En este mundo puedes elegir dos cosas, ser un super héroe o una persona normal. Toda la población de la humanidad tiene por lo menos un poder, pero en el siglo XXI nace una persona que cambia por completo la humanidad y el planeta.
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La siguiente especialidad en la academia técnica
En la Academia Técnica
Mientras Junior, Johan y Camila están en Bogotá para los exámenes, los demás continúan con la rutina de la academia. Salazar siente celos por no haber sido seleccionado, mientras que Ome está lleno de orgullo al ver cómo sus amigos representan a la academia en tan importantes pruebas.
Un nuevo estudiante llegó a la academia, llamado Thomas Ome Cuéllar. Era de la misma estatura que Junior, de cabello liso y ojos negros, con una presencia que imponía respeto. Proveniente de una familia acomodada, Thomas rápidamente hizo amigos, especialmente entre los estudiantes de once que el año anterior habían sido algo hostiles. Dos de ellos, Steven y su hermano Maikel, eran conocidos como “Las Varillas” y ahora se habían integrado al grado once. A pesar de la buena convivencia, no todos estaban preparados para la nueva especialidad: combate. Según los estudiantes de undécimo, el profesor a cargo era alguien implacable.
El día de la primera clase llegó, y cuando el profesor entró al salón, todos los chicos de décimo se sorprendieron al ver que era Edgar.
—¡JÓVENES, BUENAS TARDES! —gritó Edgar con su voz atronadora.
Los estudiantes se pusieron de pie al unísono.
—¿Profesor Edgar? —preguntó Nicole, perpleja.
—¡SÍ! Yo estaré a cargo de las clases de combate, junto con el profesor Rubén —respondió Edgar con una sonrisa.
—Perfecto —dijo Figueroa, emocionada.
—Muy bien, todos al campo de batalla, ¡vamos afuera! —ordenó Edgar.
Ya en el campo de batalla, Edgar miró a sus alumnos y comenzó la introducción.
—El combate es algo crucial. No solo se trata de fuerza, sino de inteligencia. Para probarlo, haremos una pequeña demostración. Necesito dos voluntarios —dijo Edgar.
—¡Yo voy! —dijo Salazar, adelantándose con determinación.
—Yo también —dijo Nicole, alzando la voz con seguridad.
Edgar sonrió, asintiendo.
—De acuerdo. Sin poderes, solo puños. Y, Salazar, nada de tratarla diferente solo porque es mujer —dijo, lanzando una advertencia.
Salazar la miró y, con una sonrisa condescendiente, dijo:
—Te lo dejaré fácil… por ser mujer.
Ofendida, Nicole adoptó una postura de combate y le lanzó una mirada desafiante.
—¡Muy bien, comiencen! —gritó Edgar.
Salazar y Nicole se lanzaron al ataque. Se enfrascaron en una serie de golpes y bloqueos rápidos, midiendo la habilidad del otro. Nicole lanzó una patada que Salazar atrapó rápidamente, levantándola del suelo para intentar estrellarla contra la arena. Sin embargo, Nicole se soltó en el aire, giró, y logró darle una patada en la espalda, obligando a Salazar a retroceder.
—¡Bien hecho, Ramírez! —exclamó el profesor Edgar, aprobando la estrategia de Nicole.
—¿Qué? —gruñó Salazar, molesto.
—¿Te duele? —preguntó Nicole, con una sonrisa sarcástica.
—Cállate.
—Una mujer te está ganando —agregó ella, provocándolo aún más.
Los demás se rieron en voz baja, y Salazar miró a Nicole con odio. Decidido a ganar, volvió a atacar, lanzando una lluvia de golpes que Nicole esquivó hábilmente. Justo cuando intentaba darle un rodillazo, ella lo detuvo, empujó su pierna hacia abajo y giró para darle una patada en la cara, derribándolo. Salazar quedó en el suelo, sangrando por la boca, mientras todos observaban en silencio.
—¡Muy bien, Ramírez! —dijo Edgar, satisfecho.
Humillado, Salazar se levantó furioso y se lanzó nuevamente al ataque, pero Nicole bloqueó su puño, giró su cuerpo y lo derribó con fuerza, estrellándolo contra el suelo. Salazar, aún más molesto, empezó a transformarse en un oso, rugiendo de ira, pero Edgar intervino rápidamente.
—¡DIJE SIN PODERES! —gritó el profesor Edgar.
Nicole miró a Salazar y, con una sonrisa triunfante, le dijo:
—Te gané.
—Esto no termina aquí. Ya verás… —le respondió Salazar, conteniendo su ira.
—Como digas.
Edgar interrumpió la tensión y, dirigiéndose al grupo, les dio el siguiente aviso.
—Mañana iremos a la piscina de la academia. Por favor, no lleven dispositivos electrónicos.
—¡SÍ, SEÑOR! —contestaron todos al unísono.
La tarde continuó con más ejercicios de combate, y aunque algunos demostraron habilidad, Salazar no pudo ocultar su molestia por la derrota. Al final de la clase, Sofí, otra compañera de curso, se acercó a Salazar con una sonrisa burlona.
—¿Te duele el orgullo, verdad? —preguntó Sofí, disfrutando de la situación—. Una mujer te dio una paliza.
—Cállate —respondió él, irritado.
—Hace rato que alguien debería haberte bajado esos humos. Parece que ni siquiera la paliza que te dio Saavedra te enseñó nada —insistió Sofí, sin piedad.
—¡Cállate! —gritó Salazar, visiblemente furioso.
Sin pensarlo, transformó su mano en la de un gorila y golpeó a Sofí, lanzándola hacia atrás. Ella cayó al suelo, tosiendo sangre.
—¿Te dolió? —preguntó él con desdén.
—Sí… pero a ti te dolió más —replicó Sofí, levantándose con una sonrisa desafiante.
Salazar, fuera de control, se acercó para golpearla de nuevo, pero antes de que pudiera alcanzarla, unas láminas de metal volaron hacia él, empujándolo hacia atrás. Sofí se puso en guardia, concentrándose, y manipuló el metal a su alrededor para formar dos pesadas puertas metálicas que lanzó contra él. Salazar logró romperlas, pero estaba perdiendo el control.
Enfurecido, se transformó en una serpiente gigantesca, rodeando a Sofí con su cuerpo y lanzándola al suelo. Sin embargo, ella se protegió creando una capa de metal alrededor de su cuerpo y lanzó cuchillas metálicas en su dirección. Salazar esquivó varias, pero una lo alcanzó, y regresó a su forma humana, tosiendo sangre.
—Has vuelto a perder con una mujer… ¡Jajajajajaja! —se burló Sofí.
—¡Cállate! —respondió Salazar, al borde de la desesperación.
Sofí se preparaba para darle el golpe final cuando una figura imponente apareció: un hombre alto, de cabello canoso y expresión severa. Con un simple movimiento, el hombre paralizó a ambos con su poder.
—En esta academia están prohibidas las peleas sin supervisión. Y mucho menos entre compañeros de curso —dijo, con una voz firme y autoritaria.
Ambos estudiantes quedaron congelados por la presión del poder del hombre. Pronto, la administración los llamó y, como castigo, ambos recibieron una sanción.
Esa tarde
El resto del grupo continuó con los ejercicios en el campo de batalla, enfocados en mejorar sus técnicas de combate. Salazar, aunque ofendido por lo ocurrido, decidió guardar sus planes de venganza para otra ocasión.
Al final, todos superaron la prueba de combate con buena nota, cada uno demostrando su habilidad y fuerza bajo la guía estricta del profesor Edgar.
soy nuevo en este lugar y en todo el tiempo que tengo aquí (2 días XD) eres el mejor que escribe. PERO ahí te va
Narras bien, pero te falla en cuanto a colocar los tiempos y los sucesos, osea, se entiende a dónde vas, pero vas muy rápido y no dejas q lo demás tome se desarrolle o tome explicación. Muchos datos en muy poco tiempo. Te recomiendo que tengas un poco más de paciencia y orden para escribir en cuanto a dar datos se refiere (yo sé q todos tenemos y queremos dar nuestra historia a conocer pero no hay q comer ansias)