León es un reconocido diseñador de modas, famoso por su elegancia y su estilo impecable, un hombre dandi que vive rodeado de lujo y sofisticación. Su reputación como un hombre delicado y perfeccionista lo ha llevado a ser considerado gay .
Todo cambia cuando Sophia, una joven asistente recién llegada, entra en su vida , que cautiva a León de una manera que jamás había experimentado. Aunque ella parece un "bombón " su encanto va más allá de lo físico, y su aura de frescura e ingenuidad pone a León al borde de la desesperación.
A medida que trabajan juntos, la tensión entre ambos crece, una mezcla de deseo reprimido y una conexión que desafía las expectativas de ambos.
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Capitulo 2 : La transformación
León observó cómo Sophia se probaba cada prenda que él le había seleccionado. No podía evitar sentir que, a pesar de su belleza indiscutible, había algo en ella que le resultaba… desconcertante. Su inocencia era tan pura, tan casi irreal, que le costaba creer que alguien pudiera ser tan genuinamente dulce y desinteresada. Su rostro, aunque hermoso, parecía estar más allá de la superficialidad del mundo en el que él vivía. No había esa chispa de desconfianza, de astucia que él veía en otras personas. Sophia era como un ángel, pero un ángel que nunca había sido tocado por las sombras del mundo real.
León sonreía disimuladamente al ver como sus asistentes de moda la vestían como una muñequita en la vida real.
Mientras ella se cambiaba, León acariciaba distraídamente a Emperatriz, su gata persa. La gata, de pelaje blanco inmaculado, observaba a todos con una mirada que parecía juzgarlo todo. Sus ojos, grandes y penetrantes, seguían a Sophia con una intensidad que hacía que cualquier persona se sintiera incómoda. Emperatriz no era solo una gata de compañía; era una reina que se consideraba por encima de los humanos. Y, como toda reina, tenía un carácter algo celoso.
—¿Qué opinas, Emperatriz? —preguntó León en tono bajo, acariciando el pelaje suave de su mascota. La gata no respondió, pero sus ojos fijos en Sophia lo decían todo.
El sonido de la puerta del vestidor se abrió, y León levantó la vista, viendo a Sophia salir. El cambio era drástico. El atuendo simple que llevaba antes había sido reemplazado por una blusa de seda en tono coral, con un corte que resaltaba su figura sin ser vulgar. Los pantalones eran de talle alto, de un tejido fluido que le daba un aire elegante, y unos tacones sutiles completaban el conjunto. Su cabello rosa, ahora perfectamente peinado, caía en ondas suaves que enmarcaban su rostro, y sus ojos brillaban con una nueva luz.
León no pudo evitar detenerse por un momento. La joven estaba deslumbrante, mucho más de lo que había anticipado. A pesar de su intento de mantener la distancia profesional, algo dentro de él se removió al verla así. Era como si Sophia hubiera dejado atrás su fragilidad y ahora se presentara ante él como una mujer capaz de conquistar el mundo, o al menos el suyo.
—Así está mucho mejor —dijo León, su voz grave y controlada, mientras se acercaba para ajustar un pequeño detalle en su atuendo. Sin embargo, en su interior, algo se agitaba. Ella realmente estaba preciosa, y eso lo desconcertaba. No era solo la ropa, sino la forma en que se veía ahora, con una confianza recién adquirida que le daba un aire completamente diferente.
Sophia sonrió tímidamente, sintiendo una mezcla de orgullo y nerviosismo. No estaba acostumbrada a sentirse tan… poderosa. Pero algo en la mirada de León, esa mirada tan segura y evaluadora, la hacía sentirse más segura de sí misma.
—Gracias… no sé qué decir —murmuró, mirando sus manos, algo avergonzada por la atención.
León, ignorando el destello de suavidad que había visto en sus ojos, se levantó de la silla y dio un paso hacia ella.
—No tienes que decir nada, solo sigue mi ejemplo. —Le ofreció una sonrisa enigmática, mientras tomaba su tableta y se la entregaba. —Ahora que estás lista, comencemos a trabajar. Tienes mucho que aprender, pero estoy seguro de que lo harás bien.
Sophia aceptó la tableta con una sonrisa, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Ahora, más que nunca, se sentía parte de este mundo que León dominaba. Y aunque no sabía lo que deparaba el futuro, estaba dispuesta a seguirlo, a aprender de él, a ser su asistente.
León, por su parte, no podía evitar sentir que la joven tenía algo que lo atraía más allá de lo que podía controlar. Ella no solo estaba allí para trabajar, algo en ella lo hacía querer protegerla, y eso, en el mundo en el que vivía, era un sentimiento peligroso. Pero por ahora, solo podía concentrarse en lo que tenía que hacer: transformar a Sophia en la mejor asistente que pudiera tener.