Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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Soy la leyenda parte: 3
El sol apenas comenzaba a salir en el horizonte cuando el barco llegó a la isla. Desde la distancia, parecía un lugar tranquilo, con una pequeña aldea y un mercado pequeño El olor salado del mar se mezclaba con el aroma de frutas frescas y pescado, creando una atmósfera que normalmente sería acogedora. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable.
Daniel estaba de pie en la proa, observando con atención. Su confianza había crecido enormemente después de lo ocurrido el día anterior. Había logrado usar el aura roja, un poder que no solo lo había sorprendido a él, sino también a Doria y a Josh. Aunque todavía no entendía del todo por qué era diferente del aura negra que Steven solía usar, se sentía más fuerte y capaz. Esa sensación de invencibilidad lo empujaba a tomar decisiones que antes habrían parecido temerarias.
—Deberíamos encontrar algo de comida y continuar nuestro camino —dijo Doria, rompiendo el silencio. Su tono era firme, aunque un atisbo de preocupación cruzó su rostro.
—De acuerdo, pero mantengámonos atentos. No me gusta cómo se ve esta isla —añadió Josh, ajustando la pequeña llave que llevaba en el bolsillo como si fuera un amuleto de buena suerte.
Mientras el barco atracaba en el pequeño puerto, Doria se adelantó para observar mejor. Fue entonces cuando lo vio: un grupo de piratas ocupando el mercado, armados y con una actitud intimidante. Sus carcajadas resonaban por toda la isla, mientras los aldeanos se mantenían alejados, con el miedo dibujado en sus rostros.
—Esto no pinta nada bien —dijo Doria, volviendo rápidamente hacia Daniel y Josh—. Esos piratas son peligrosos. Será mejor que nos vayamos antes de que noten nuestra presencia.
Pero Daniel tenía otros planes.
—¿Irnos? ¿Por qué? —respondió, cruzándose de brazos y mostrando una sonrisa confiada—. No tenemos nada que temer.
Doria lo miró, incrédula.
—¿Nada que temer? Daniel, esos son piratas de la Gran Ruta. No son como los que enfrentamos en mares menores. Y además... —bajó la voz, preocupada— no podemos arriesgarnos a que descubran que tú no eres Steven de verdad.
Daniel la ignoró. Su confianza en el cuerpo de Steven, y en el poder del aura roja, lo impulsaban a actuar.
—Este cuerpo pertenece al legendario capitán Steven, ¿no? Si todos creen que soy él, entonces no hay problema. —Se giró hacia Josh, sonriendo—. Confía en mí.
Sin esperar más, Daniel comenzó a caminar hacia el mercado, dejando atrás a Doria y Josh.
El encuentro con los piratas
El bullicio en el mercado cesó en cuanto Daniel apareció. Los piratas, que hasta ese momento habían estado disfrutando de su botín, se giraron al unísono para mirar al recién llegado. Al principio, parecieron desconcertados, pero sus expresiones pronto cambiaron a sorpresa e incredulidad.
—¡No puede ser...! —murmuró uno de ellos, bajando su jarra de ron—. ¿Es él? ¿El capitán Steven?
Un murmullo recorrió el grupo. Los piratas se levantaron de sus asientos, observando a Daniel con una mezcla de respeto y desconfianza.
—¡Capitán Steven! —exclamó uno de los líderes del grupo, un hombre corpulento con una cicatriz que cruzaba su rostro—. ¿Qué hace alguien como usted aquí? Se suponía que trabajaba para el consejo de los siete mares antes del límite de la gran ruta...
Daniel se detuvo, mirándolos fijamente. Aunque su corazón latía con fuerza, su postura era segura y desafiante.
—Bueno tengo motivos—dijo con voz firme, sin dar más explicaciones.
La reacción fue inmediata. Los piratas intercambiaron miradas, claramente confundidos. Pero antes de que pudieran hacer algo, uno de ellos dio un paso adelante.
—No... esto no tiene sentido. Si realmente eres Steven, demuéstralo. —El hombre sonrió con malicia, sacando su espada—. O quizás deberíamos capturarte y averiguar la verdad por nosotros mismos.
Daniel no se inmutó. Recordó las palabras del verdadero Steven: "El aura es una extensión de quién eres. Si quieres dominarla, necesitas encontrar algo que te motive." Cerró los ojos por un momento, dejando que el recuerdo de su hogar, de su deseo de regresar, llenara su mente.
Y entonces, sucedió.
Una energía intensa comenzó a emanar de su cuerpo, haciendo que el aire a su alrededor vibrara. Los piratas retrocedieron instintivamente, sorprendidos por la fuerza que sentían. Pero lo que realmente los dejó sin palabras fue el color del aura: un rojo ardiente, completamente diferente al negro oscuro que solían asociar con Steven.
—¡Eso no es normal! —gritó uno de los piratas, mirando a sus compañeros.
—¿Desde cuándo Steven usa un aura roja?
Pero antes de que pudieran reaccionar, Daniel se lanzó al ataque.
La batalla relámpago
Con una velocidad y fuerza que no sabía que poseía, Daniel se movió entre los piratas como un vendaval. Su aura roja brillaba con intensidad, envolviendo sus movimientos en un espectáculo casi hipnótico. Cada golpe que daba parecía cargado de una energía que no solo hería físicamente, sino que también sembraba el miedo en el corazón de sus enemigos.
Uno a uno, los piratas cayeron. Sus gritos llenaron el aire, pero ninguno de ellos logró hacerle frente. La energía de Daniel era abrumadora, como si cada fibra de su ser estuviera conectada directamente con el poder del aura.
Doria y Josh, que habían seguido a Daniel desde lejos, observaron la escena con asombro.
—No puedo creerlo... —murmuró Doria, apretando los puños—. ¿Cómo es posible que alguien como él esté haciendo esto?
—Ese no es Steven... pero definitivamente tampoco es Daniel como lo conocíamos —añadió Josh, sin apartar los ojos de la batalla.
En cuestión de minutos, todo había terminado. Los piratas yacían en el suelo, derrotados, mientras Daniel permanecía de pie en el centro del mercado. Su respiración era pesada, pero sus ojos seguían brillando con ese extraño resplandor rojo.
—¿Alguien más quiere intentarlo? —preguntó, con una sonrisa desafiante.
Pero antes de que alguien pudiera responder, su cuerpo comenzó a temblar. La energía del aura desapareció de golpe, y Daniel cayó de rodillas. Un segundo después, se desplomó por completo, perdiendo el conocimiento.
—¡Daniel! —gritó Doria, corriendo hacia él.
Josh la siguió, ayudándola a cargarlo.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Josh, todavía incrédulo.
—No lo sé... pero sea lo que sea, está claro que usar esa aura tiene un costo muy alto para él. —Doria lo miró, con una mezcla de preocupación y admiración—. Debemos llevarlo de vuelta al barco.
Dos días de oscuridad
Daniel permaneció inconsciente durante dos días completos. Su cuerpo parecía agotado, como si hubiera gastado toda su energía en esa batalla. Durante ese tiempo, Doria y Josh permanecieron a su lado, cuidándolo y reflexionando sobre lo que habían presenciado.
Cuando finalmente despertó, el mundo a su alrededor se sentía extraño, como si algo dentro de él hubiera cambiado.
—¿Qué pasó...? —murmuró, llevándose una mano a la cabeza.
—Ganaste —respondió Doria, sentándose junto a él—. Pero casi te matas en el proceso.
Daniel la miró, intentando recordar los detalles de la batalla. Aunque su cuerpo todavía se sentía débil, una cosa era clara: el aura roja no solo era un poder, sino también una responsabilidad. Si quería sobrevivir en la Gran Ruta, tendría que aprender a dominarla por completo. Sabía que el cuerpo de Steven era lo suficientemente fuerte para aguantar esa aura pero la mente de Daniel no era suficiente