Ayelen lo entrego todo por amor, pero termino marcada por la humillación y el rechazo.
Expulsada de su manada, tuvo que criar sola a sus gemelos. Mientras el mundo licantropo la señala como traidora.
El destino la lleva a encontrarse con el rey lobo frío y maldito, cuya herida no solo está en su cuerpo, también en su alma. Entre tratamientos y silencios empieza a descubrir un lazo entre él y sus gemelos.
Lo que parecía un nuevo comienzo se convierte en un juego de poder, secretos familiares y tradiciones.
¿Podrá renacer como la gran luna, frente a las manadas o volverá a ser destruida por quienes mas odian verla brillar?
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El nacimiento
El aire era denso, cargado de un presentimiento extraño, afuera, el cielo se iluminaba con la presencia majestuosa de la luna roja, que reinaba con un fulgor inusualmente intenso. No era una luna cualquiera, era el presagio de cambio, un símbolo que las ancianas siempre habían interpretado como el anuncio de un destino trascendental.
En medio de esa quietud Ayelen sintió como su vientre se contraía con una fuerza desgarradora, el dolor la hizo doblarse, apoyándose contra el borde de la mesa de madera, el sudor perlaba su frente y sus manos temblaban.
---Elides, creo que es el momento, --- gimió Ayelen, la voz entre cortada.
La anciana, que tejía en un rincón con la serenidad que solo dan los años, levantó la cabeza de inmediato. Sus ojos sabios, oscuro y brillantes, reconocieron la urgencia en la voz de la joven.
--- Ya llego la hora, pequeña, quédate tranquila, respira como te enseñe,--- dijo Elides dejando el tejido sobre la mecedora.
Ayelen negó con la cabeza, incapaz de controlar el temblor en su cuerpo, el dolor aumentaba, desgarrando no solo su vientre, sino todo su ser ,--- no...no vamos a llegar al hospital, ----
Elides ya lo sabía, por eso comenzó a preparar el lugar, colocó paños limpios, agua caliente y hierbas sobre la mesa. Había atendido partos antes, aunque hacía muchos años, sin embargo, la vida la había hecho sabía y sus manos, aunque arrugadas conservaban la destreza
--- Tranquila, niña, todo saldrá bien, --- dijo Elides
El dolor aumentó en oleadas, cada vez más intensa que la anterior, Ayelen apretó los dientes, pero pronto los gemidos se volvieron inevitable, sentía que la vida dentro de ella empujaba con fuerza, queriendo salir, queriendo respirar el aire bajo aquella luna roja que parecía mirarla desde lo alto.
Elides la ayudo a recostarse sobre unas mandado extendidas en el suelo, no podrían subir las escaleras. El fuego de la chimenea crepitaba, iluminando la estancia con una luz cálida que contrastaba con el frío de afuera
---Escucha Ayelen, cuando llegue la contracción, puja con toda tu fuerza, no pienses en el dolor, piensa en tus hijos, ---- dijo Elides
La joven asintió, con lágrimas rodando por sus mejillas, su respiración se volvió entrecortada, jadeante. Entonces vino la siguiente oleada de dolor, y con un grito qué rasgo el silencio, pujo.
Elides la animaba con palabras, en su mente rezos antiguos, el tiempo parecía dilataron, cada minuto era eterno, afuera la luna roja continuaba brillando, bañando la florería con su luz como si el destino mismo vigilará aquel momento.
Y finalmente, un llanto agudo lleno la habitación.
Elides levantó en sus brazos a un bebé ensangrentado, pequeño y frágil, pero con un par de pulmones qué desafiaban la noche.La anciana sonrió, con lágrimas en los ojos, limpio al pequeño.
--- Un varón, --- anunció, colocando al niño en el pecho de su madre.
Ayelen sollozo, acariciando con dedos temblorosos el rostro diminuto de su hijo, sintió como un gran amor la llenaba de golpe, borrando por un instante todo el dolor y todo el miedo.
Pero el trabajo aún no había terminado, Elides lo sabía y también Ayelén, ue sintió otra contracción desgarradora.
---- No ha terminado, niña, falta otro, escucha a tu cuerpo, --- dijo Elides
Elides apretó la mano de la joven y la guio, otra vez vinieron los gritos, otra vez el cuerpo se arqueó con el esfuerzo, otra vez la fuerza de la vida se abrió camino.
Minutos después, un segundo llanto resonó en la habitación, más potente que el primero.
La anciana levantó al pequeño en sus brazos lo limpio y se lo llevó a Ayelén.
---- Tienes otro varón, mi niña, ---- dijo Elides emocionada.
Ayelen lloraba sin poder contenerse, tenía a sus dos hijos sobre su pecho, uno de cada lado, ambos buscando el calor de su madre con instinto voraz.Eran pequeños, adorables, pero había algo en ellos... una energía distinta, un brillo en la fragilidad llevarán un eco de un destino grandioso.
Cuando los rayos de la luna roja traspasaron el ventanal iluminando a los gemelos, Elides lo supo esos pequeños estaban destinados a grandes cosas.
La joven madre los acarició, sintiendo la unión entre el,un lazo invisible que los conectaba, y en ese instante comprendió, que su vida jamás volvería a ser la misma.
Elides se puso de pie y se acercó a la ventana, afuera, la luna roja comenzaba a descender, pero aún brillaba con intensidad suficiente para teñir todo de un rojo fantasmal.
En silencio, los observaba, sabía que la vida de esos niños no sería sencilla, que al descubrir la marca de la luna en ellos, vendrían desafíos, envidias y guerras. Pero esa noche, bajo la protección de las estrellas, solo quedaba espacio para la esperanza.
Ayelen, aun temblorosa, besó las frentes de sus hijos, --- mis pequeños, nadie los vaca separar de mí nadie,--- susurró.
Elides la miró con ternura, sabiendo que esas palabras eran tanto promesa como juramento.
La chimenea chisporroteo y el viento nocturno aullido entre los árboles, afuera, la luna roja parecía vigilarlo todo, silencio, majestuosa, dejando su sello eterno sobre los recién nacidos.
Con mucho cuidado y ayuda de Elides, Ayelen pudo llegar al segundo piso, donde estaba su habitación, la cuna preparada para los gemelos al lado de su cama, con mantas cálidas.
Elides arropó bien a los bebés, se fue de la habitación dejando que Ayelen y los pequeños descansen.
Al llegar a su habitación una figura la estaba esperando, --- Elides, ya no puedes interferir más,---
--- Mi señora, no la puedo abandonar, --- respondió Elides
--- No la abandonas, debes ir a prepararte, recuperar todo tu poder,--- respondió la figura
--- Ayelen aún no descubre el poder en su interior,--- dijo Elides
---- No es tiempo que lo descubra aún, ---- respondió la figura
---- Dos años mi señora, solo eso y me iré, ---- dijo Elides
---- Dos años, solo eso, recuerda ella no debe saber aunque eres un hada,--- dijo la figura y se desvaneció.
Dejando sola a Elides con sus pensamientos, tenía dos años para ayudar a Ayelén, después deberá regresar al bosque.
Y así, en la oscuridad de una florería dos gemelos llegaron al mundo, dos hijos de la luna, destinados a cambiarlo todo.
Ya empiezan con la cizaña..... a qué Señora es que llaman ??? .... La Luna de Hendrix está viva ???
y confíe en ella y la proteja ahora vien esa ama de llaves a quien llamó espero no sea otra piedra en el zapato si a si ya tienen bastantes enemigos como para que salgo otro más