¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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El egreso
Rosa observó por la ventana de la habitación. El día apenas estaba empezando y ya amenazaba tormenta. Miró hacia abajo al parque interior dentro del hospital. Esta habitación permitía verlo. Allí las personas caminaban sumidas en sus propios asuntos, otras se sentaban a disfrutar de la quietud de este momento del día, que quizás no volverían a tener hasta la noche. Se giró decidida, Dalia dormía profundamente. Sonrió, su hija estaba viva y una calidez se extendió por su pecho. La amaba tanto. Se percató que los objetos acaparados habían sido retirados. Otra sonrisa afloró a sus labios, era tan gracioso el comportamiento de su hija. Es como si viera el mundo por primera vez. Bueno era hora de ponerse las pilas debía asearse e ir por el desayuno para las dos antes que Dalia despertara.
Con esta idea en mente se fue al baño. Sin hacer ruido se esmeró en su atuendo y aspecto debía quedar radiante. Hoy venía el padre de Dalia y de seguro venía con su pareja. Una mujer que se preciara tenía que demostrar que era una diva ante su rival. Se observó al espejo satisfecha de sí misma. Estaba divina. Cogió el monedero y el móvil y fue a por ese desayuno. Pensaba traer de esos yogures de fresa 🍓 que tanto gustaban a Dalia. Al llegar a la cafetería, un delicioso aroma a tortilla se extendía en el aire como la señal de un faro luminoso. Pidió dos raciones para llevar, acompañadas de unos panes con mayonesa. Dalia no era de las que desayunaban, pero esperaba tentarla con esto. Era sencillo, pero no se podía esperar más de la cafetería de un hospital. Lo demás era comida chatarra y aunque ella no estaba en contra no le parecía apropiado empezar el día con la misma.
Regresó y Dalia todavía dormía. No obstante, puede que por el olor de la comida o porque ya era hora, comenzaba a dar señales de querer despertarse y en efecto lo hizo. Se desperezó con la gracia felina de un gato y soltó.
- ¿Qué huele tan bien? Me muero de hambre. Hola señora maga.
- Buenos días mi princesa. Ve a asearte y después desayunas.
- Oiga señora maga hoy está usted muy bonita y elegante. ¿Acaso nos vamos de este lugar?
- Gracias por el cumplido y sí, puede que hoy podamos volver a casa.
- Voy en seguida y ya vuelvo señora maga para que mientras desayuno, me cuente cómo es la casa donde vivía este cuerpo.
Y ahí estaba, esas locuras de nuevo. Bueno ya se le pasarían. Rosa pensó que debía advertir a Dalia que se comportará con la pareja de su padre. No quería conflictos innecesarios. Al fin y al cabo Eduardo era un buen padre y sufría bastante con los desplantes de Dalia. Él no tenía la culpa de ser como era. Ella siempre lo supo, pero a pesar de todo no pudo evitar intentar una relación. Ya no lo amaba era verdad, pero no podía evitar ser vanidosa. Qué mujer no lo era. Nadie podía culparla por ser de esas que no se dejan caer ante la ruptura de su matrimonio. Dolía sí y mucho, pero no era el fin del mundo. El sol seguía saliendo y ella estaba decidida a brillar junto con él, sola y única, esparciendo luz a las tinieblas. Dejó sus pensamientos cuando Dalia regresó del baño.
- Esto es maravilloso, no me canso de usar estás cosas nuevas. Voy a extrañar este lugar cuando me vaya.
Rosa vió como su hija se había vuelto a cargar el espejo, el desodorante, el champú, el acondicionador y los colocaba con cuidado sobre la cama. Se dio la vuelta y regresó al baño nuevamente y volvió con las manos cargadas, está vez con el perfume el jabón, el rollo de papel sanitario, el peine, el creyón, las toallas, el cepillo de dientes, la pasta y hasta con la cortina del baño de milagro y no se trajo el cesto también.
- ¿Querida se puede saber qué haces?
- Preparo el equipaje para irnos claro, pero ¿dónde está el baúl?
- ¿Qué baúl? ¿A qué te refieres?
- Pues a donde se guarda el equipaje claro. Es esa cosa de madera rectangular con tapa donde ponemos los vestidos, sombreros y zapatos cuando viajamos y que los sirvientes acomodan en los coches.
- Aquí no usamos baules.- se fue hasta el clóset y sacó una maleta mediana- Toma esto es lo que se usa.- Dalia se apropió de su nuevo tesoro con los ojos brillantes, ya averiguaría como se usaba esa cosa bonita.
Rosa se quedó descolocada, pero bueno era mejor ni discutir, primero había que desayunar antes que se enfriará del todo la tortilla y después tendría que pedirle que no se peleará con la pareja de su padre.
- Ven Dalia después hacemos lo que tú quieras, pero ahora vamos a desayunar y tengo que pedirte algo.
- Está bien y gracias por el regalo.- dejó la maleta a su lado y se sentó en la cama.
Rosa le entregó los cubiertos y el plato desechable con la tortilla y le pasó los yogures y la cajita con los panes con mayonesa. Dalia miraba todo fascinada y la imitaba en todo. Cuando ya casi estaban terminando Rosa le dijo:
- Querida hoy llega tu padre, es posible que dentro de una hora esté aquí y te pido de favor que no... Bueno pórtate bien sí.
Dalia se quedó callada asimilando la información. Era evidente que el padre que llegaba era el de la chica de este cuerpo. Si analizaba bien lo que dijo la mujer que decía ser su madre ahora, la persona original se llevaba mal con su progenitor. Ella quería averiguar un poco el por qué y preguntó.
- Sabe señora maga, yo no recuerdo muy bien algunas cosas. ¿Podría decirme por qué odio a mi padre?
- No es que odies a tu padre, es que estás resentida con él. Al que odias es a su pareja, pero por favor te suplico nada de insultar al hombre.
- ¿Yo lo insulto? ¿Qué se considera insulto en este lugar?
Rosa entendiendo mal la pregunta y creyendo que para su hija las cosas desagradables que le decía a la pareja de su padre no eran insultos le replicó.
- Dalia mi vida, claro que decirle rata, rompe hogares, mantenido, cucaracha, insecto y mariposa es insulto para cualquiera. Además de ser de mal gusto te resta elegancia preciosa.
- Bien, lo tengo. Prometo no mencionar ninguna de esas palabras.
Rosa suspiró aliviada al menos logró algo su hija siempre cumplía sus promesas.
- Bien cariño vamos a ponerte guapa para cuando llegue papá. Y la arrastró al baño y le ayudó a ponerse un conjunto de lencería fina de color negro. Todo un sueño de encajes, lacitos, satenes y cuentecitas brillantes. La muchacha salió emocionada por esta ropa tan bonita hacia la habitación de al lado a buscar el espejo, para verse sin darle tiempo a su madre de nada. Y fue así como la vio el Doctor Miranda que acababa de entrar para hablar con la madre sobre el egreso de su hija y el posterior tratamiento y seguimiento.
- Hola falso Doctor, espere un momento que ahora lo atiendo. Me estoy poniendo guapa con ayuda de la señora maga, para cuando venga mi papá.- cogió el espejo de la cama y con la misma se devolvió al baño mientras en la retina del Doctor quedaba aquella imagen grabada de una sensual y ardiente joven en ropa interior candente y pelo largo revuelto como mujer que acaba de salir de la cama después de un apasionado encuentro. No pudo evitar que por sus venas hirviera la sangre. Tragó en seco y sin saber si salir o quedarse se quedó ahí en el mismo lugar, como si le hubiesen brotado raíces. Expulsó el aire que no se había dado cuenta que contenía y a su mente vinieron las palabras de Sergio el bombero "es una loca condenadamente sexi". Pensó seriamente en pedir que otro especialista se hiciera cargo del caso. En su auxilio llegó la enfermera que le traía las observaciones de la noche sobre la paciente. Caminó hasta la silla, despejó la mente y se dispuso a leer el informe.
Ya había culminado la lectura sobre el incidente de las luces, cuando finalmente salieron ambas mujeres del baño. Esa muchacha era un asalto a los sentidos, era preciosa. Ya no vestía las feas ropas del hospital, ahora tenía un vestido veraniego de finos tirantes, y falda acampada, que la hacían ver fresca y hermosa. Estaba maquillada era toda una muñeca. Se aclaró la garganta y les comunicó.
- Señora Rosa, hoy voy a darle el egreso del hospital a su hija. No es necesario que permanezca en este lugar. Voy a indicarle la medicación necesaria y la forma de suministrarla. Para reevaluar la evolución de la paciente le daré cita a consultas planificadas. Ahora ya me retiro que tengan un bonito y agradable día.
- Gracias Doctor Miranda, dónde recojo las recetas y el egreso.
- Todo estará listo dentro de una hora aproximadamente. Puede recogerlo con la enfermera de guardia. Ahora con permiso me retiro. - él ya llegaba a la puerta cuando la muchacha le dijo:
- No tan rápido Falso Doctor. Deténgase ahí. Mire, yo me voy, pero usted es el único que sabe dónde está Sergio, y yo no conozco a nadie más que a la señora maga y a usted. Así que por favor necesito que venga a despedirme cuando me vaya y que le diga a Sergio que me visite en mi nueva casa.
- No se preocupe aquí estaré y puede encontrarme cuando desee le voy a dejar mi número apuntado. Al bombero trataré de localizarlo y pasarle su recado. No le prometo nada.
- Es usted un ángel. Dios lo va a recompensar.
Alberto no dijo nada más, inclinó la cabeza a modo de despedida. Era mucho el papeleo que tenía que hacer para que ella pudiera ir a casa. Irónicamente pensó, esta pobre muchacha me cree un ángel, si supiera lo que he estado pensando seguro me llamaría pervertido. Sacudió su cabeza y se encaminó a la consulta a preparar el egreso.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?