En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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Tres años después
Miro ansiosa la puerta de salida del aeropuerto, esperando a mi amiga Loren. Han pasado meses desde que nos vimos, y mi corazón se acelera al verla salir con una sonrisa radiante.
—¡Maite! —grita, agitando la mano con entusiasmo mientras corre hacia mí.
—¡Loren! No sabes cuánto te extrañé —digo mientras la envuelvo en un abrazo fuerte y cálido.
—Y yo a ti. Corea no es lo mismo sin tu presencia. No veo la hora de que termines la universidad y regreses.
—Lo sé. Yo también te he extrañado. Desearía que pudieras quedarte aquí conmigo, pero falta poco: un año más y es mi graduación... ¡Pero bueno! Vamos, esta noche es de chicas.
Salimos del aeropuerto hacia mi apartamento. La emoción de tenerla aquí me llena el alma.
Horas después
Estamos en uno de los restaurantes más exclusivos de Londres. Es un lugar costoso, pero hoy vale la pena; es su cumpleaños.
—Este lugar es increíble, Maite. La vista es preciosa —dice Loren con una sonrisa que ilumina el momento.
—Lo sé. Es perfecto para celebrar tu día —respondo, feliz de verla tan emocionada.
Charlamos durante horas, poniéndonos al día sobre nuestras vidas. Aunque hablamos casi todos los días, nada se compara con tenerla aquí, frente a mí.
La camarera llega con los platos principales, y, cuando terminamos, trae una pequeña torta.
—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños... —empiezo a cantar, y Loren se une entre risas.
—Feliz cumpleaños, querida Loren, feliz cumpleaños y que los cumplas muchos más.—digo, mientras sus ojos brillan de alegría.
—Gracias, Maite. Esta noche ha sido increíble; me has hecho muy feliz.
Ella sopla las velas, comemos pastel y seguimos conversando.
—Amiga, voy al baño —digo, levantándome. Loren asiente mientras disfruta de su copa de vino.
Al caminar por el pasillo, escucho una voz masculina firme, casi furiosa. Me detengo sin querer y observo a un hombre de espaldas, discutiendo con una chica.
—No me jodas, Emma. Vete de una vez. No quiero volver a verte en mi vida —dice él con un tono cortante.
La chica, entre lágrimas, responde:
—Perdóname, por favor. Él no significa nada. Tú eres todo para mí.
Por un instante, sus palabras me sacuden. Miro al hombre, cuya silueta me parece extrañamente familiar, pero no logro reconocerlo. La chica se percata de mi presencia y me lanza una mirada incómoda. Avergonzada, entro al baño, esperando a que se vayan.
Cuando vuelvo a la mesa, encuentro dos copas de vino servidas.
—¿Y esto? —pregunto, arqueando una ceja.
—Bueno, no solo vine porque te extrañaba —dice Loren con una sonrisa traviesa—. También tengo algo importante que contarte: ¡Sebastián me pidió matrimonio! Estamos comprometidos.
Me quedo atónita por un segundo antes de levantarme emocionada.
—¡Felicidades, amiga! —la abrazo con fuerza
—. ¿Cuándo es la boda?
—Dentro de un año, justo una semana después de tu graduación. Quiero que esa última semana la pasemos juntas. Y quiero que tu regreso sea tan feliz como este momento.
La emoción me desborda mientras regresamos a nuestros asientos. Levanto mi copa y propongo un brindis.
—Por la futura esposa.
Sonreímos, disfrutando del momento. Sin embargo, mi atención se desvía hacia la salida del restaurante. Allí está él, el hombre de la discusión. Aunque no logro verle el rostro, algo en su silueta y su presencia me resulta inquietantemente familiar.