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Susurros Del Más Alla | Ecos Del Pasado

Susurros Del Más Alla | Ecos Del Pasado

Status: Terminada
Genre:Completas / Romance paranormal / Amor-odio / Leyendas de fantasmas / Escena del crimen / Casos sin resolver / Fantasía LGBT
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: R.K. Everheart

Cuando Elliot, un estudiante universitario, empieza a experimentar extraños sucesos en su hogar, nunca imagina que está a punto de adentrarse en un misterio que trasciende la vida y la muerte. La aparición inesperada de Blake, un fantasma atrapado entre dos mundos, desencadena una serie de eventos que revelan secretos ocultos y verdades perturbadoras.

Mientras Elliot intenta ayudar a Blake a encontrar su camino al más allá, ambos descubren que la conexión entre ellos es más profunda de lo que imaginaban. En su búsqueda, se enfrentan a enigmas sin resolver, fuerzas oscuras y un pasado que no está dispuesto a permanecer en silencio.

NovelToon tiene autorización de R.K. Everheart para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Ecos del olvido

El viento frío de la noche susurraba a través de los árboles, llenando el aire con un susurro inquietante. Elliot caminaba lentamente por el campus, con sus pensamientos enredados como una maraña imposible de deshacer. Todo lo que había ocurrido desde que Blake apareció en su vida había removido las bases de su realidad, y lo peor de todo era que no sabía en quién podía confiar.

Blake había empezado como una intriga, una figura difusa entre las sombras, pero ahora, para Elliot, era más que eso. No era solo un fantasma; era un ser atrapado entre dos mundos, buscando respuestas, igual que él. Y luego estaba Damián, su mejor amigo, su confidente, su hermano de alma. Pero la conversación en el bosque, las palabras no dichas, la confesión velada... todo se mezclaba en la mente de Elliot, creando un torbellino de emociones que no sabía cómo controlar.

El campus estaba desierto a esas horas. Las luces parpadeaban ocasionalmente, lanzando sombras largas sobre el pavimento. A medida que Elliot se acercaba a su dormitorio, la familiaridad del lugar le proporcionaba un leve consuelo, pero su mente seguía volviendo a las palabras de Damián.

"No quiero ser solo tu amigo..."

La confesión lo había tomado por sorpresa. Jamás había pensado en Damián de esa forma, pero no porque no lo quisiera, sino porque había asumido que su relación siempre sería como la de hermanos. ¿Qué había cambiado? ¿Había estado ciego a lo que Damián sentía todo ese tiempo? Elliot se maldecía por no haberlo notado antes, pero ahora no sabía cómo manejar la situación. No quería perder a su amigo, pero tampoco sabía si podría corresponder a esos sentimientos.

Entró en su habitación y cerró la puerta con un suspiro. El lugar estaba vacío y silencioso, pero no se sentía solo. Sabía que Blake aparecería en cualquier momento, como siempre lo hacía. Estaba empezando a acostumbrarse a su presencia, aunque aún había algo perturbador en su naturaleza fantasmal, en esa extraña mezcla de vida y muerte que lo rodeaba.

Como si lo hubiera llamado con el pensamiento, la figura de Blake comenzó a materializarse frente a él, primero como una sombra borrosa y luego tomando una forma más definida, casi tangible. Elliot se estremeció al notar una vez más cuán real parecía. Los rasgos de Blake eran tan humanos, tan cercanos a la vida, que a veces se olvidaba de que ya no pertenecía a este mundo.

—¿Estás bien? —preguntó Blake, observando a Elliot con una mezcla de curiosidad y preocupación en sus ojos etéreos.

Elliot se dejó caer en la cama y se frotó los ojos, sintiendo el cansancio físico y emocional acumulado.

—No lo sé, Blake —respondió con sinceridad—. Todo se siente tan... confuso. Damián, tú, todo lo que está pasando... Siento que estoy perdiendo el control.

Blake se acercó lentamente, sentándose en el borde de la cama. Aunque no pudiera sentir el peso de Blake, Elliot notaba su presencia de una manera intangible, como un ligero cambio en el aire a su alrededor.

—Sé que es difícil, pero debes recordar que no estás solo en esto. Yo estoy aquí, y siempre lo estaré, hasta que resolvamos lo que necesitamos resolver. Pero en cuanto a Damián... no soy quien para decirte cómo debes manejarlo.

Elliot miró a Blake, y por un momento se preguntó cómo sería la vida de Blake antes de su muerte. ¿Había tenido amigos como él tenía a Damián? ¿Había sentido amor, confusión, miedo? Blake siempre parecía tan distante, como si los asuntos humanos fueran solo un eco lejano para él.

—No sé qué hacer —admitió Elliot en voz baja—. No quiero herir a Damián, pero tampoco sé si puedo corresponderle de la manera que él espera.

Blake asintió, su expresión suave, casi comprensiva.

—El amor y la amistad son líneas finas, Elliot. A veces, se cruzan de maneras que no podemos controlar. Pero eso no significa que debas forzarte a sentir algo que no sientes. Si Damián es realmente tu amigo, entenderá lo que sea que decidas.

Elliot dejó que las palabras de Blake se asentaran en su mente por un momento, sabiendo que tenía razón. Damián siempre había sido comprensivo, incluso en sus momentos más oscuros. Sin embargo, algo en su comportamiento reciente lo inquietaba. Había una intensidad en la forma en que Damián lo miraba, como si el peso de años de represión se hubiera liberado de repente.

El pensamiento lo llevó de vuelta al bosque, a la conversación que habían tenido. Había algo más en las palabras de Damián, algo que aún no lograba comprender.

—Damián ha cambiado —murmuró Elliot—. Desde que te conté sobre ti... parece más distante, más impredecible.

Blake lo observó atentamente, como si estuviera evaluando la situación.

—Es posible que esté lidiando con cosas que ni siquiera tú puedes ver —dijo Blake, su voz baja—. A veces, las personas ocultan sus batallas internas hasta que no pueden más.

Elliot sabía que Blake tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil. Quería ayudar a Damián, pero no sabía cómo. Y mientras tanto, había un misterio más grande que seguía sin resolver: el de la propia muerte de Blake.

—¿Recuerdas algo más? —preguntó de repente, cambiando de tema—. Sobre tu muerte, quiero decir. ¿Alguna pista de por qué estás aquí?

Blake se quedó en silencio por un momento, como si estuviera buscando en los rincones oscuros de su mente en busca de respuestas.

—No mucho más —admitió finalmente—. Solo... hay un rostro. Alguien que parece importante, pero no logro recordar quién es. Cada vez que intento enfocarme en ese recuerdo, se desvanece.

Elliot frunció el ceño. El rostro que Blake mencionaba podría ser la clave para resolver el misterio de su muerte, pero parecía estar fuera de su alcance.

—Seguiremos buscando —dijo Elliot con determinación—. No te dejaré aquí atrapado para siempre.

Blake le dedicó una leve sonrisa, un destello de algo parecido a gratitud en sus ojos. Pero antes de que pudieran continuar, la puerta del dormitorio se abrió de golpe, y Elliot se sobresaltó, girándose rápidamente.

Damián estaba allí, de pie en el umbral, su rostro sombrío y sus ojos oscuros fijos en Elliot. Había algo en su postura, en la forma en que lo miraba, que hizo que el corazón de Elliot latiera más rápido.

—¿Estás bien? —preguntó Damián, su voz baja, casi cautelosa.

Elliot asintió, pero el ambiente en la habitación se había vuelto pesado, cargado de una tensión invisible. Damián miró a Blake, pero no dijo nada. Sabía que estaba allí, pero siempre había mantenido una distancia emocional con respecto al fantasma, como si no quisiera reconocerlo.

—Quería hablar contigo —dijo Damián, mirando de nuevo a Elliot—. Sobre lo que pasó en el bosque.

El corazón de Elliot se aceleró de nuevo. Sabía que esa conversación era inevitable, pero no estaba seguro de estar listo para tenerla ahora.

—Blake, ¿nos das un momento? —preguntó Elliot suavemente.

Blake asintió y se levantó de la cama, desvaneciéndose en el aire como un susurro.

Cuando quedaron solos, Damián dio un paso más hacia Elliot, su expresión seria.

—No quería hacerte sentir incómodo —dijo Damián—. Pero no puedo seguir fingiendo que no siento lo que siento.

Elliot lo miró, sintiendo el peso de las palabras de Damián caer sobre él como una losa. No sabía qué decir, pero sabía que cualquier respuesta que diera tendría consecuencias para su relación.

—Damián, yo... —Elliot comenzó, pero las palabras se atoraron en su garganta. ¿Cómo podía explicarle a su mejor amigo que, aunque lo quería, no lo veía de la misma manera?

Damián lo interrumpió con una leve sonrisa, pero no había alegría en ella.

—No necesitas decir nada —dijo—. Ya lo sé.

Elliot abrió la boca para protestar, pero Damián negó con la cabeza, acercándose aún más. Colocó una mano en el hombro de Elliot, y el contacto lo sorprendió, porque había algo suave y vulnerable en ese gesto.

—Solo... no me alejes, ¿sí? —susurró Damián, su voz temblando ligeramente.

Elliot asintió, incapaz de hablar. Sentía un nudo en la garganta, una mezcla de dolor y alivio. Sabía que no sería fácil, pero no podía perder a Damián.

Elliot sintió la presión de la mano de Damián en su hombro, un peso emocional tan fuerte como físico. Asintió sin palabras, sintiendo que cualquier cosa que dijera rompería ese frágil momento que pendía de un hilo. No sabía qué esperar después de aquella confesión, pero no podía dejar que su mejor amigo se alejara.

—Nunca te alejaría —susurró finalmente, mirando a Damián a los ojos—. Siempre estaré aquí para ti.

Damián lo miró fijamente, como si estuviera evaluando la sinceridad en sus palabras, como si buscara alguna señal de traición. Después de un momento que pareció eterno, asintió lentamente y bajó la mano, aunque Elliot pudo notar la tensión aún visible en su postura.

—Gracias —fue todo lo que dijo Damián antes de alejarse un poco, como si la cercanía física fuera demasiado para ambos en ese instante.

El silencio que siguió fue incómodo, lleno de lo que no se había dicho. Damián estaba claramente luchando con algo más profundo, y Elliot no sabía si tenía las herramientas emocionales para ayudarlo. ¿Qué pasaba realmente en la mente de su amigo? Desde hacía tiempo, había notado cambios en él, pequeños destellos de comportamiento que no sabía cómo interpretar. Y aunque Damián era su amigo más cercano, su hermano en espíritu, había partes de él que seguían siendo un misterio.

Finalmente, Damián rompió el silencio.

—Me siento extraño, Elliot. Como si todo estuviera cambiando demasiado rápido y no puedo detenerlo. A veces... siento que no soy yo mismo.

Elliot lo miró con preocupación.

—¿Qué quieres decir?

Damián apretó los labios, como si estuviera debatiendo si debería seguir hablando. Finalmente, decidió hacerlo.

—No lo sé exactamente. Desde hace un tiempo... siento como si algo me estuviera empujando a hacer cosas que no quiero hacer. Como si hubiera una parte de mí que no puedo controlar. Pero cuando estoy contigo... todo eso desaparece.

Elliot sintió un nudo en el estómago. ¿Era eso lo que lo estaba empujando a comportarse de forma tan impredecible? Las largas caminatas nocturnas al bosque, el aire distante, el comportamiento más errático... ¿era esto lo que había estado ocultando?

—Damián, si te sientes así, tal vez deberíamos buscar ayuda. No tienes que enfrentarlo solo.

Damián negó con la cabeza con rapidez, casi con desesperación.

—No. No quiero hablar con nadie más. Solo contigo. Eres la única persona en la que confío. Nadie más entendería lo que pasa por mi cabeza.

Elliot abrió la boca para decir algo más, pero antes de que pudiera hacerlo, un sonido suave interrumpió la conversación. Giró la cabeza y vio a Blake, quien había vuelto a aparecer, flotando a unos pocos metros de distancia. Su expresión era seria, más de lo habitual.

—Lo siento por interrumpir —dijo Blake, su voz baja—, pero creo que es importante.

Damián frunció el ceño, claramente molesto por la aparición del fantasma, pero Elliot se levantó, mirando a Blake con expectación.

—¿Qué pasa?

Blake dudó por un momento, como si estuviera considerando sus palabras cuidadosamente.

—Recuerdo algo. No es mucho, pero... creo que es relevante. Hay una presencia, algo oscuro... en el bosque.

Elliot sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿Qué tipo de presencia?

Blake frunció el ceño, como si las palabras fueran insuficientes para describir lo que sentía.

—No lo sé exactamente. Solo sé que está ahí. Y que está conectada a mi muerte de alguna manera.

Damián, que había estado escuchando en silencio, dio un paso adelante.

—¿Y qué se supone que hagamos con eso? —preguntó con tono escéptico—. ¿Ir al bosque a buscar algo que ni siquiera él entiende?

Elliot miró a Damián, sabiendo que el comentario venía de una mezcla de frustración y celos. Sabía lo difícil que era para su amigo aceptar la presencia de Blake, pero también sabía que no podían ignorar lo que el fantasma estaba diciendo.

—No lo sé, pero si hay una pista en el bosque, debemos seguirla. Esto podría ayudar a Blake a entender qué le pasó y por qué está atrapado aquí.

Damián apretó los puños, claramente conflictuado, pero finalmente suspiró.

—Si tú vas, yo voy contigo.

Elliot lo miró con gratitud, sabiendo lo difícil que debía ser para él aceptar aquella situación. Pero, al final, Damián siempre había estado a su lado, incluso en los momentos más complicados. Este no sería diferente.

—Está bien —dijo Elliot—. Vamos al bosque.

Los tres salieron del dormitorio, dirigiéndose en silencio hacia el lugar que se había convertido en el epicentro de sus vidas recientemente. El campus estaba aún más silencioso que antes, como si todo el mundo hubiera desaparecido. A medida que se acercaban al límite del bosque, Elliot sintió una creciente sensación de inquietud en su pecho. No sabía qué esperar, pero una parte de él temía lo que pudieran encontrar.

El bosque era denso, oscuro, con ramas que se entrelazaban como los dedos de una mano esquelética. El suelo crujía bajo sus pies, y el viento parecía susurrar secretos antiguos que solo podían entenderse en el borde de la realidad.

Blake flotaba delante de ellos, guiándolos. Su forma parecía más borrosa de lo habitual, como si la energía del lugar lo estuviera afectando.

—Estamos cerca —dijo finalmente Blake, deteniéndose en un claro donde la luz de la luna se filtraba débilmente a través de las hojas.

Elliot miró a su alrededor, pero no vio nada fuera de lo común. Solo árboles y oscuridad.

—¿Aquí? —preguntó, sintiendo la tensión en el aire.

Blake asintió lentamente.

—Siento algo. Como si hubiera una... ruptura aquí. Entre este mundo y el otro.

Elliot se estremeció. La idea de que hubiera una conexión entre los dos mundos justo allí, en medio del bosque, lo hacía sentir incómodo. Pero antes de que pudiera decir algo más, Damián habló.

—No hay nada aquí, Elliot. Solo estamos perdiendo el tiempo.

Elliot se giró para mirarlo, sorprendido por el tono amargo en su voz.

—Damián, sé que esto es difícil para ti, pero...

—No, tú no entiendes —lo interrumpió Damián, su voz tensa—. No me gusta estar aquí. No me gusta lo que este lugar me hace sentir.

Elliot frunció el ceño, confuso.

—¿Qué quieres decir?

Damián miró al suelo, sus manos temblando ligeramente.

—Es como si... como si este lugar me estuviera llamando. Como si hubiera algo aquí que me quiere a mí.

Elliot sintió un nudo de preocupación formarse en su estómago. Sabía que Damián había estado luchando con algo, pero esto era más de lo que había imaginado.

—Damián, si te sientes mal, podemos irnos.

Damián negó con la cabeza, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que Elliot nunca había visto antes.

—No. Quiero quedarme. Quiero saber qué es lo que está pasando conmigo.

Elliot dio un paso hacia Damián, preocupado por la intensidad en sus palabras. No había visto a su amigo comportarse así, tan... fuera de sí. Damián siempre había sido impredecible en sus emociones, pero esto era diferente. Este lugar parecía afectarlo más de lo que cualquiera había anticipado.

—Damián, si sientes que algo no está bien, deberíamos volver. No tenemos que hacer esto ahora —insistió Elliot, tratando de mantener su voz calmada.

Pero Damián no parecía estar escuchando. Su respiración se volvió más rápida, y su mirada oscura se perdía entre los árboles, como si buscara algo que sólo él podía ver.

—No entiendes, Elliot —murmuró Damián, su voz quebrada—. Siempre he sentido que había algo mal en mí. Algo que no puedo explicar. Pero aquí... aquí siento que todo tiene sentido. Como si este lugar me llamara.

Elliot se tensó, sin saber qué hacer. Blake también estaba observando a Damián con una expresión de preocupación visible en su rostro, flotando a unos metros de distancia.

—Hay algo oscuro aquí —dijo Blake en voz baja—. No es seguro.

Antes de que Elliot pudiera decir algo, Damián dio un paso adelante, dirigiéndose hacia el centro del claro, donde la luz de la luna caía de manera irregular. Cada paso que daba parecía arrastrarlo más profundo en una sombra invisible que envolvía el bosque.

—Damián, detente —dijo Elliot con urgencia—. No sigas.

Pero Damián no se detuvo. Su figura comenzó a desvanecerse entre las sombras de los árboles, hasta que Elliot ya no pudo verlo bien. Sintió una punzada de miedo en su pecho, una sensación de que estaban a punto de perder a su amigo para siempre.

—¡Damián! —gritó Elliot, corriendo tras él.

El bosque parecía cambiar con cada paso. Los árboles se volvían más altos, las sombras más largas, como si el propio lugar estuviera conspirando para atraparlos. Blake seguía flotando a su lado, pero incluso él parecía perder algo de su solidez, su forma fantasmal vibrando con la energía del lugar.

—No es seguro seguir, Elliot —dijo Blake con voz baja, sus ojos brillando con advertencia—. Esto no es normal.

Pero Elliot no podía parar. No cuando su mejor amigo estaba en peligro. Aunque Damián tenía sus lados oscuros, sus secretos y sus momentos de violencia contenida, seguía siendo la persona más importante para él. No podía perderlo.

Finalmente, alcanzó a Damián, quien estaba de pie frente a un antiguo árbol, uno más grande que cualquiera que Elliot hubiera visto en su vida. El tronco era retorcido, cubierto de marcas que parecían runas antiguas. La atmósfera alrededor del árbol era densa, como si el aire mismo estuviera cargado de poder.

—Damián, tenemos que irnos —dijo Elliot, jadeando ligeramente.

Damián no respondió. Estaba inmóvil, con los ojos fijos en las marcas del árbol. Sus labios murmuraban algo en voz baja, palabras que Elliot no podía entender, pero que sentía que no deberían ser pronunciadas.

—Damián, por favor, vuelve conmigo —suplicó Elliot, poniéndole una mano en el brazo.

Damián finalmente se giró para mirarlo, pero su expresión era distante, como si no lo reconociera. Sus ojos, normalmente llenos de emoción reprimida, ahora parecían vacíos, como si algo más estuviera ocupando su lugar.

—No puedo volver, Elliot —dijo Damián en un susurro—. Este es mi lugar. Siempre lo ha sido.

Elliot sintió una mezcla de miedo y tristeza. Sabía que su amigo estaba perdido en algo que no podía comprender, atrapado en una fuerza que lo superaba.

—No te dejaré aquí —dijo Elliot con determinación—. No importa lo que sientas, no puedes quedarte.

Blake flotó más cerca, su presencia etérea vibrando con la energía del lugar.

—Elliot tiene razón, Damián —dijo Blake, su voz suave pero firme—. Este lugar no es para los vivos.

Damián parpadeó, como si las palabras de Blake lo hubieran sacudido. Por un momento, sus ojos parecieron recuperar algo de claridad, algo de la persona que Elliot conocía.

—¿Qué... qué estoy haciendo aquí? —preguntó, su voz temblando.

Elliot aprovechó ese momento de duda para sujetarlo con más fuerza.

—Vamos a casa, Damián. No tienes que quedarte aquí.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Damián asintió débilmente. Elliot lo guió lejos del árbol, lejos de las sombras que parecían querer retenerlo. Mientras caminaban de vuelta por el bosque, las sombras parecían menos opresivas, aunque el aire seguía cargado de tensión.

Cuando finalmente llegaron al borde del bosque, Damián estaba agotado, pero parecía más él mismo. Se sentó en el suelo, con la cabeza entre las manos, respirando profundamente como si intentara recomponerse.

—Lo siento —murmuró—. No sé qué me pasó.

Elliot se arrodilló a su lado, poniendo una mano en su espalda.

—No importa. Lo importante es que estás bien.

Damián asintió, aunque todavía parecía perturbado. Elliot sabía que esto no había terminado. Había algo en ese bosque, algo que conectaba a Damián de una manera que aún no entendían. Y tarde o temprano, tendrían que enfrentarlo nuevamente.

Blake observó desde la distancia, su forma fantasmal más estable ahora que estaban fuera del bosque.

—Este no es el final —dijo Blake con seriedad—. Lo que sea que está en ese lugar... no va a detenerse.

Elliot lo miró, sabiendo que tenía razón. El peligro aún estaba ahí, acechando en las sombras. Pero por ahora, lo único que importaba era que Damián estaba a salvo. Y juntos, encontrarían una manera de desentrañar los secretos que los rodeaban.

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badboys
caballero he leído muchas novela pero su novela me impresionó demasiado😆😆😆😆😆😆😆😆jejeje eres increible
pan dulce: me alegra que te guste!
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Má lúm
No puedo dormir pensando en qué pasará después, ¡necesito la próxima parte yaaaa! 😴
pan dulce: pronto estará lista otra parte!
total 1 replies
Jing Mingzhu5290
Tu manera de escribir es increíble, ¡y tu historia es adictiva! Por favor, publiquen nuevo capítulo pronto. 😏
pan dulce: gracias! el capitulo está en el horno!
total 1 replies
NovelToon
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