Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Nueve
Veo que recapacitaste y volviste- le dijo Óscar a Denisse parado frente a ella, que ya estaba en su escritorio.
- Sí, pensé que podía ahorrarme una buena suma, al final solamente tengo que aguantar seis meses.- le contestó ella y le parecio como que él hombre no sabía de que le hablaba.
- ¿Seis meses?- le preguntó y las sospechas de la mujer fueron una certeza.
- Vaya, ya veo que de mi contrato solamente leíste la parte que te interesaba- se burló de él.
- ¿De qué estás hablando Denisse? Di pronto.- le exigió y ella siguió con su sonrisa de burla.
- No debiera decirte, pero como no me cuesta nada- hizo una pausa levantando sus hombros para seguir molestando al hombre- Resulta que según mi contrato, la fecha de renovación es en seis meses, vaya, para ser más exactos, cinco meses, dieciocho días y siete horas, y después de eso seré libre para siempre de ti, por que no pienso renovar con esta empresa. - ella tenía una gran sonrisa adornando toda su cara y él había comenzado a ponerse rojo de la ira- Oh, perdón, no debí decírtelo tan de repente, me habría gustado esperar y darte la sorpresa, pero, siendo sincera, no iba a aguantarme- la chica seguía molestándolo, quería que el hombre supiera que ella no iba a ser una pobre e inocente paloma.
- Ya veremos si te vas Denisse- le contestó él de repente más calmado, se había dado cuenta del juego de la chica y que se estaba dejando provocar- En seis meses pueden pasar muchas cosas, incluso que estés otra vez debajo de mi, gritando por más como hace menos de una semana.- ahora la que se ponía roja era ella- ¿Como es que decías? A sí ya recuerdo " Más, quiero más, no pares, oh Dios, oh Dios, dame más "- le recordó él sus palabras bien pegado a su oído, las palabras que decía aquella noche mientras gemía con todo el placer que le estaba provocando el hombre y ella cerro los ojos, estrujó una hoja de papel que tenía en sus manos y apretó con fuerza sus piernas para evitar sentir un hormigueo en su interior- No intentes jugar conmigo Denisse, yo siempre gano.- y entró en la gran oficina de la que ahora era dueño dejándola allí, descolocada y sin saber que contestarle.
Desde el día uno en la oficina, la relación entre ellos fue un caos y ya iban en aquello más de un mes, él intentaba seducirla y como no lo conseguía terminaba de mal humor y tirando más de una cosa de su escritorio y ella se divertía provocándolo y haciéndolo sufrir, sobre todo por que en la empresa no era un secreto para nadie que Denisse estaba libre después de su matrimonio fallido y acompañado de el cambio tan radical que había hecho en su aspecto, más de uno se aparecía en su escritorio para supuestamente traer algún documento, cosa que podían haber hecho por correo electrónico o solamente dar la información por teléfono, pero que según ellos era mejor entregarla personalmente.
Óscar viajaba con frecuencia, siempre le había gustado supervisar los barcos el mismo, por eso no quería amarrarse a un escritorio y en esta ocasión había estado fuera por tres días y al regresar quiso ir directamente a la empresa, pero al llegar a su piso vio algo que cada vez le gustaba menos, el encargado de informática, el que ya había visto allí más de tres veces en una semana, estaba frente a Denisse, a su Denisse, con una caja de bombones, y allí comprendió que si quería ganar aquella batalla tendría que cambiar de táctica, enfadarse ya no era bien visto en esta misión.
- Buenos días- dijo al llegar frente a su secretaria y al informático y los dos le contestaron de la misma forma- Denisse cuando termines con tu novio ven a mi oficina.
- Oh no señor, no somos novios, todavía- le contestó el hombre mirando a la chica- Espero que no tarde mucho, ya me retiro, con su permiso.- y salió de allí sonriendo.
Óscar siguió caminando mientras trataba de controlar su enfado y la chica se quedó en su puesto, guardando los bombones y recogiendo algunas carpetas que debía entregar a su jefe después de su viaje.
Ella tocó en la puerta pero no esperó escuchar un pase, al final él mismo la había llamado y sabía que entraría detrás de él, pero nada más hacerlo sintió como la puerta se cerraba con fuerza y ella quedaba aprisionada entre un cuerpo que conocía bien y la pared.
- ¿Hasta cuando vas a seguir castigándome?- le dijo y la vibración de su voz en el oído de la chica la hizo estremecer.
- Ese es tu problema, crees que te estoy castigando y no has entendido que es lo que quiero. - le contestó mientras sentía las manos del hombre recorrer su cuerpo de abajo hacia arriba.
- Sí, me estás castigando, pero ya no más, te suplico que pares, perdóname por favor, me equivoqué, perdón, y te juro que es el error del que más me he arrepentido hasta ahora - y esas eran las palabras mágicas que ella deseaba escuchar, ella sólo quería que él se diera cuenta que se había equivocado, y que bajara su ego y lo reconociera, era sólo eso.
- Gracias- le dijo ella y el hombre no comprendió.
- ¿Por qué ?- le preguntó sin despegar los labios de su cuello, la suave piel que tenía la chica junto a su olor eran adictivos.
- Por tus palabras, era eso lo único que necesitaba escuchar.- y el hombre se dio cuenta que tenía su permiso para volver a tener aquellos labios entre los de él.
El beso siguió en aumento mientras la pareja se movía de un lugar a otro de la oficina buscando donde estar más cómodos hasta que terminaron con ella sentada sobre el borde del escritorio y él restregando con deseo su pelvis contra ella, todavía separados por la ropa, cosa que empezó a sobrar un momento después.
- No Óscar, no quiero hacer esto aquí- le pidió ella cuando él intentó sacar sus bragas.
- Por favor Denisse, te juro que será solamente esta vez, tengo miedo, mucho miedo de que cuando me separe de ti para ir a cualquier otro lado, cambies de opinión y me abandones.- le contestó el hombre que no había dejado de tocar a la chica ni un instante.
- Eso no va a pasar, te lo aseguro, no voy a irme a ningún lado.- trató ella de calmarlo.
- Sólo esta vez Denisse, te lo suplico, no me tortures así, nadie nos va a escuchar si eso es lo que te preocupa, y te juro que después de esto correré a buscar un lugar para los dos, te necesito ahora, necesito sentir tu cuerpo y saber que no es uno más de mis sueños.- él le pedía viéndola a los ojos y la chica, que también estaba llena de deseos se dejó convencer, y así se vieron arrastrados por toda la lujuria que tenían retenida desde la primera y única vez que juntaron sus cuerpos.