Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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8
Mientras tanto, en un lugar distinto, en Bali para ser precisos, Damon observaba fijamente una casa de dos pisos al otro lado de la calle, donde su coche se había detenido. La casa había cambiado mucho desde la última vez que había puesto un pie en ese lugar.
"¿Cómo estás, Ilán? ¿Sigues viviendo ahí con tu padre?" se preguntó Damon en silencio, mientras recordaba el matrimonio que compartió con Ilán. Un matrimonio forzado por el embarazo del omega, y las presiones tanto de Ven como de Aries.
Después de tantos años, Damon finalmente había reunido el valor para volver a la casa de la familia de Ilán, con la esperanza de ver al omega, aunque solo fuera desde lejos. Desde que sus sueños con la niña que los visitaba habían desaparecido, su deseo de reencontrarse con Ilán había crecido inexplicablemente. Sus pensamientos eran un torbellino desordenado, y las feromonas alfas de Damon llenaban el aire, saturadas de melancolía y añoranza.
—Espero que estés bien… y espero que podamos vernos de nuevo, aunque sé que no será fácil —murmuró Damon, sus ojos clavados en la casa de dos pisos, ahora un vestigio del pasado que compartió con Ilán.
—Señor, ¿no cree que sería mejor entrar? —preguntó Zack desde el asiento del conductor, echando un vistazo a su jefe, que permanecía inmóvil después de tanto tiempo.
Damon negó con la cabeza, apartando la mirada de la casa. —Será mejor que vayamos directamente al hotel. No quiero hacer esperar al señor Imanuel.
—Entendido, señor.
Zack encendió el motor y el coche se puso en marcha, alejándose de la casa que había consumido los pensamientos de Damon. Durante el trayecto, el alfa permaneció en silencio, sumido en sus recuerdos. Aunque había pasado tanto tiempo, el aroma a feromonas omega de Ilán todavía parecía envolverse en su mente, dulce pero cargado de amargura, como un recuerdo que no podía desterrar.
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Durante los dos días que Damon estuvo en Bali, volvió varias veces a la casa de la familia de Ilán, aunque siempre se quedó observando desde la distancia. Pero esa noche, antes de regresar a Jakarta, decidió armarse de valor y entrar. No estaba seguro de qué encontraría, pero la necesidad de ver a Ilán, de asegurarse de que estaba bien, lo impulsó a actuar.
Tocó la puerta, y fue recibido por Theo, el padre de Ilán. El hombre lo miró con una mezcla de sorpresa y desdén, cruzando los brazos sobre su pecho. La tensión en el aire se sentía densa, las feromonas de alfa de Theo exudaban autoridad y hostilidad, llenando el ambiente con una presión casi tangible.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Theo fríamente, su voz resonando con una dureza que Damon no había olvidado.
Damon tragó saliva, sintiendo el peso de la mirada severa de su antiguo suegro. La tensión entre ambos era palpable, sus feromonas alfas enfrentándose en un silencioso duelo de poder. Theo siempre había sido una figura dominante en la vida de Ilán, y ahora no parecía ser diferente.
En el fondo, Theo estaba contento de ver a Damon, con la esperanza de que tal vez Ilán estuviera con él. Hacía años que no veía a su hijo, a quien había rechazado tras el escándalo de su embarazo. Las palabras de su nueva esposa lo habían convencido de que deshacerse de Ilán era lo mejor, pero en el fondo, siempre había lamentado su decisión. Aunque su rostro no lo mostrara, el deseo de redimirse con su hijo lo carcomía.
—Señor… Yo solo quería—.
—Si has venido para pedirme que perdone a Ilán y lo acepte de nuevo en esta familia, dile que venga a verme él mismo. Solo así consideraré perdonarlo.
Las palabras de Theo golpearon a Damon como un puñetazo. El corazón del alfa se hundió, porque esas palabras implicaban algo que Damon no había esperado. Ilán no estaba viviendo con su familia, no había vuelto a su hogar tras su separación.
—¿A qué te refieres? —preguntó Damon, frunciendo el ceño, su preocupación aumentando a cada segundo.
—¿Acaso no fui claro? —dijo Theo, su voz cargada de desprecio—. Dile a Ilán que venga aquí y me enfrente él mismo. Solo entonces escucharé su disculpa.
Damon no respondió. Una sensación de angustia comenzó a apoderarse de él. Las palabras de Theo confirmaban lo que temía: no sabía nada de Ilán desde hacía años. No tenía idea de dónde estaba ni con quién vivía. Y ahora, la preocupación se aferraba a él como un veneno lento. Ilán no tenía otros familiares cercanos, y Damon no podía evitar preguntarse cómo habría sobrevivido su ex pareja después de que se separaron.
—Ah, y no te olvides de traer a mi nieta también. Quiero conocerla —agregó Theo de repente, como si fuera algo insignificante.
El silencio cayó entre ambos. Damon apretó los puños, sintiendo cómo el aire se volvía pesado y opresivo. Las feromonas de culpa y desesperación comenzaban a fluir desde él, envolviendo la estancia en una marea densa de emociones reprimidas. No podía decirle la verdad. No podía decirle que su nieta, la hija de Damon e Ilán, ya no estaba viva. Y mucho menos podía mencionar que él e Ilán se habían distanciado desde hacía años. Damon no había buscado a Ilán después de su separación, y ahora esa decisión pesaba sobre él como una carga insoportable.
—Lo haré... —murmuró Damon, sin atreverse a mantener el contacto visual con Theo.
Mientras Theo lo miraba con una mezcla de desaprobación e indiferencia, Damon se dio cuenta de lo mucho quele había fallado a Ilán. Había dejado que el omega desapareciera de su vida sin una segunda oportunidad, y ahora esa decisión lo atormentaba más que nunca.
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