. ¿Alguien tiene alguna pregunta?