Devuélveme A Mi Hija.

Los policías quedaron confundidos, ¿quién los habrá robado, y para qué?

Alguien que no quiso que lo reconociéramos, pero, ¿quién?

No importa, daremos con el o los culpables, de eso puedes estar seguro.

Ojalá y lo encontremos, si no, nos podemos echar encima a toda la comunidad, este crimen no puede quedar impune.

Oye, pareja, ¿has pensado en la persona que nos envió el anónimo?, debe de haber visto todo, y por eso nos envió el mensaje. Por eso no quiso dar la cara. Ha de tener miedo.

Sí, eso debe ser.

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La empleada de la mansión de Eugenio, hacía la limpieza en el cuarto que era de Clara, porque iba a llegar otra enfermera. Limpiando se asomó debajo de la cama y encontró un botón del saco de Eugenio, se puso unos guantes, lo recogió, lo observó y lo guardó en su bolsa, también encontró un encendedor con las iniciales EE...

"Los guardaré, tal vez los ocupe más tarde, nadie sabe".

Pronto terminó de hacer la limpieza, el cuarto quedó reluciente.

Todo limpio, las sábanas y colchas las lavó y quedaron como nuevas.

El botón y el encendedor los guardó en una bolsa transparente, y luego los guardó debajo del colchón.

No es que estuviera espiando, pero el día que murió Clara oyó ruidos en la planta alta, no quiso ir a averiguar porque le dio miedo, el patrón siempre andaba de mal humor y lo desquitaba con el primero que se atravesaba en su camino.

Ella prefirió callar, estaba casi segura que su patrón mató a la enfermera, pero antes de eso la violó...

¡Dios mío!, ¿qué debo hacer? Ahora que me acuerdo, no estaba la colcha que trajo la señora de Estados Unidos. ¿Dónde estará?, yo no me acuerdo haberla quitado.

Con estos pensamientos se fue a la planta baja a terminar sus quehaceres.

En el transcurso del día, Perla, la sirvienta, se olvidó del incidente.

El día se fue rápido. La nueva enfermera llegaría al día siguiente, y debía instruirla en lo que iba a hacer.

La noche se acercaba a pasos agigantados, presagiaba momentos de tormenta, pero no de agua, sino de mentes enfermas que creían ver cosas inexistentes.

Yaqui esperaba a Clara, pero esta no llegó.

Fue entonces cuando le gritó a su esposo: ¡Eugenio!, ¡Eugenio!

Él se presentó casi al instante. ¿Por qué me gritas?

¿Acaso no oyes que te estoy hablando? ¿Dónde está Clara?

Amor, Clara se fue, no regresará más.

¿Cómo que se fue?, yo quiero que regrese, ¿por que la corriste?

Ella tenía que regresar a su pueblo, ya no fastidies. ¡Duérmete de una maldita vez!

Yaqui se puso histérica, ¡no voy a dormir hasta que venga Clara! ¡Si es preciso pasar toda la vida en vela, lo haré! ¡Si no regresa Clara, no dormiré!

Amor, Eugenio suavizó su tono de voz, por favor, duérmete, re prometo que la nueva enfermera es parecida a Clara.

¡No quiero otra enfermera! ¡Quiero a Clara!

Por favor, deja de comportarte como una niña de cinco años.

Te odio Eugenio, siempre me tienes encerrada, no me dejas salir a ninguna parte.

Ya te dije que mientras no te cures no vas a salir de este cuarto.

Por favor, yo no tengo nada. Son estos seres los que me hablan todo el tiempo. En este momento me están diciendo que tú eres malo y que pronto tendrás tu castigo.

¿De qué hablas, mujer?, aquí no hay nadie más que tú y yo.

Y ellos, Yaqui señaló la puerta, Eugenio volteó por inercia, pero no vio nada anormal.

Deja de decir estupideces y duérmete de una buena vez.

No puedo dormir, esos seres me hablan y no se callan, quiero que venga Clara.

Ya te dije que Clara no va a venir, y si no te duermes te voy a inyectar para que te duermas, ¿estamos?

¡No quiero dormir sin Clara!, ¡no quiero dormir sin Clara!, entiéndelo.

¡Perla!, ven enseguida.

Mande patrón, Perla llegó muy rápido, "¿estaría escuchando?", se preguntó Eugenio.

Ayúdame a inyectar a la señora, no se quiere dormir.

¡No, no suéltenme!

Perla sabía inyectar porque Clara la había enseñado.

Y mientras Eugenio la detenía ella le inyectó el sedante, que hizo efecto casi instantáneamente.

Eugenio dio un gran suspiro y salió de allí.

Perla arropó a Yaqui, apagó la luz y salió también.

Eugenio estaba asustado por lo que dijo su esposa, pero como sabía que estaba enferma pronto se olvidó de todo y al poco tiempo también caía en un profundo sueño.

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"¿De verdad puedes dormir tranquilo después de lo que me has hecho?".

Eugenio se despertó de pronto, sintió la voz muy cerca de él.

Al voltear vio a Clara acostada a su lado. Se levantó de un salto. Y al volver a voltear a la cama, estaba vacía. Con los ojos desorbitados y asustado en extremo miró hacia todos lados.

Nada, en el cuarto no había nadie, pero él sentía una presencia extraña.

"Ay, no puede ser, Yaqui ya me está pegando su paranoia".

"Es obvio que aquí no hay nadie, Clara está muerta".

Sin embargo, Eugenio durmió con la luz encendida esa noche.

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Varios días después Eugenio había olvidado el incidente.

Se decía a sí mismo que él no iba a creer en esas cosas, él estaba completamente cuerdo y sabía bien que los muertos, muertos estaban.

Había sido contratada la nueva enfermera, tenía varios días ahí, desde que llegó sentía una fuerza extraña. Como si alguien la observara. Ella veía a Yaqui muy nerviosa, al parecer el medicamento que le estaba inyectando no hacía efecto. Yaqui actuaba contrario a lo que se esperaba.

Me llevaré este frasco y lo mandaré a investigar, esto no está bien porque el medicamento debe de calmar a la señora, pero este, lejos de calmarla, la pone más nerviosa.

Señora, ¿tiene la receta que de los medicamentos?

Yo creo que sí, por ahí en los cajones, no sé, la verdad nunca las guardo, no sé dónde pueda estar.

Señora es necesario que me dé la receta, de otra manera no puedo hacer nada por usted.

Mira, si quieres puedes buscarla, yo, la verdad no estoy de humor para andar buscando recetas.

Está bien, señora, pero por ahora necesita descansar.

Y sigue lo mismo, no puedo dormir si no está Clara, entiéndame, por favor.

Señora, yo la entiendo, y le prometo que haré todo lo posible por saber qué pasó con Clara.

Pero, por favor, ayúdeme usted también. Duérmase, yo me quedaré aquí hasta que eso suceda, ¿está bien?

¿Me prometes que no te irás?

Se lo prometo, señora.

Y como si esas fueran unas palabras mágicas, Yaqui se fue durmiendo poco a poco.

Juanita se quedó con Yaqui hasta que quedó dormida, como se lo prometió.

Salió del cuarto muy sigilosa, apagó la luz y cerró la puerta.