El Humillado Joven Heredero

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Una mirada tan penetrante como la de un águila proveniente de su dueño, con una expresión fría, se posó en Jaya Diningrat, quien estaba bañado en sudor en la habitación con aire acondicionado. El hombre de mediana edad temblaba de miedo aunque el hombre de Medio Oriente frente a él no hacía nada.

Jaya no sabía nada sobre la confesión de Melani, su hija. Pero él y la empresa se vieron afectados.

Al-Fatih Group retiró la inversión que acababan de acordar. En este momento, Jaya estaba siendo interrogado por Ahmed por el error de Melani.

"Señor, realmente no lo sé. Prometo retirar la noticia de inmediato y hacer que mi hija haga una declaración aclaratoria. Pero por favor, señor. Ayúdeme, la empresa podría irse a la quiebra debido a la deuda vencida en cuestión de días. Por favor, señor", rogó con cara lastimera.

"El joven maestro podría considerarlo. Solo si la noticia desaparece esta noche. Pero si todavía existe, yo me encargaré de ello. Por supuesto, a mi manera", dijo Ahmed en un tono plano y frío.

Jaya se atrevió a mirar a Ahmed a la cara. El hombre que estaba sentado tranquilamente dando golpecitos con un bolígrafo en la mesa era más aterrador para Jaya que Arjuna.

"Está bien, señor. Lo resolveré de inmediato. Una vez más le ruego que convenza al joven maestro para que vuelva a invertir en mi empresa", pidió Jaya con las manos juntas frente al pecho.

"Vete", ordenó Ahmed.

Jaya asintió rápidamente. Ahmed observó con atención los apresurados pasos de Jaya.

Ahmed comenzó a preocuparse, si esta noticia se extendía... El título de joven maestro Al-Fatih que ostentaba Arjuna no era un título cualquiera. Puede que Arjuna no lo supiera, pero si un solo miembro de la familia Abdullah Al-Fatih se enteraba de su existencia, no solo su posición sino también la seguridad de Arjuna podrían verse amenazadas.

"El joven maestro debe comprender y dominar rápidamente el funcionamiento de la empresa. Señor Zaid... Realmente veo su reflejo en los ojos del joven maestro. Que descanse en paz, porque creo que el joven maestro puede enorgullecerle", dijo en un monólogo.

***

Arjuna aparcó su moto fuera del garaje. Cuando vio que el coche de Natasha ya estaba dentro del garaje, Arjuna se preparó para recibir la ira de su esposa. No tardó mucho... ¡Pum!

Los apresurados pasos de Arjuna se detuvieron al mismo tiempo que el sonido del motor del coche al apagarse. Arjuna volvió a salir corriendo y miró con tristeza su moto, que se había caído al ser golpeada por el coche de Joshua.

Arjuna miró fijamente a Joshua, que salía del coche. Con el rostro inexpresivo, Joshua preguntó: "¿Qué pasa, Arjuna?".

"Lo hiciste a propósito, ¿verdad?", preguntó Arjuna conteniendo la ira.

"Oh, así que lo que acabo de golpear era tu moto. Pensé que era solo basura. Jaja, no te preocupes. Puedo reemplazarla si quieres", dijo Joshua con una expresión de burla en el rostro.

"No es necesario, gracias. Olvídate de la moto, dentro de poco no podrás volver a comprar nada. Incluso si es solo una bicicleta de segunda mano", dijo Arjuna mientras colocaba su moto en su posición. Arjuna metió la moto en el garaje. No le importaba la sonrisa de Joshua.

"¿Qué le pasa? Tiene mucha confianza en sí mismo", murmuró Joshua.

Arjuna entró en la casa y fue directamente a su habitación. La expresión seria de Natasha, que estaba sentada en el sofá, recibió a Arjuna desde que se abrió la puerta de la habitación.

"Tasha, ¿ya estás en casa?", preguntó Arjuna a modo de saludo.

Natasha se limitó a guardar silencio. Su mirada hizo que Arjuna se sintiera incómodo.

"Voy a prepararte un té. Espera un momento, no tardaré". Arjuna se dio la vuelta, pero entonces algo le golpeó en la espalda.

Arjuna vio un cojín del sofá caer no muy lejos de sus pies. Resultó que Natasha le había arrojado el cojín a la espalda. Arjuna cogió el cojín con una sonrisa y, al girarse, Natasha le lanzó otro cojín que le dio en la cara.

"Tasha...", dijo Arjuna con suavidad.

"Prepárame la comida. Lo que sea, siempre que tenga espárragos. ¡Rápido!", ordenó en tono elevado.

"¿Comida a estas horas? ¿No has comido? Yo ya...".

"¡Rápido!", gritó con los ojos completamente abiertos.

"Es-está bien. Pero no hay espárragos en la cocina. ¿Qué tal si hacemos otra cosa? Para no tener que ir a comprarlos y que la comida esté lista rápidamente", dijo Arjuna.

"¿Me estás llevando la contraria?".

"No es eso. Pero... está bien. Dame una hora. ¿De acuerdo?".

"¿Qué? ¿Quieres que me muera de hambre después de saltarme la comida?".

"45 minutos, ¿qué te parece? Media hora. Terminaré en 30 minutos. Aguanta el hambre un rato, ¿sí?". Arjuna se apresuró a dejar los dos cojines que tenía en la mano, se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación hacia el garaje. Esperaba que hubiera espárragos en el supermercado más cercano.

Mientras tanto, Natasha arrojó otro cojín que estaba cerca de ella con gran enfado. No solo estaba enfadada porque este tardío Arjuna la ignorara con demasiada frecuencia. Sino que también estaba enfadada porque era como si dependiera y esperara que Arjuna la atendiera siempre.

"¿Qué me pasa? Qué molesto, ¿qué es este sentimiento?", refunfuñó.

***

Arjuna se sintió aliviado al encontrar lo que buscaba en el supermercado al que se dirigió. Sin embargo, perdió bastante tiempo haciendo cola detrás de dos personas.

Le quedaban menos de 15 minutos del tiempo prometido. Al ver las gambas en la nevera, Arjuna se apresuró a cogerlas y limpiarlas.

Al poco tiempo, Arjuna se sintió realmente aliviado. En los últimos minutos, los aprovechó para llamar a Natasha.

Con gran esfuerzo, Natasha ocultó su expresión de hambre ante el plato de espárragos salteados con gambas que le preparó Arjuna. Su apetitoso aroma hizo que Natasha tragara saliva varias veces.

"¿Por qué solo un plato? ¿Es porque solo he pedido esto y no me has hecho nada más?", le preguntó en tono agrio a Arjuna, que le acercaba el plato en el que había puesto arroz caliente.

"Lo siento, no he tenido tiempo de hacer nada más. Es que...".

"Excusas", espetó Natasha, cortando la frase de Arjuna.

Arjuna bajó la cabeza con una leve sonrisa. Natasha le miró con los ojos entrecerrados y le dijo: "¡Vete! Limpia el baño. Después, todavía tienes trabajo que hacer como castigo".

"Pero el baño ya está limpio, Tasha", protestó Arjuna.

"¿Me estás llevando la contraria? Ah, sí, no olvides hacerme un té cuando termines".

"Por supuesto que no, señora. Que aproveche, volveré cuando termine de limpiar el baño".

La penetrante mirada de Natasha acompañó los apresurados pasos de Arjuna. Cuando llegó al final de las escaleras, Arjuna se volvió para mirar al comedor y sonrió satisfecho al ver a Natasha disfrutando de su comida.

Arjuna continuó hasta la habitación. Metió la mano en el bolsillo del pantalón para sacar el regalo de Rahul. Arjuna lo miró por un momento con una sonrisa en los labios, y luego volvió a guardarlo en el bolsillo del pantalón.

"Supongo que no está de más intentarlo. Como dijo Rahul, Tasha es mi esposa. Así que está bien, ¿no?", murmuró Arjuna mientras empezaba a prepararse para cumplir su castigo.