Mi nombre es Isabel del Castillo y, a la edad de dieciocho años, mi vida experimentó un cambio radical. Me vi obligada a contraer matrimonio con Alejandro Williams , un hombre enigmático y de gran poder, lo que me llevó a quedar atrapada en una relación desprovista de amor, llena de secretos y sombras. Alejandro, quien quedó paralítico debido a un accidente automovilístico, es reconocido por su frialdad y su aguda inteligencia. Sin embargo, tras esa fachada aparentemente impenetrable, descubrí a un hombre que lucha con sus propios demonios.
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Los frenos
༺Narra: Alejandro༻
Llegué a casa a toda prisa y, al abrir la puerta, fui recibido por Oliver, nuestro fiel mayordomo, que me esperaba en la entrada. Sin embargo, noté de inmediato que mi padre no entró junto a mí.
—¿A dónde vas, papá? —le pregunté, sintiendo curiosidad.
—Es una sorpresa, hijo. No te preocupes, nos veremos más tarde —me respondió con una sonrisa en el rostro antes de darse la vuelta y marcharse.
—Está bien —respondí, observándolo alejarse por el camino.
Luego, Oliver me acompañó hacia mi habitación mientras charlábamos.
—¿Hay alguien más en la casa? —le pregunté, intrigado por la tranquilidad del lugar.
—Nadie, señor. Solo están las empleadas —contestó Oliver con su tono habitual.—El señor Frederick salió de fiesta con sus amigos.
—Perfecto —asentí, sintiéndome un poco más relajado ante la situación.
Al entrar, las empleadas me saludaron de manera cortés. Oliver me condujo hasta mi habitación y aseguró la puerta. Me levanté de la silla de ruedas, realicé algunos estiramientos y troné mi cuello. Posteriormente, me senté en la cama.
—¿Cómo avanza la investigación? —pregunté, mientras Oliver me ofrecía varios documentos.
—Esto me llegó hoy por la tarde —respondió, con una expresión seria en su rostro, mientras me entregaba un sobre negro.
Tomé el sobre con curiosidad y saqué su contenido. Empecé a leer detenidamente los documentos que había dentro.
—Lo que ocurrió hace dos años no fue simplemente un accidente. Los frenos del vehículo fueron manipulados —comentó Oliver, continuando con su explicación mientras yo seguía escudriñando lo que tenía ante mis ojos.
—Los frenos han sido saboteados. Aquí tienes las pruebas —comentó, mientras señalaba las fotografías que había dispuesto sobre la mesa.
—¿Tenemos alguna idea de quién podría ser el responsable? —pregunté, sin apartar la mirada de los documentos que tenía frente a mí, concentrado en los detalles.
—Nuestra sospecha recae en el señor Frederick, pero todavía no tenemos la certeza absoluta. Necesitamos reunir más evidencias —contestó, con un tono de preocupación en su voz.
—Entiendo. Continúa con la investigación —respondí, mientras me quitaba la camisa.
.......ᥬ Flashback ᭄.......
Al contemplar esas imágenes, mi mente se trasladó al día trágico que cambió nuestras vidas para siempre. Recuerdo vívidamente el momento; estábamos en el coche, Oliver y yo, regresando de una reunión crucial que había ocupado gran parte de nuestra jornada. El trayecto se presentaba despejado y tranquilizador, como si todo estuviera en orden.
De repente, la calma se rompió cuando Oliver, con un tono de voz que desbordaba pánico, exclamó:
—¡Señor! ¡Los frenos no funcionan!
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar sus palabras. La incredulidad se apoderó de mí, y solo pude responder:
—¿Qué? ¿Cómo que no funcionan?
El temor se intensificó en mi interior y mi corazón empezó a latir desbocado. La realidad de la situación se hacía cada vez más evidente, pero todavía no podía asimilarlo del todo.
—¡No puedo detener el auto! —gritó Oliver con desesperación, mientras intentaba mantener el control del volante. Sus manos temblaban, y la angustia era palpable en el ambiente.
El automóvil comenzó a acelerar descontroladamente. Traté de mantener la calma, pero era imposible, el pánico se apoderó de mí.
—¡Haz algo, Oliver! —grité, con desesperación en mi voz.
—Estoy intentando, pero no responde —contestó él, su rostro reflejaba una tensión extrema.
Justo en ese momento, otro coche apareció de la nada y se lanzó hacia nosotros con una velocidad aterradora. El impacto fue brutal, un golpe ensordecedor que resonó en mis oídos. El vehículo se volcó varias veces, dando vueltas en el aire antes de finalmente detenerse. Todo a mi alrededor se volvió borroso y una ola de dolor intenso recorrió mi cuerpo, haciéndose sentir en cada parte de mí.
—¡Señor! ...¡Por favor, responda! —gritó Oliver, mientras tiraba con todas sus fuerzas para intentar sacarme del auto.
El fuerte aroma a gasolina impregnaba el ambiente y el crujido inquietante del metal retorcido resonaba a nuestro alrededor. En un instante decisivo, Oliver consiguió liberarme del vehículo justo antes de que se desatara una explosión catastrófica. Si no hubiera sido por su valentía y determinación, es probable que yo hubiera permanecido atrapado en esa silla de ruedas para siempre o, en el peor de los casos, que incluso hubiera perdido la vida en aquella trágica circunstancia.
......ᥬ Fin del flashback ᭄.......
Regresé a la realidad, encontrándome sentado en la cama de mi habitación. Oliver estaba frente a mí, mirándome con una expresión de preocupación en su rostro.
—Gracias, Oliver. No sé qué habría hecho sin ti —le murmuré, utilizando un tono más suave de lo que era habitual en mí.
—Solo hice lo que debía, señor —respondió, con una actitud humilde y sincera.
Inspiré profundamente, intentando recuperar la compostura. —Sigue investigando. Necesitamos conocer la verdad —le dije, volviendo a adoptar un tono serio y frío.
—Lo haré, señor. No descansaré hasta obtener todas las respuestas —afirmó Oliver, con una determinación palpable en su voz.
Me quedé en un profundo silencio, sumido en mis pensamientos, reflexionando sobre todo lo que había ocurrido hasta ese momento y sobre lo que aún estaba por descubrir. La verdad se encontraba ahí afuera, esperando ser desvelada, y estaba decidido a no descansar hasta dar con ella.
Con eso, Oliver se preparó para salir, mientras que yo decidí ir hacia la ducha para darme un buen baño.
Buscaba un momento de claridad mental y relajación. Al ingresar, activé el agua caliente y permití que el vapor invadiera el ambiente. Me despojé de la ropa y me sumergí bajo el chorro de agua, sintiendo cómo el calor aliviaba la tensión acumulada en mis músculos.
Mientras el agua caía sobre mí, no podía dejar de reflexionar sobre Frederick. Era asombroso hasta qué punto estaba dispuesto a llegar en su búsqueda de poder. Manipular los frenos de mi automóvil y poner en peligro tanto mi vida como la de Oliver... todo por su desmedida ambición.
—¿Qué más serías capaz de hacer? —me cuestioné en voz baja, permitiendo que el agua llevara mis pensamientos más oscuros.
Frederick siempre había sido un hombre ambicioso, pero jamás imaginé que alcanzaría tales extremos. Su anhelo de control y poder lo ha llevado a perpetrar actos detestables. Definitivamente, no puedo subestimarlo. Necesito asegurarme de estar un paso adelante.