Sinopsis
Enzo, el hijo menor del Diablo, vive en la Tierra bajo la identidad de Michaelis, una joven aparentemente común, pero con un oscuro secreto. A medida que crece, descubre que su destino está entrelazado con el Inframundo, un reino que clama por su regreso. Sin embargo, su camino no será fácil, ya que el poder que se le ha otorgado exige sacrificios inimaginables. En medio de su lucha interna, se cruza con un joven humano que cambiará su vida para siempre, desatando un romance imposible y no correspondido. Mientras los reinos se desmoronan, Enzo deberá decidir entre el poder absoluto o el amor que nunca será suyo.
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Capítulo 8: Sombras de la Perdición
El amanecer de la mañana siguiente trajo consigo una claridad fría y distante. Michaelis se despertó con un sentimiento de agotamiento profundo, como si la noche hubiera dejado una marca indeleble en su alma. El amuleto que había usado en el ritual aún reposaba en su mesa, emitiendo una tenue luz que parecía pulsar con un ritmo propio.
Mientras se preparaba para el día, Michaelis no podía sacudirse la sensación de que algo estaba cambiando. La calma del ritual parecía haber sido una tregua temporal, pero el Inframundo estaba lejos de rendirse. El hecho de que el portal se hubiera cerrado no significaba que la amenaza se hubiera desvanecido; al contrario, había despertado algo aún más oscuro.
Durante la escuela, Michaelis trató de mantener una fachada de normalidad, pero era evidente que su mente estaba en otro lugar. Las miradas de sus compañeros parecían más intensas y las sombras en los rincones de los pasillos parecían moverse con un propósito siniestro. Adrian notó su inquietud y se acercó a ella durante el receso.
“Michaelis, ¿te encuentras bien?” preguntó con preocupación. “Parece que algo te preocupa.”
Michaelis intentó sonreír, pero la mueca de preocupación era evidente. “Solo… he estado un poco cansada. Las noches no han sido fáciles.”
Adrian asintió, pero la preocupación en sus ojos no desapareció. “Si necesitas algo, por favor, dímelo. Estoy aquí para ayudarte.”
Michaelis agradeció su amabilidad, pero sabía que no podía revelar la verdad. Mientras conversaban, un sentimiento de desesperación la invadió, como si algo la estuviera llamando desde las sombras. Sabía que tenía que mantenerse fuerte, pero el peso de sus secretos era cada vez más pesado.
Después de la escuela, Michaelis decidió investigar el claro del bosque donde había realizado el ritual. Había una extraña sensación de atracción que la llamaba a volver a ese lugar. Aunque el portal había sido cerrado, sentía que había algo más que debía descubrir.
Cuando llegó al claro, el sol estaba comenzando a ponerse, y la luz dorada bañaba el lugar con un resplandor inquietante. Michaelis caminó con cautela, sus pasos resonando en el suelo cubierto de hojas secas. El claro parecía tranquilo, pero la atmósfera estaba cargada de una energía palpable.
De repente, una ráfaga de viento frío atravesó el claro, y una sombra apareció en el borde del bosque. Michaelis se detuvo en seco, su corazón acelerado. La sombra parecía tener una forma humanoide, pero se movía de una manera que no parecía natural. El aire estaba cargado con un eco de susurros distantes.
“¿Quién está ahí?” Michaelis preguntó con voz temblorosa, tratando de mantener la calma.
La sombra se acercó lentamente, y Michaelis vio que tenía unos ojos brillantes que parecían reflejar la luz de la luna. La figura parecía desafiar la lógica, como si estuviera hecha de oscuridad pura.
“Has cerrado el portal, pero el Inframundo no olvida,” dijo la sombra con una voz que resonaba en el aire. “Tu desafío ha comenzado, y el precio por tus acciones será alto.”
Michaelis sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Qué quieres decir con eso?”
“La conexión entre los mundos no se rompe fácilmente,” continuó la sombra. “El ritual solo ha retrasado lo inevitable. La oscuridad siempre encuentra una manera de volver.”
La sombra se desvaneció en el aire, dejando a Michaelis sola en el claro. La sensación de amenaza persistía, y Michaelis sintió un peso en su pecho. Sabía que debía regresar a casa, pero el encuentro la había dejado más inquieta que nunca.
Esa noche, mientras trataba de dormir, Michaelis fue despertada por un sonido extraño. Parecía que alguien estaba caminando por su casa, pero al verificar, no encontró nada fuera de lo común. El sonido continuó, y cada vez parecía más cercano.
Finalmente, la voz que había oído antes se hizo presente nuevamente. “No te librarás de lo que has desatado.”
El sueño se convirtió en una pesadilla. Michaelis se encontró en un paisaje desolado, rodeada por un cielo rojo y un suelo cubierto de cenizas. Las sombras se movían a su alrededor, y los gritos de almas condenadas llenaban el aire. En el centro de todo esto, una figura oscura se alzaba, observándola con ojos que reflejaban la desesperación.
Despertó sudando, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que los sueños eran manifestaciones de la realidad que estaba tratando de ignorar. Las advertencias y las visiones eran señales de que el Inframundo no había sido completamente apaciguado.
Al día siguiente, Michaelis se encontró con Samuel en un café local para discutir lo sucedido. Samuel escuchó atentamente mientras Michaelis le contaba sobre el encuentro con la sombra y las visiones que había tenido.
“Lo que has experimentado es un indicio de que la conexión entre los mundos sigue activa,” dijo Samuel con seriedad. “El Inframundo no es fácil de manejar, y tus acciones han atraído su atención.”
Michaelis se sintió frustrada. “¿Qué puedo hacer para asegurarme de que no vuelva a ocurrir?”
Samuel pensó por un momento. “Podemos intentar realizar un ritual de protección adicional. Esto debería ayudar a reforzar las barreras entre los mundos y ofrecerte un respiro. Pero ten en cuenta que el Inframundo puede seguir buscando una manera de romper esas barreras.”
Michaelis asintió, aceptando la necesidad de actuar. Mientras discutían los detalles del nuevo ritual, Michaelis sintió una mezcla de desesperanza y determinación. La amenaza del Inframundo estaba más presente que nunca, y sabía que su lucha estaba lejos de terminar.
El día terminó con una sensación de inquietud, y Michaelis volvió a casa con la mente agitada. El amuleto en su mesa parecía pulsar con una energía inquietante, y las sombras en su habitación se movían con un propósito siniestro. Michaelis sabía que el verdadero desafío apenas comenzaba y que debía prepararse para enfrentar lo que se avecinaba.
Mientras la noche caía, Michaelis se preparaba para el siguiente paso en su lucha contra el Inframundo. La oscuridad que la rodeaba era un recordatorio constante de que su viaje estaba lejos de terminar, y la batalla entre los mundos continuaba en las sombras.