Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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Bajo la mirada del depredador
El sonido de cascos galopando rompió el inquietante silencio del bosque. Sacha levantó la vista, conteniendo la respiración. Entre los árboles, Leo apareció montando un caballo negro, con el ceño fruncido y los ojos encendidos por la preocupación.
—¡Sacha! —gritó mientras tiraba de las riendas, deteniendo su caballo justo a unos metros.
La presencia de Leo hizo que su corazón se aliviara, pero solo por un instante. Su mirada no tardó en cruzarse con la del emperador, cuya expresión seguía siendo serena, aunque sus ojos brillaban con una oscura intensidad.
—Su majestad —saludó Leo, desmontando con rapidez y acercándose a Sacha—. Espero no estar interrumpiendo.
El emperador esbozó una sonrisa que no alcanzó a sus ojos.
—No en absoluto, Leo Lin. Tu preocupación por tu hermana es admirable. Solo estábamos disfrutando de la tranquilidad del bosque.
Leo se colocó instintivamente frente a Sacha, como un escudo.
—Me alegra saber que mi hermana estaba en buenas manos, pero ahora yo me encargaré de ella.
—Por supuesto —replicó el emperador, sin dejar de observarlos con atención—. Sin embargo, debo admitir que fue interesante conocerla mejor. Es más fascinante de lo que había imaginado.
Sacha sintió que la sangre se le helaba. "¿Qué quiere decir con eso?", pensó, mientras Leo tensaba la mandíbula.
—Agradezco su tiempo, su majestad. —Leo hizo una ligera reverencia, apretando suavemente el brazo de Sacha—. Sacha, vámonos.
Sin esperar una respuesta, Leo la ayudó a montar en su caballo y subió detrás de ella, asegurándose de que estuviera bien sujeta. Mientras se alejaban, Sacha podía sentir la mirada del emperador quemándole la espalda.
—Leo, no tenías que venir… —empezó a decir, pero él la interrumpió.
—¿Qué estabas pensando, Sacha? ¿Por qué estabas a solas con él?
Ella se giró ligeramente para mirarlo, intentando mantener la calma.
—No fue intencional. Me retrasé, y él decidió quedarse conmigo.
—¿Y no pudiste encontrar una excusa para alejarte? —La voz de Leo estaba cargada de frustración, aunque su tono era bajo para evitar que alguien más los escuchara.
—Leo… —Sacha desvió la mirada, apretando las manos contra el borde de la silla de montar—. Estoy haciendo lo mejor que puedo.
Leo no respondió de inmediato, pero Sacha podía sentir la tensión en su postura.
Ya en el campamento, Leo la guio hacia una zona más apartada. A pesar de su enfado, su toque era delicado, como si temiera que pudiera romperse.
—¿Qué está pasando, Sacha? —preguntó finalmente, su voz más suave, pero aún cargada de preocupación—. Esto no es como tú.
Sacha bajó la mirada, buscando las palabras adecuadas. No podía decirle la verdad, pero tampoco quería seguir viendo esa mezcla de confusión y dolor en los ojos de Leo.
—No quiero que te preocupes por mí —murmuró.
—¿No quieres que me preocupe? —Leo soltó una risa amarga—. ¿Cómo no voy a preocuparme cuando te veo rodeada de lobos y actuando como si nada estuviera pasando?
Ella levantó la vista, sorprendida por la intensidad en su voz.
—Leo, estoy bien.
—No lo estás —replicó él, dando un paso más cerca—. ¿Crees que no me doy cuenta? Te estás forzando a ti misma a algo, y no sé qué es, pero puedo verlo en tus ojos.
El silencio se extendió entre ellos como un abismo.
—Confía en mí, por favor —pidió Sacha, su voz apenas un susurro—. Solo… confía.
Leo la miró por un largo momento, antes de suspirar y asentar con la cabeza.
—Siempre confiaré en ti, Sacha. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados si veo que algo está mal.
Mientras tanto, en su tienda, el emperador estaba sentado en un sillón, jugueteando con la flor que había arrancado en el bosque. Sus pensamientos estaban lejos del ruido del campamento, centrados en una sola persona.
"Sacha Lin", murmuró para sí mismo, dejando que el nombre rodara en su lengua como una promesa.
La flor se marchitó en sus manos, pero él no parecía notarlo. Había algo en ella que lo desafiaba, que lo intrigaba.
"Tu hermano no podrá protegerte siempre", pensó, dejando caer la flor al suelo.
Para él, la cacería no había terminado. Apenas estaba comenzando.