En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo VII Reprimir impulsos
Punto de vista de Valeria
No entendía porque me gustaron las caricias de ese hombre, cada toque de su piel con la mía era una mezcla de deseo y miedo, deseaba que no parará, pero al mismo tiempo tenía miedo de él. Cuando quiso besar mis labios como un impulso moví mi cara hacia otro lado, no quería que me besara, eso fue lo más extraño de todo. Él al ver mi reacción detuvo lo que estaba haciendo, entro al baño mientras yo buscaba ropa para dormir. Después de media hora salió del baño usaba solo una toalla alrededor de su cintura, su cabellos goteaba agua todavía, gotas que caían sobre su torso desnudo, haciéndome perder en mis pensamientos.
“Secame el cabello”. Ordeno con voz fría.
Tome la toalla que me estaba ofreciendo, el se sentó en la cama y yo me puse por detrás de él, empecé a frotar suavemente la toalla contra su cabello mojado, era algo muy sensual, sentía un fuego recorrer mi cuerpo, no sé qué me pasaba, pero tenía que controlarme.
“Disculpa que te moleste, pero no he comido nada desde ayer y realmente tengo hambre”. Le dije tratando de quitar los pensamientos lujuriosos de mi mente.
“Ya le pido a alguien que te traiga algo de comer”. Se puso en pie y entro al armario, después de quince minutos salió con ropa de salir, su cabellos estaba bien peinado y olía exquisitamente. No volteo a verme, él simplemente se fue. Poco tiempo después llamaron a la puerta, yo ya me había bañado y está lista para dormir. imaginé que se le había olvidado mi comida. Abrí la puerta y la misma muchacha de servicio que me guío a esta habitación, trajo lo que era mi desayuno, almuerzo y cena, me dolía el estómago por el hambre.
“Gracias”. Le dije intentando agarrar la bandeja.
“No se preocupe señora, yo llevo su comida hasta la mesa”. Respondió la chica que tenía aproximadamente mi edad.
“No recuerdo tu nombre, ¿podrías recordarme por favor?”. Yo solo quería ser amable, no sabía que estaba prohibido hablar con los empleados.
“Soy Amanda, señora. Si necesita algo más puede llamar por el intercomunicador. Permiso”. Amanda se retiró sin decir nada más, estas personas parecen robots, sentía que me iba a aburrir mucho en ese lugar.
Después de cenar, entre en una encrucijada, no sabía si dormir en esa gran cama o mejor en el sillón, pensé por unos segundos y definitivamente la mejor opción era el sillón, no quería que ese hombre pensara que moría por estar con él. Me acosté y debió ser el cansancio, ya que me quedé dormida al instante.
Punto de vista de Leonardo
Recibí una llamada que provenía de uno de mis casinos, había un problema y tenía que ir a solucionarlo. No era tan mala idea después de todo, ya que estar lejos de Valeria me alejaba de la tentación de hacerla mía.
Salí de mi habitación sin decirle nada a la joven, aún no olvidaba su desprecio de hace unos minutos. Estando en el pasillo me encontré con mi madre quien me vio con curiosidad.
“¿Vas a dejar sola a tu novia su primer día aquí?”. Pregunto mi madre con ironía.
“Surgió algo en el casino y debo ir a solucionarlo”. Respondí sin ganas de empezar una discusión.
“¿De dónde sacaste a esa niña?”. Pregunto mi madre mirándome con ojos inquisitivos.
La pregunta de ella me dejó sorprendido, ya le había dicho como la conocí, no entendía a que se estaba refiriendo.
“No soy estúpida, sé que ella no está aquí por gusto. No te voy a juzgar, tú sabrás tu cuento y tus gustos, pero hay algo que debes saber”. Mi madre me había dejado con la boca abierta, pensé que se volvería loca al saber que había comprado a una mujer.
“Ya que sabes todo, entonces me retiro”. Quise irme al trabajo, pero mi madre volvió a impedirlo.
“Solo te sigo que tengas cuidado, una persona no es una mascota que no puede expresarse, esa niña se ve que no es mala persona...”.
No deje que mi madre terminara sus palabras, realmente me daba igual lo que ella pensara, Valeria era mía y podía hacer con ella lo que me diera la gana, y ni mi madre ni nadie podía intervenir. Salí de mi casa y fui directo al casino, una vez ahí Natacha me estaba esperando, ella era una mujer deslumbrante y sabía que podía sacarme de la cabeza a la muchacha que está en mi habitación. Estuve casi toda la noche en ese lugar, pero el recuerdo de esos ojos azules llenos de tristeza volvían a mí todo el tiempo. No me podía concentrar en nada, así que decidí volver a casa.
Llegue y fui directamente a mi habitación, al ver la cama vacía me asusté pensando que Valeria había escapado, me disponía a salir cuando la vi acurrucada en el sillón, había preferido dormir en ese lugar que en una cómoda cama. Tanto así me despreciaba, ignore su presencia y fui al baño a darme una ducha, olía al casino y eso me desagradaba.
Al salir vi que Valeria estaba usando un pijama de los que le había comprado, a pesar de no ser nada revelador, el verla con él encendió nuevamente algo en mí, esas ganas de querer poseerla volvieron a aparecer, así que me acerque a ella y empecé a pasar mis manos por sus piernas, hice un camino hasta llegar a sus glúteos y continúe el recorrido llegando finalmente a sus labios, esos labios carnosos que me invitaban a besarlos.
Valeria despertó justo cuando la iba a besar, me empujó tomándome por sorpresa y haciéndome caer al suelo.
“¿Qué pretendes?”. Pregunto ella asustada.
“Solo reclamar lo que pague”. Respondí solo por molestarla.
“Está bien”. Dijo ella poniéndose de pie. “Igual esto va a pasar tarde o temprano, así que mejor que sea se una vez y dejó de estar asustada todo el tiempo”. Ella empezo a quitarse la camisa de su pijama, estaba dejando al descubierto ese monumento de cuerpo que se gastaba. Intente controlar mis deseos, pero ella no me lo estaba poniendo fácil, parecía que no le importaba nada se lo que le pasará.
Perdón es mi punto de vista.