Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
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Capitulo N°15
El sonido del despertador rompió el silencio de la habitación de Evangelina. Apenas había dormido unas horas, pero no podía permitirse descansar más. Su madre estaba enferma y aunque aún no tenía un diagnóstico definitivo, la incertidumbre la carcomía. No podía darse el lujo de quedarse de brazos cruzados.
Se sentó en la cama y revisó su teléfono. Un mensaje de su padre iluminaba la pantalla:
"No te preocupes por nosotros, hija. Concéntrate en tu trabajo."
Evangelina cerró los ojos con frustración. ¿Cómo podía concentrarse en su trabajo cuando su familia estaba en una situación tan delicada? Sus pensamientos se atropellaban unos con otros. El dinero que ganaba en la empresa como becaria no era suficiente para ayudar con los gastos médicos. Sus padres nunca le pedirían que ayudara económicamente, pero ella sabía que lo necesitaban.
Se mordió el labio, pensando en opciones. ¿Podría retomar la jardinería? Solía ser un ingreso extra confiable, pero con su horario actual en la empresa, no tenía tiempo para trabajar en otra cosa.
Se levantó de golpe y caminó de un lado a otro en su habitación. Tal vez podría reducir sus horas de sueño y trabajar en las noches, pero eso significaría descuidar su rendimiento en la empresa. Por otro lado, si solo se quedaba con su salario actual, su familia podría estar en riesgo si los gastos médicos se acumulaban demasiado.
Apretó los puños.
"No puedo dejar a mis padres en esta situación. Tengo que hacer algo."
Esa mañana llegó a la empresa con la cabeza baja, perdida en sus pensamientos. No notó las miradas curiosas de sus compañeros ni el hecho de que Leonardo, desde su oficina, la observaba con preocupación.
El CEO había notado su cambio de actitud desde el día anterior. Evangelina, quien siempre mantenía una energía positiva, ahora parecía distante. Algo le preocupaba, y aunque no tenía derecho a entrometerse en su vida, la idea de verla así lo inquietaba más de lo que quería admitir.
Sin poder contenerse, llamó a su secretaria.
—Averigua si Evangelina tiene algún problema fuera del trabajo. Pero hazlo con discreción —ordenó, fingiendo que no le importaba demasiado.
La secretaria levantó una ceja, sorprendida por la petición.
—¿Discreción? Señor, está pidiéndome que investigue sobre la vida privada de una becaria.
Leonardo se aclaró la garganta.
—Solo quiero saber si necesita ayuda. Eso es todo.
Su secretaria sonrió con picardía.
—Como diga, señor.
Mientras tanto, Evangelina intentó concentrarse en su trabajo, pero su mente seguía buscando soluciones.
"Podría trabajar los fines de semana en jardinería… pero si me descubren en la empresa, podrían pensar que no me tomo en serio la beca."
Suspiró.
Cuando terminó su jornada, caminó sin rumbo fijo por la ciudad. Sin darse cuenta, llegó hasta la gran mansión donde solía trabajar en los jardines. Miró a través de las rejas. Todo seguía igual… pero ella ya no era la misma chica que venía a regar las plantas y podar los rosales.
—Evangelina.
Se giró de golpe. Era la anciana dueña de la mansión.
—Señora… qué gusto verla.
La anciana le sonrió con dulzura.
—¿Te gustaría volver a trabajar en los jardines? Pareces preocupada… Y la jardinería siempre te hacía feliz.
Evangelina sintió un nudo en la garganta.
—Me encantaría… pero no sé si pueda manejarlo con mi otro trabajo.
La anciana la observó con compasión.
—Hija, a veces la vida nos obliga a tomar decisiones difíciles. Pero no olvides cuidarte a ti misma en el proceso.
Evangelina sintió sus ojos arder.
—Lo pensaré, señora. Gracias.
Cuando salió de la mansión, sintió una presencia cerca. Al girarse, su corazón se detuvo.
Leonardo estaba allí, apoyado en su auto, mirándola fijamente.
Su mirada era intensa, como si hubiera descubierto algo que no debía.
—¿Estás planeando trabajar en jardinería de nuevo?
Evangelina sintió un escalofrío. ¿Hasta dónde llegaría este hombre para vigilarla?
Leonardo avanzó unos pasos hacia ella, su rostro serio pero con una chispa de algo que no pudo descifrar.
—Si necesitas dinero… hay otras maneras de conseguirlo sin que tengas que agotarte hasta el límite.
Evangelina lo miró con orgullo y desafío.
—No necesito su ayuda, señor.
Pero en el fondo, no estaba tan segura.