Matteo Bushida Lombardi desde pequeño vio a sus padres amarse por sobre todas las cosas, y pensó que él había encontrado un amor igual, pero todo lo perdió por culpa de aquella noche.
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Siete
Mia¿Estás loca? Te dejo un rato durmiendo en una habitación y terminas teniendo sexo, no tienes vergüenza.
La otra supuesta hija de su padre apareció en el cuarto presuntamente a buscarla, acompañada de Franco.
- Ayúdame Livia. - le suplicó sin poderse mover bien todavía.
- ¿Ayudarte? Claro que sí, tienes que irte de aquí urgente, no sabes con quien te metiste.
- Yo...
- Cállate y ponte su camisa, tu vestido está destrozado y así no puedes salir de aquí.
Sin ninguna delicadeza la ayudó a ponerse la camisa del hombre y ella la aguantó con su mano pues no tenía botones y así, incluso sin zapatos la arrastraron hasta un auto y la tiraron en el asiento trasero.
- ¿Estará dormida?- le preguntó Livia a Franco que era quien conducía al ver que la chica no se movía.
- Seguro, ese es el efecto de la droga, pero no entiendo, según Sorrento él tenía que matarla.
- Sí, me prometiste que iba a matarla y aquí la llevamos de regreso, ahora tengo que avisar a mi madre.- se quejó con el hombre de lo mal que había ido todo.
Livia tomó su teléfono y llamó a Emilia.
- Mamá, nada salió como lo planeamos, despierta a papá y dile que voy muerta de la vergüenza con el espectáculo que Mia dio en la fiesta, que se emborrachó y hasta terminó teniendo sexo con un desconocido, si la va a matar a golpes tenemos que aprovechar esta noche.
Terminó la llamada y se acomodó en su asiento.
- Eres muy mala Livia. - la joven tuvo una sonrisa con el comentario de su acompañante- Y yo que pensé que Sorrento era un miserable hijo de su madre que no le importa nada más que el dinero, tú juegas en las grandes ligas cariño, menos mal que es tu hermana.
Los dos rieron como si el tipo hubiera dicho el mejor de los chistes.
- Esa no es mi hermana, es un estorbo necesario.
El siguiente encuentro con la realidad que Mia sintió fue cuando agarrada del pelo fue arrastrada afuera del auto y metida a la casa, lo que le estaba sucediendo en ese momento era tan aterrador como lo vivido hacía unas horas antes, el puño de su padre dando una y otra vez contra ella hasta que perdió la conciencia.
Aquella noche, aunque le habían sucedidos horrores en poco tiempo la chica no murió como lo deseaban los miembros de aquella casa, veinticuatro horas después despertaba cuando una sirvienta le curaba los golpes y ponía un ungüento sobre ellos.
- Señorita no se mueva.- le dijo susurrando- Haga como si no hubiera despertado aún.
Aquella mujer no era la misma que trabajó en su casa por años, la otra había sido despedida hacía un tiempo precisamente por defender a las niñas, además de que sabía secretos sobre la fortuna Vani que Bruno Giannoli no quería que fueran descubiertos, estas trabajadoras no la conocían de toda la vida y nunca se habían metido en medio cuando ella era abusada, pero a las claras se notaba que no estaban conformes con el trato que le daban.
- Si saben que está despierta vendrán a molestarla, en un rato voy a traer algo a escondidas para que intente comer, pero si escucha la puerta debe fingir que no ha despertado.
- Gracias- le dijo como pudo debido a la inflamación que tenían aún sus labios.
- Shhh, quédese tranquila que ya verá que va a sanar pronto.
La mujer siguió en lo suyo y ella obedeció.
.............
Pero Mia no era la única implicada en aquel macabro asunto, unas horas después de el primer acontecimiento Matteo también había despertado en la cama en la que todo sucedió, en la casa de Sorrento.
Los retazos de la noche anterior iban y venían como en un carrusel dando vueltas en la cabeza del chico en la que solo había un pensamiento, Liz, le había prometido su primera vez al amor de su vida, ambos se la habían prometido y ahora se sentía un miserable, no había podido contenerse y le había fallado.
Llegó a su casa y agradeció que solamente Lola estuviera allí pues sus padres y sus hermanos estaban en Japón.
Lola lo miró sin decir nada pero sabía que algo había sucedido.
La mujer había llegado a la mansión Lombardi cuando tenía veinticinco años de la mano de Greta para tomar su lugar como niñera de el pequeño Matteo y sus hermanos pues ella era ya demasiado vieja y no podía encargarse de los niños y Giulia necesitaba ayuda, y desde que lo atendió por primera vez tuvo un no se que con él que lo volvía transparente ante sus ojos, era algo parecido a lo que tenía su madre con Greta.
Matteo no se detuvo a esperar que las preguntas de la mujer llegaran y subió rápidamente a su habitación y de allí al baño.
Traía puesto el pantalón y una camiseta que no era suya pues su camisa había desaparecido y ambas piezas de ropa fueron directamente a la basura antes de que él entrara a la bañera.
Abrió la ducha en el punto más caliente que su cuerpo pudo aguantar, estaba sucio y tenía que sacar de él aquella mugre, pero por mucho que restregaba la esponja contra su piel no notaba mejoría, él seguía sintiendo que la suciedad no salía.
Ardía, su piel ardía como el demonio, estaba seguro de que en algún que otro lugar ya debía de tener una rozadura de tanto frotar y dejar caer el agua caliente sobre ella, pero no lograba nada, no lograba sacar aquellos recuerdos de él encaramado sobre otra mujer teniendo sexo con ella sin que pudiera negarse a ello, no lograba olvidar que esa mujer no era su Liz, a quien él había escogido y amado desde siempre.
Salió del baño sin secarse y sin vestir, se tiró sobre la cama y se hizo un ovillo como si quisiera perderse en ella y lloró hasta quedarse dormido, así lo encontró Lola unas horas después cuando subió preocupada al no verlo regresar a donde estaba ella.
😭😭