NovelToon NovelToon
La Maldición de mi Esposa

La Maldición de mi Esposa

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Amante arrepentido / Divorcio / Completas
Popularitas:3
Nilai: 5
nombre de autor: Santi Suki

Vandra nunca imaginó que su aventura con Erika sería descubierta por su esposa, Alya.
El dolor que Alya sintió fue tan profundo que pronunció palabras que jamás había dicho antes:
"La oración de quien ha sido agraviado será concedida por Allah en este mundo. Tarde o temprano."
Vandra jamás pensó que las oraciones de Alya para él, antes de su separación, se cumplirían una por una.
¿Pero cuál fue exactamente la oración que Alya pronunció por Vandra?

NovelToon tiene autorización de Santi Suki para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 1

El rostro de Vandra se puso pálido como la muerte cuando las puertas del ascensor se abrieron. Su respiración pareció detenerse en su garganta al ver a la persona que menos quería encontrar en un momento como este. Zara estaba allí, erguida, con una mirada afilada llena de ira que le atravesaba directamente el corazón. En sus manos sostenía un teléfono móvil, apuntando directamente hacia él, como si fuera el arma más letal del mundo.

"Cariño, ¿qué pasa?", preguntó Erika en voz baja, llena de interrogantes. Miró a Vandra, confundida al ver a su amante secreto rígido, de pie como una estatua.

Pero la respuesta no llegó. Lo que se oyó fue un fuerte grito que resonó hasta el vestíbulo del hotel.

"¡Guau! ¿Quieren conocer a la pareja adúltera más espectacular del año? ¡Aquí están Vandra Dwipangga y Erika Maharani!"

La voz de Zara explotó como una bomba que destrozó la atmósfera. Varias personas en el vestíbulo se giraron de inmediato. Sus pasos se detuvieron, sus miradas fijas en la pareja que estaba de pie en el umbral del ascensor. Había curiosidad, pero también miradas de asco que surgieron a medida que rápidos susurros se extendían.

El rostro de Erika se puso rojo al instante. Sintió que la sangre le subía a la cabeza, su corazón latiendo frenéticamente. Temblorosa, escondió su rostro en la espalda de Vandra, esperando poder desaparecer tragada por el frío suelo de mármol.

"¡Zara, qué estás haciendo!", gritó Vandra con voz quebrada, extendiendo su mano para arrebatarle el teléfono a su hermana. Sabía muy bien que esa grabación podía destruir toda su vida.

Pero Zara solo sonrió con burla, una sonrisa llena de victoria mezclada con angustia. "Estoy grabando su aventura para usarla como prueba. Genial, ¿verdad?"

Su mirada brillaba, como brasas que no se pueden apagar. Si sus padres no la hubieran detenido por teléfono, diciéndole que tuviera paciencia, tal vez en este momento Zara ya habría abofeteado a Erika hasta dejarle la cara amoratada, la habría agarrado del pelo o incluso habría arañado a su propio hermano. La ira en su pecho era tan grande que sentía que su cuerpo temblaba al contenerla. Y como no podía canalizarla con sus manos, la descargó con su boca, con palabras hirientes y una mirada penetrante.

La gente comenzó a reunirse, algunos levantaron sus teléfonos, grabando también. Esas pequeñas cámaras se sentían como miles de ojos que juzgaban.

Al ver todo eso, Zara se sintió aún más feliz. Que el mundo lo supiera. Que esta vergüenza se revelara, para que su hermano y esa mujer ya no pudieran esconderse tras máscaras dulces.

"Quién está teniendo una aventura. Simplemente nos encontramos en el ascensor", dijo Vandra con voz temblorosa, tratando de evadir la verdad.

"¡¿Crees que soy estúpida?!", gritó Zara, su tono roto por el dolor. "Desde que bajaron del coche y entraron en este hotel, lo vi todo. También se lo he contado a mamá. Por eso mamá llamó a papá para que volviera a casa, ¿verdad?"

Vandra se quedó en silencio. Las palabras de Zara le golpearon con fuerza. Estaba en shock, su cuerpo se sentía rígido, sus labios temblaban pero no salía ningún sonido. ¿Cómo podía su propia hermana saber todos sus movimientos?

Zara resopló, su risa amarga. "Hace una hora mamá te pidió que fueras inmediatamente a casa. Dijo que estabas en las afueras de la ciudad y en camino. ¿En serio? En un hotel, ¿verdad? Con esta mujer. ¡Cuando solo se necesitan quince minutos para llegar a casa!"

Vandra no pudo responder. En su cabeza volvió a sonar la llamada telefónica de mamá. Ignoró esa advertencia. Para satisfacer su lujuria con Erika, mintió, diciendo que estaba lejos. Ahora esa mentira le estrangulaba el cuello.

"¿Crees que no lo sé? ¡Si el hotel hubiera querido darme el número de la habitación, ya los habría atacado en la cama!", exclamó Zara, elevando la voz.

Alrededor de ellos el alboroto aumentó.

"Al parecer, una pareja adúltera", dijo una mujer de mediana edad con tono asqueado.

"Incluso cometiendo adulterio", añadió una joven, con el rostro arrugado como si viera algo sucio.

"Ya engañan, cometen adulterio y encima mienten a su madre", dijo una joven. Su mirada estaba llena de odio, dirigida a Vandra y Erika como si ambos fueran basura.

"Se merecen una sanción social. ¡Para que aprendan la lección!", gritó un hombre de mediana edad, su voz resonante hizo que varias personas asintieran con la cabeza en señal de aprobación.

La atmósfera del vestíbulo del hotel se transformó en una sala de justicia improvisada. Las miradas eran los jueces, los susurros eran el veredicto. Y las grabaciones de los teléfonos móviles eran los mazos listos para dictar una condena social de por vida.

Vandra bajó la cabeza, su rostro rojo como un tomate, una mezcla de vergüenza y miedo. Erika solo pudo inclinar la cabeza profundamente, su corazón gritando por correr lo más lejos posible de ese lugar. Ambos ardían bajo los gritos y las burlas.

Incapaces de soportarlo más, se apresuraron hacia el coche.

Pero ese paso se detuvo. Zara de repente tiró de la mano de Erika con fuerza cuando la mujer estaba a punto de abrir la puerta delantera.

"¡Eh, espera! ¿Qué vas a hacer?", la voz de Zara era fuerte, haciendo que varios pares de ojos volvieran a mirar.

"¡Zara, deja que Erika suba!", la voz de Vandra era ronca, llena de insistencia.

Zara miró a Erika con una mirada llena de odio. "¡Atrás! Qué fácil sentarse delante, como si tú tuvieras un lugar aquí. Recuerda, hermano. Este coche es de Alya. ¡Tu esposa!"

Esa frase golpeó con fuerza, penetrando hasta el corazón. Erika se quedó en silencio, su rostro rígido, y luego lentamente se sentó en el asiento trasero con una expresión agria. Se sintió humillada, pero no pudo resistirse.

En su interior, Erika se arrepintió. Nunca pensó que la aventura que había estado disfrutando con Vandra se descubriría tan malamente frente a tanta gente, desfilada como un espectáculo barato.

En el asiento delantero, Vandra agarró el volante con las manos temblorosas. Los gritos de la gente aún resonaban en sus oídos, hiriendo más profundamente que una daga. Sus palabras seguirían atormentándole y lo más doloroso, la imagen del rostro de Alya apareció tan clara en su cabeza. Un rostro lleno de lealtad, lleno de cariño, que ahora debía estar destrozado en pedazos.

La sencilla casa blanca se alzaba robusta en medio de un amplio jardín. Desde fuera, el edificio parecía pacífico, tranquilo, como un lugar donde debería anidar el amor familiar. Sin embargo, para Vandra y Erika, cada paso que se acercaban allí se sentía como caminar hacia un abismo oscuro que estaba listo para tragarlos vivos.

El corazón de Vandra latía con fuerza, un sudor frío humedecía sus sienes, mientras que Erika arrastraba sus pies como una prisionera llevada a la mesa de la justicia.

Tan pronto como la puerta de madera se abrió, una ráfaga de frío les invadió, no solo del aire acondicionado, sino de las miradas afiladas que les golpearon como miles de flechas. Todos los ojos se giraron de inmediato, mirando sin piedad.

En la sala de estar, papá Indera estaba sentado rígido con un rostro sombrío, su mirada penetrante como si pudiera atravesar hasta el fondo del corazón. Mamá Vany bajó la cabeza, pero su rostro estaba rojo conteniendo las lágrimas.

Alya, la esposa legítima, estaba sentada en una silla enfrente. Su cuerpo temblaba ligeramente, sus manos apretadas en su regazo. Sus lágrimas se acumulaban, pero seguía tratando de ser fuerte, aunque era evidente que su corazón estaba siendo apretado hasta sangrar.

Junto a Alya estaban Pak Lukman y Bu Laila, los suegros de Vandra, mirando llenos de decepción. Sus rostros que normalmente estaban llenos de sonrisas, ahora estaban fríos. Como si insinuaran, ¿cómo es posible que el yerno del que antes estaban tan orgullosos se atreviera a destruir a su hija?

Los pasos de Vandra se detuvieron en el umbral de la puerta. Su pecho se sentía oprimido, su respiración contenida. Erika estaba de pie a su lado, temblando. Su cuerpo rígido, como si no pudiera soportar las miradas de odio que la traspasaban. En toda su vida, nunca se había sentido tan despreciable.

"¡Siéntense!", la voz grave de papá Indera explotó, fuerte, sin dar lugar a réplicas.

Con pasos pesados, Vandra caminó hacia el sofá. Bajó la cabeza, sin atreverse a mirar a nadie. Incluso para ver a Alya, no era capaz. Erika se pegó a su lado, buscando protección. Sin embargo, precisamente esa cercanía hizo que las miradas de todos fueran aún más penetrantes. Para ellos, esa escena era una traición mostrada sin vergüenza.

El corazón de Alya sintió como si lo apuñalaran cuando vio a otra mujer sentada tan cerca de su marido. Las lágrimas que había estado conteniendo desde hacía un rato finalmente cayeron, humedeciendo sus mejillas. El hombre al que había amado, respetado y servido con todo su corazón, ahora estaba sentado frente a ella con otra mujer. Esa herida era demasiado profunda para describirla con palabras.

"¡Vandra!", Mamá Vany finalmente habló. Su voz era ronca, sus ojos rojos conteniendo las lágrimas. "¿Es verdad que has estado engañando durante mucho tiempo con esa mujer?"

Antes de que Vandra pudiera responder, Zara, que había estado de pie con los brazos cruzados, respondió de inmediato. Sus labios se curvaron con una sonrisa cínica.

"Su nombre es Erika, Ma. ¡Antes era muy famosa en el campus, eh! Una estudiante de último año con el título de 'chica de campus'. Guapa, sí. Un cuerpo escultural, pechos grandes, eso es lo que hace que muchos profesores se derritan".

"¿U-una chica de campus?!", exclamaron casi todos al mismo tiempo.

Zara se volvió aún más salvaje. "Cuando yo acababa de entrar en la universidad, ella ya estaba en cuarto año. Si no lo creen, ¡pregúntenle a Amara! Ella ha visto directamente a Erika en @#$ a su profesor, en el campus".

El rostro de Erika se puso rojo, mitad vergüenza, mitad ira. Su respiración se aceleró, sus manos se apretaron en puños. ¿Por qué un pasado que había querido enterrar hace mucho tiempo estaba siendo revelado frente a tanta gente, frente a la familia de su amante?

"Cállate, Zara. Deja que Mas Vandra hable", la voz de Alya finalmente se escuchó. Su voz temblaba, llena de dolor, pero también firme. Se esforzaba por ser fuerte aunque sentía que su pecho estaba siendo aplastado.

"So-solo somos ami-gos, Ma", dijo Vandra tartamudeando, su voz vacilante. Esas palabras sonaban como una mentira que ni siquiera él mismo creía.

"No mientas, Mas. ¡Solo responde con la verdad!", respondió Alya, esta vez su tono era más firme. Sus ojos estaban húmedos, pero su mirada era penetrante. Ya no era Alya la dulce, sino una esposa cuyo corazón ardía por la traición.

"Somos compañeros de trabajo, Kak. Resulta que nuestras empresas están colaborando", dijo Erika en voz baja, su voz ronca. Intentó buscar una excusa, pero su rostro mostraba claramente miedo e impotencia.

Alya sonrió con amargura y cinismo, una sonrisa que nunca antes había mostrado. "¿Colaborando? ¿Un domingo? ¿En la habitación de un hotel los dos solos?", su tono era agudo. "Conozco muy bien la empresa de Mas Vandra. Nunca hay horas extras los domingos. Si tu empresa hace horas extras los fines de semana, Erika, pues es muy raro".

Las palabras de Alya fueron como un látigo. Todos los ojos miraron a Erika, haciéndola sentir cada vez más acorralada.

Vandra se atragantó. Vio un gran cambio en su esposa. Alya, que normalmente era dulce, paciente y rara vez se enfadaba, ahora hablaba con un tono lleno de insinuaciones. Eso hizo que Vandra se sintiera aún más acorralado.

"El trabajo es solo una excusa", soltó Zara de repente, sin piedad. "En realidad, ustedes estaban en el hotel para @#$ , ¿verdad? ¡Por eso Kak Vandra se lavó el pelo antes de salir de la habitación del hotel!"

La habitación de repente quedó en silencio. Todos se giraron con miradas de sorpresa, mientras que el rostro de Alya se puso aún más pálido. Su cuerpo temblaba, y finalmente no pudo contener más las lágrimas. Sus lágrimas cayeron a raudales. Bu Laila, que estaba sentada a su lado, abrazó de inmediato a su hija, abrazando fuertemente su frágil cuerpo. La mujer de mediana edad también lloró, sintiendo lo dolorosa que era la herida que sufría su hija.

Vandra y Erika se miraron. Los ojos de Erika estaban llorosos, sus labios temblaban conteniendo las lágrimas. Zara la había humillado repetidamente, desnudando su pasado y su relación prohibida sin piedad.

"¡Cállate, Zara!", Vandra finalmente habló, tratando de defenderse. "¡Ahora Erika se ha arrepentido y se ha mudado!"

Zara se rió a carcajadas, su risa amarga, llena de burlas. "¿Arrepentimiento? ¿Mudanza? Si fuera verdad, ¡no se acostaría contigo! ¡Una persona que se arrepiente no cometerá adulterio!"

"¡No cometemos adulterio!", gritó Vandra espontáneamente, su voz quebrada.

***

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play