Antonella, una mujer fuerte, luchadora y divertida. Desde muy joven comenzó su carrera como profesora. Siempre dispuesta, luchó durante años al lado de su esposo, solo para ser traicionada y reemplazada por otra mujer cuando él estaba en la cima de su carrera y con una vida cómoda. La única cosa buena que sacó de esa relación fue su hija, que ahora tiene 17 años.
Enrico, mafioso o mejor dicho, el Don o Capo de la Mafia, como la mayoría, no por elección, sino por herencia familiar. Vio a sus padres ser asesinados y, después de eso, se convirtió en un hombre frío, cruel y temido por todos. Dueño de una belleza poco común, es autoritario, peligroso y posesivo. No conoce el amor. Estuvo casado durante 10 años con Brigite, como muchos, por alianzas. Brigite fue asesinada en una emboscada, dejándolo con dos hijos pequeños.
Ella cree en el amor, aún sufre por haber amado demasiado, pero quiere empezar de nuevo, aunque con pocas expectativas. Él necesita a alguien que lo ayude con sus hijos y está considerando tener otra esposa.
El destino de Antonella se cruza con el de Don Enrico para salvar a su hija.
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Capítulo 22
Enrico pensando
¡cómo puede defender a mis hijos y no importarle las consecuencias!
Y aún me llama justo y les dice que soy un buen hombre. ¡Habla bien de mí y me defiende! ¡¿Qué clase de mujer es esta? Realmente me vuelve loco en todos los sentidos.
Sin mencionar la lección que le dio a la maldita de Rosa.
Antonella, ¿qué hago contigo o, mejor dicho, qué estás haciendo conmigo?
Ellas continúan la discusión sin ver que Enrico, los amigos y Ana veían y oían todo.
Rosa riendo burlonamente – ¿¿¿pasar por encima de ti??? Eso será muy fácil. Levanta la mano para pegar a Antonella.
En eso se oye una voz muy grave.
Antonella escucha la voz de Enrico, muy masculina e inconfundible.
Enrico: si fueras tú, Rosa, no harías eso, más aún sabiendo que ella será mi esposa.
Rosa no se atreve a mirar a los ojos de Don, pero dice – ¿¿¿Esposa???
Antonella, mirándole fijamente a los ojos, buena pregunta... ¿¿¿Yo tu esposa???
¿Cómo así que ni me lo pides y sales diciéndole a todo el mundo que voy a ser tu esposa?
Antonella levanta la mano, ¡calma! ¡Espera!
Antes de que me ponga histérica contigo, sí... porque sabes que voy a ponerme histérica, ¿verdad, Enrico?
Enrico: Don Enrico, Antonella.
Antonella: Ah, está bien, Don o lo que sea, el poderoso jefe...
Los amigos acaban riéndose de su forma de ser.
Antonella: Tú eres el tipo que manda en toda la mierda, el temido por todos, el todopoderoso o ¿puedo decir el poderoso jefe? O sea, ¡el que manda en todo!
Los amigos y Ana riendo, encontraban a Antonella muy graciosa.
Enrico: Sí, podemos decir que sí.
Antonella riendo vio a Ana – Ana querida, nos vamos a librar de esta plaga refiriéndose a Rosa.
Entonces, si voy a ser tu esposa, ¿Rosa es mi empleada?
Enrico: Sí.
Antonella: ¡Ay, qué bien! Mucha, pero mucha calma en este momento, necesito aprovechar este momento...
y espera un minuto, si voy a ser la esposa de Enrico...
Él la mira serio.
Antonella: Ah, claro, del todopoderoso... ¿¿¿Seré la madrastra de Valentino y Vincenzo???
Enrico quiso reírse, está chiflada y vi una enorme sonrisa en el rostro de mis hijos, como no veía en años.
Enrico: Sí, y cuidarás de ellos.
Rosa: Madrastra, después dices que eres profesora todavía.
Antonella pone los ojos en blanco – No me fastidies, voy a ser su MADRASTRA y no su MALVADA MADRASTRA.
¡Y Rosa, estás DESPEDIDA! ¡Qué palabra tan maravillosa DESPEDIDA! Espera, siempre quise decir eso Ra, re, ri, ro, rra, ¡me encantó!
Los amigos reían disimuladamente, claro.
Antonella: Rosa, y ni se te ocurra ser una de esas mujeres IDIOTAS y pensar en vengarte, que sé ser muy mala cuando quiero.
Sólo te aviso que si te acercas a mis chicos, pediré que acaben contigo.
Rosa: Pero todavía no es su esposa.
Enrico: ¡Cállate, Rosa! Antes de que cambie de opinión y lo haga a mi manera y no a la suya.
He oído todo lo que les has dicho y les has hecho a mis hijos y a mi futura esposa, soy justo como ha dicho Antonella, pero nada paciente... Diez minutos es el tiempo que tienes y estoy siendo demasiado bueno todavía.
Rosa sale furiosa, pero había miedo en sus ojos, mucho miedo. Sabía que Don sí podría matarla.
Antonella: Ahora la conversación es nuestra.
¿Cómo así que tu esposa? ¿Ni siquiera me lo has pedido? ¿Y si no acepto?
Enrico sonríe acercándose mucho a ella y hablándole sólo a ella – Sabes que eres mía, Bella, y no hay forma de que no aceptes, después de anoche dejé bien claro que sólo yo puedo tocarte y si alguien además de mí lo hace, muere.
Antonella pensando: Dios mío, casi me mojo las bragas ahora... Qué hombre es este, creo que me he enamorado de verdad...
Él vuelve a la postura de Don poderoso, además de los amigos, Ana y algunos guardaespaldas presenciaban la escena.
Enrico: ¿O te casas conmigo o mueres? Puedes elegir.
Antonella: Vaya, qué amable eres, pidiéndomelo así de esa manera, ¿cómo puedo negarme?
Entre ver a San Pedro tan pronto y quedarme contigo, me quedo contigo, soy muy joven para tener mi juicio final.
Federico no puede aguantar y se ríe a carcajadas y los amigos acaban acompañándolo.
Enrico mira mal a sus amigos y ellos paran.
Enrico: Nos casaremos el sábado.
Antonella: ¿¿¿El sábado???
Dios mío, necesito un vestido, ¿cómo que el sábado? Hoy es miércoles, Dios mío Enrico y no vengas con esa historia de Don ahora, voy a ser tu esposa y déjame en paz.
Enrico quiso reírse, pero sólo se fue.