Ella solo quiere terminar sus estudios y cubrir todas las deudas de su padre.
Él la desea y hará hasta lo imposible por tenerla.
Un contrato, una historia y rosas amarillas que marcaran el principio de un nuevo capitulo para ambos.
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Rosas Amarillas
- ¿Qué gustos desean?
-Pide – Lion dijo entusiasmado
-Chocolate y granizado por favor.
Lion observo feliz a Alma, ella pidió exactamente los gustos que el ama-
-Señor ¿Cuál prefiere usted?
-Lion, Lion
-¿Qué?
-¿Qué quieres? Alma apuntó con su rostro hacia el hombre que lo observaba con un cono vacío en la mano
- A\, perdón\, chocolate y granizado.
-Perfecto.
-Lion podías pedir cualquiera, porque elegiste los mismos.
-No vas a creerme, pero son mis preferidos. Sus manos ansiosas no pudieron controlarse y acariciaron las suaves mejillas de la mujer que lo miraba divertida.
-No- Alma abrió sus ojos sorprendidos, descubrió un lado tierno de ese hombre frío y lo amo.
-No se lo menciones a nadie, no obstante en la empresa, en la sala de descanso siempre tengo helado o chocolates, eso me devuelve el buen ánimo-
-No siempre – susurro Alma.
-¿Qué?
-Nada, nada, que cuando vaya a tu oficina sin duda visitaré tu sala de descanso.
Lion la miro perplejo y Alma mordió su labio, insegura de sus palabras.
-Lo dije en broma jamás iría a molestarte Lion.
-Nada me haría más feliz que fueras a verme- Lion volvió a acariciar el rostro de Alma y deposito un beso la frente.
-Aquí tienen sus helados, el hombre mayor interrumpió la dulce escena Ambos tomaron sus helados y caminaron hasta un banco bajo un gran árbol.
-No tuve oportunidad de agradecerte por o que hiciste por mi padre, gracias- Alma volteo para que observara que estaba siendo sincera y, pero no se percató que un poco de chocolate que quedo en la punta de su nariz.
- No debes agradecer\, solo quiero que seas feliz\, Lion se acercó y lamió delicadamente retirando el frío helado de la pequeña nariz.
Alma sonrió y sus mejillas enrojecieron.
-Flores para la dama- la voz de un niño los interrumpió.
- Claro ¿Qué tienes?\, dijo Lion muy amable\,
Alama no podía apartar la vista de tan hermoso rostro, aún era difícil creer que este hombre que hace unos meses irrumpió en su vida cambiándolo todo, fuera tan dulce a la vez. Sacudió su cabeza no podía sentir nada por él, en que estaba pensando se reprochó.
-Vuelve en ti, tonta- reflexionó.
-Aquí tienes- Lion le entrego una hermosa rosa amarilla.
Alma la miro con cariño y sintió el aroma.
-Gracias es hermosa
- Supuse que te gustaría\, ya que no sales del invernadero en tu tiempo libre. Lion tenía curiosidad\, esa misma que durante años carcomía su corazón.
-Si eran las preferidas de mi madre, y luego alguien hizo que se transformaran en las mías. Recordando aquel admirador que durante tres años dejo rosas amarillas junto a un poema en la misma mesa de café.
-¿Quién? Pregunto Lion con una sonrisa pícara-
-Lion me tomé el atrevimiento de sacar rosas del invernadero, para llevárselo a mi madre. Alma desvió el tema, como podría contarles eso.
- No te preocupes ese lugar fue hecho para ti- Lion ni bien las palabras abandonaron sus labios se dio cuenta del error.
-¿Echo para mí? Alma frunció el ceño y lo observo fijamente-
-Me refería a que parecía hecho para ti, no sales de allí desde que llegaste a casa.
-Mm- Alma se mostró más serena y asintió.
El día paso rápidamente, ambos disfrutaron conocer aún más del otro, Lion confirmo lo enamorado que estaba de esta mujer y Alma descubrió como se sentía tener mariposa en el estómago.
Pasada las diez de la noche la pareja acudió a su hogar Pierre abrió la puerta y descubrió a la joven pareja caminando de la mano, hablando y riendo como si nadie existiera.
Al parecer el Señor logro enamorar a su princesa- susurro el mayordomo mirando con ojos paternales tan bella escena.
-Buenas noches, Pierre-
-Buenas noches, Pierre- Repitió Lion.
-Buenas noches, Señora y Señor Colins
La pareja ingresó a la casa, intercambiaron algunas palabras y luego se marcharon en direcciones opuestas.
Lion camino apresurado a su despacho le urgía hablar con Cameron, este día era por lejos el mejor de su vida. Mientras tanto Alma busco su ropa de dormir y decidió darse un baño relajante, una perfecta sonrisa se negaba abandonar sus labios cuando el agua tibia recorría sus curvas.
Media hora paso sin más, la bella mujer luego de vestirse decidió buscar un libro para leer, salió de la habitación y recorrió con sus pies descalzos el pasillo, llego al despacho de Lion, golpeo varias veces sin oír respuestas, lentamente abrió la puerta y para su sorpresa el lugar estaba vacío.
Alma se encogió de hombros e ingreso igual, Lion tenía una pequeña colección de libros que Elizabeth le obsequió y él gustosamente permitió que Alma los leyera con la condición de que lo hiciera en la habitación junto a él.
-Muy conveniente, Señor Colins- Alma sonrió cuando recordó como él solo se encogió de hombros esa noche y oculto su rostro en su cuello para besarlo con dulzura.
Alma sacudió su cabeza y se avergonzó por las sensaciones de su cuerpo al recordar.
Camino hasta la pequeña, pero ordenada biblioteca del lugar, sus dedos se deslizaron por el lomo de cada libro y cuando jalo de aquel que selecciono un pequeño cuaderno cayó al suelo abriéndose.
La mujer acomodó nuevamente el libro que escogió y levanto el cuaderno que estaba escrito a mano, Alma lo hojeo, la letra era simplemente hermosa, allí había diversos poemas, volvió a la primera página su curiosidad la empujaba a saber quién era el dueño de tan perfecta creación. No había nombre solamente una dedicatoria.
“Para que conquistes al amor de tu vida” L.
Alma arqueo las cejas dudosas, Lion no podía ser, él no se dedicaría el libro, aun así, siguió moviendo las hojas, cada poema resonaba en su cabeza, sin embargo un pequeño objeto se deslizó de las mismas hasta el suelo, haciendo que olvide esa extraña sensación.
Alma miró curiosa y al levantarlo noto una rosa amarilla perfectamente conservada, - tuvo nuevamente esa extraña sensación en el pecho - No, no podía ser-
- ¿Qué haces aquí Alma?.
Muchas felicidades autora.