La Propuesta Del Millonario

Confieso que estoy ansioso, en el momento en que llegamos frente a su casa en un lugar algo alejado de la ciudad, solo puedo pensar en cuántos tipos han venido hasta aquí como estoy viniendo ahora.

¿Será que la mayoría de ellos venía por voluntad propia o solo por el dinero como yo?

Respiré hondo, tomo mi mochila y entro por el portón. Michael, el guardia de seguridad y chofer particular de Tristan Manson como él mismo me dijo en el camino, desaparece por algún camino que no puedo ver hasta dónde va.

El portón se cierra automáticamente detrás de mí. La casa es discreta, en realidad estaba esperando una mansión exuberante, pero eso me hace pensar que esta puede ser solo una de sus propiedades, tal vez la que usan para estos fines y un frío recorre mi espina dorsal.

La puerta se abre, él me recibe personalmente. No está usando traje o algo así, solo una ropa casual, pero bien cara por lo que puedo notar y no tengo idea de por qué estoy analizando esto.

Él dice:

—Hola señor Peterson, entre.

Yo lo hago y él continúa:

—¿Tuvo un buen viaje hasta aquí?

Yo digo:

—Sí. Y debido a las circunstancias, creo que puede llamarme por mi primer nombre.

Él sonríe y dice:

—Okay, Dylan.

Él parece divertirse con la situación, quería poder decir lo mismo. Él dice:

—Entonces sería adecuado también llamarme por el primer nombre, paso que me gusta cuando me llama señor.

Él me mira dentro de los ojos, yo diría que la mayoría de las mujeres lo encuentra encantador, principalmente cuando actúa así, pero no sé bien si la intención de él sea atraer mujeres.

Él va hasta un bar proyectado en medio de la sala y dice sirviéndose:

—¿Bebe conmigo?

Yo digo:

—No, gracias, yo no bebo.

Él me mira sorprendido y yo digo:

—Mire señor...

Entonces me acuerdo y continúo:

—Tristan, yo aún no he tenido tiempo para descansar desde que llegué de viaje hace unos días atrás. No duermo hace días porque necesitaba resolver esto...

Sé que fue una actitud osada de mi parte, pero estoy realmente cansado y no sé si sería una buena compañía para nadie. Aún más para él que espera que yo lo sea.

Él se aproxima y dice:

—Está bien. Voy a mostrarte un cuarto y puedes poner tus cosas allá y descansar.

Eso me sorprende, él ni siquiera cuestiona mi actitud. Él me pide que lo acompañe subiendo las escaleras.

Él abre la puerta, me muestra un cuarto y dice que entre y me quede a gusto.

Lo hago y su teléfono suena, él atiende y dice:

—Sí, no, todo bien. Yo no quiero que nadie me moleste este fin de semana. No necesito a nadie aquí además de Michael. Cierto, da una solución a eso. Gracias.

Él se disculpa y cierra la puerta.

Yo miro alrededor del cuarto, tiene colores en tonos neutros y una cama grande. Coloco mi mochila en la poltrona en medio del cuarto e intento ignorar toda esta mierda que viene sucediendo. Retiro mis tenis, me acuesto en la cama y cierro mis ojos esperando que a partir de ahora todo pueda estar bien.