Yohei huye de su país y del aplastante peso de su familia, sin saber que allí encontraría a alguien a quien amar, pero aquello de lo que escapa lo terminará encontrando.
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Capítulo 7
Reece
Yohei llegó efectivamente a mi trabajo, cuando faltaba un par de horas antes de terminar mi turno. Fue agradable tenerlo en este lugar y cada tanto miro hacia él o voy a llevarle algo, si es que tengo una pausa.
-¿Es tu amigo?- pregunta Jenna, una de las gemelas que trabaja en el mostrador, mientras que su hermana Jane trabaja en la cocina. Ambas son sobrinas del dueño.
-Sí- respondo orgulloso, al reconocer la mirada de apreciación que le lanza a Yohei. –Amigo y compañero de cuarto.
-¿En serio? Preséntame- pide inmediatamente.
-No quiero.
-No seas así, hazlo- insiste.
-No.
-Tan egoísta como siempre- se queja, pero lo deja pasar. En realidad, las gemelas son muy buenas para burlarse de los hombres, cambiando de lugar entre ellas constantemente, así que no quiero que se metan con el lindo e inocente Yohei.
Miro hacia él, pero no está en su asiento. Recorro el lugar, preguntándome si tal vez fue al baño, pero para mi sorpresa, lo encuentro con una chica pequeña, con un cabello muy rizado.
Me acerco, porque no puedo con la curiosidad de saber de dónde salió ella y sorprendentemente descubro que es una admiradora mía, lo que en lugar de molestarme, me tranquiliza.
Aunque no sé en qué estoy pensando, cuando claramente me dijo que le gustaban los hombres.
Me voy y los dejo solos, decidiendo que mi cabeza no está funcionando como se debe.
-Reece, llego tu chica- me avisa Jenna, cuando escucho la puerta y efectivamente, allí esta Julieta. Jenna la conoce bien, porque fue en este lugar donde nos conocimos.
Voy a su encuentro, esperando que ya no esté molesta.
-¿Estamos bien ahora?- pregunto en su oído.
-¿Cuánto te falta para terminar?- pregunta, sin molestarse en responder. Hago una mueca, porque a veces es un poco demasiado temperamental por cosas en las que no debería serlo.
-Salgo en media hora- digo, decidido a conseguir que alguien me cubra la otra media hora, ya que no creo que espere tanto.
-Apresúrate- ordena, antes de sentarse en una mesa vacía. Irónicamente, es la misma mesa que dejó libre Yohei hace un rato.
Me apresuro a ir con él y disculparme porque tendré que dejarlo solo, pero arreglar las cosas con Julieta es mi prioridad justo ahora.
Afortunadamente, Yohei es tan educado que difícilmente dirá algo y me aprovecho un poco de ese hecho.
Luego le pido a los chicos que también trabajan aquí, si puede tomar mi última media hora y como la mayoría son universitarios necesitados de dinero, alguien pronto acepta.
Yohei y su amiga pagan y se van, a pesar de que intenté que no lo hicieran, sobre todo porque me siento culpable con él, puesto que yo fui el que lo invité en primer lugar.
Pero cuando lo hice, nunca pensé que aparecería Julieta.
Termino mi trabajo, me quito el uniforme y salgo. Julieta está esperando en su auto y cuando intento preguntar a dónde vamos, su respuesta me decepciona como siempre. Al hotel.
Guardo silencio y retengo la disculpa que quería dar por irme de improviso la vez anterior, porque ahora me pregunto si no seré para ella alguien con quien tener sexo y nada más.
Salimos y vamos directamente a una habitación, así que asumo que lo reservó con antelación, sabiendo que dejaría todo por venir con ella.
-Julieta...- empiezo, sin saber qué decir, cuando llegamos al cuarto.
-Ni se te ocurra dejarme sola nuevamente o esto se acaba- dice, callándome. Luego empieza a besarme y a quitar mi ropa, sin dejarme siquiera reaccionar. Pronto estoy perdido en la pasión y ya no puedo pensar bien.
Tenemos sexo un par de veces, antes de que quede satisfecho y quiera hablar nuevamente, pero como siempre no es el caso de ella. Pareciera que es insaciable y diablos si no grita y gime como una estrella del porno, todo el tiempo exigiendo más.
Ah… quisiera que tratáramos de quedar para algo más que esto.
Siempre he sido de los que se comprometen mucho cuando empiezo a salir con alguien y generalmente me alaban por eso, pero Julieta al contrario, me alaba por mi resistencia.
Lo estamos haciendo por tercera vez, en otra posición, cuando suena su celular. Pienso que lo va a dejar, pero responde alejándose de mí.
Ella habla con alguien en el baño y un par de minutos después, sale mirándose fastidiada.
-Hubo un problema en el trabajo, así que me tengo que ir- me informa, mientras se viste. –La habitación está cancelada, así que quédate toda la noche si quieres.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?- pregunto, preocupado porque es la primera vez que ha tenido que salir cuando nos juntamos, además es sábado en la noche y no debería tener que preocuparse por el trabajo.
-¿En qué podrías ayudarme tú?- pregunta de manera condescendiente, antes de salir, lo que en serio me fastidia.
Me tiro hacia atrás en la cama, con mi erección muerta y el mosqueo porque me ve como un inútil.
Estudio en una Universidad prestigiosa y aunque no tengo tantos recursos como ella, mi familia no es de ningún modo pobre.
Me visto y me voy del dichoso hotel de lujo, agarrando un taxi a la residencia, donde estoy infinitamente más cómodo.
Cuando llego, saludo a la persona encargada de la recepción y luego de subir al cuarto piso, abro mi habitación.
Allí la luz está encendida, pero Yohei no se encuentra en ningún lado, así que asumo que está en el baño.
Tendré que bañarme también, ya que no lo hice en el hotel y después de hacerlo con Julieta, estoy un poco sudado.
En ese momento sale de improviso Yohei del baño, con sólo una toalla en su cuello, cantando y bailando en japonés.
Sonrío, porque es toda una vista.
Él me ve en ese momento, deteniendo su canto y baile de golpe y congelándose en su lugar.
Bajo mi mirada a propósito, hasta llegar a su miembro.
-Es pequeño- digo. Él se descongela en ese momento y se tapa con una mano.
-Cállate, ¡idiota!- dice con la cara completamente roja y a continuación corre de vuelta al baño.
Me río, mientras veo desaparecer su parte trasera desnuda al cerrar la puerta.
Miro hacia su cama, donde está su piyama listo para usarlo.
Debe haber pensado que no volvería por hoy.
Johei siempre es muy cuidadoso en cambiarse siempre en el baño, a diferencia de mí.
Tomo su pijama y voy hacia la puerta del pequeño baño y toco.
-Yohei- llamo, pero no responde de inmediato.
El pijama es suave. Pienso, mientras lo toco. Generalmente no uso ningún pijama y sólo duermo en bóxers.
-¿Qué quieres? ¿Burlarte un poco más?- pregunta.
-Claro que no- respondo, mientras que por alguna razón, llevo su pijama más cerca de mi cara, para poder oler su olor.
Inmediatamente el aroma me transporta a esa mañana cuando estaba contra él y con mi polla bien posicionada en sus nalgas.
Debe ser muy suave su trasero desnudo también... Huele muy bien, justo como a él.
-¿Entonces?- pregunta Yohei.
Reacciono y me doy cuenta que estoy oliendo su ropa como un jodido estúpido, así que la bajo, pero el recuerdo de ver su cuerpo desnudo y de lo que sucedió esa mañana, ya lograron excitarme.
Maldita sea. Vengo de tener sexo con mi novia, ¿qué mierda es esto? Me pregunto, sintiendo mi pene apretado y palpitante contra mi pantalón.
-¿Reece?- pregunta Yohei.
-Tengo tu pijama, abre un poco la puerta y recíbelo- le digo. –Prometo no volver a burlarme.
Él demora un par de segundos, pero abre lo suficiente como para sacar su mano. Lo entrego y cuando él está de vuelta en la habitación, estoy recostado en mi cama, completamente tapado, para que no se dé cuenta de mi estado.