Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 8 : LAZO DEL DESTINO
Luca permanecía en los brazos de Alessandro, su mente un torbellino de emociones. El beso que compartieron no solo había encendido una chispa de deseo; algo mucho más profundo parecía estar surgiendo entre ellos. A medida que el silencio envolvía la habitación, una inquietud nueva se instalaba en el pecho de Luca, una sensación que no podía entender del todo.
Alessandro se apartó ligeramente, estudiando su rostro con ojos que parecían escucharlo todo. Finalmente, habló, su voz suave pero cargada de significado.
—Hay algo que debo decirte, Luca. Algo que no quería admitir tan pronto, pero creo que ya no hay forma de evitarlo.
El tono grave de Alessandro hizo que Luca sintiera un escalofrío recorrer su columna vertebral. Se apartó, mirando a Alessandro con los ojos entrecerrados, esperando que continuara.
—¿Qué es? —preguntó finalmente, su voz llena de incertidumbre.
Alessandro suspiró, como si las palabras le pesaran más de lo que Luca imaginaba.
—No sé si lo sientes ya —comenzó Alessandro—, pero lo que hay entre nosotros no es solo deseo, Luca. Es algo más… algo mucho más fuerte. Algo que no se puede romper.
Luca frunció el ceño, sin entender del todo lo que Alessandro estaba insinuando. Sin embargo, el alfa continuó, acercándose de nuevo y sujetando su mano, como si ese contacto pudiera ayudarle a explicar lo que venía a continuación.
—Estamos destinados, Luca.
El silencio cayó como un manto sobre ambos. La palabra "destinados" resonó en la mente de Luca, aunque tardó en asimilar su significado. Había escuchado sobre los lazos de destino entre omegas y alfas, vínculos poderosos que iban más allá de lo físico y lo emocional, algo que unía sus almas de una manera irrompible. Pero jamás había pensado que él sería parte de algo así.
—¿Cómo… cómo lo sabes? —susurró Luca, su voz temblando. Sentía que el suelo se desmoronaba bajo él.
—Lo supe desde la primera vez que te vi —confesó Alessandro, su mirada intensa clavándose en los ojos de Luca—. Fue como si algo dentro de mí hubiera hecho clic. Como si mi mundo se hubiera alineado de repente. No quise admitirlo al principio, porque sabía que eso cambiaría todo para ambos, y no estaba seguro de que estuvieras listo para ello. Pero ahora... no hay marcha atrás.
Luca retrocedió un paso, el impacto de esas palabras golpeándolo como una ola. Destinados. Aquella simple palabra cargaba con un peso increíble. Sabía lo que eso significaba: la vida de Alessandro no solo estaba entrelazada con la suya, sino que había una fuerza mayor en juego, algo que los empujaba uno hacia el otro, inquebrantable. Un lazo destinado era raro, pero cuando ocurría, era imposible ignorarlo.
—Esto… esto es demasiado —murmuró Luca, incapaz de procesar completamente lo que estaba escuchando.
—Lo sé —dijo Alessandro, acercándose de nuevo, pero esta vez con una cautela que Luca no había visto antes en él—. Sé que es abrumador. Pero por eso te he estado protegiendo tanto, Luca. No solo porque te deseo o porque me preocupo por ti. Es porque estás unido a mí de una manera que nadie más podría estarlo. Eres mío. Y yo soy tuyo.
Luca respiró profundamente, tratando de calmar el frenesí de emociones que lo invadía. Alessandro siempre había sido intenso, pero esto superaba cualquier expectativa que hubiera tenido. Ser el destinado de Alessandro Moretti no solo significaba estar bajo su protección, sino también compartir un lazo inquebrantable con un hombre que, hasta hacía poco, era un desconocido en su vida. Pero lo que más lo asustaba no era la revelación del lazo. Era lo que ese vínculo significaba para él mismo.
Porque, en el fondo, Luca podía sentirlo también.
Había algo en Alessandro, algo primitivo, que lo atraía como un imán. No era solo el deseo físico que había sentido desde el principio, era algo mucho más profundo, una necesidad de estar cerca de él, de sentirse completo solo cuando Alessandro estaba a su lado. Y aunque había intentado negar esa conexión, la verdad era innegable: el destino los había unido.
—¿Y qué se supone que haga con esto? —preguntó Luca, su voz quebrada por la confusión—. No sé cómo manejarlo, Alessandro.
El alfa tomó el rostro de Luca entre sus manos, sus ojos oscuros ardiendo con una pasión que hizo que el corazón de Luca diera un vuelco.
—No tienes que hacer nada —dijo Alessandro suavemente—. Solo tienes que ser tú. Todo lo demás lo resolveremos juntos.
Luca cerró los ojos, dejándose envolver por la calidez de Alessandro. Las palabras del capo eran reconfortantes, pero aún sentía una inquietud profunda en su interior. Sabía que estar destinado a Alessandro no solo traería pasión y protección. También traería peligro, porque ahora que estaban unidos por un lazo que no podía romperse, los enemigos de Alessandro tendrían una razón aún más grande para buscar destruirlo.
El destino había jugado su carta más poderosa, y Luca estaba en medio de un juego que no podía controlar.
—No sé si estoy listo para esto —admitió Luca, abriendo los ojos para mirar a Alessandro, quien lo observaba con una expresión de comprensión y paciencia inusual en él.
—Nadie está realmente listo para algo así —respondió Alessandro—. Pero lo que importa es que no estás solo. Estoy aquí contigo, y juntos enfrentaremos lo que venga. Porque ahora que lo sé, no hay vuelta atrás para ninguno de los dos.
Luca asintió, sabiendo que, aunque las palabras de Alessandro eran tranquilizadoras, el camino que tenían por delante estaría lleno de desafíos. Pero había algo más que lo perturbaba, una pregunta que no podía ignorar.
—¿Qué pasa si no quiero este lazo? —preguntó finalmente, mirando a Alessandro con seriedad.
Alessandro lo observó durante un largo momento antes de responder.
—El destino puede ser implacable, Luca. Pero si no estás listo, lo respetaré. Este lazo no significa que esté aquí para controlarte. Si decides alejarte, lo aceptaré, aunque me destroce por dentro. Pero si te quedas… sabrás lo que significa ser realmente mío.
La oferta estaba sobre la mesa, y Luca sabía que la decisión final recaía en él. El vínculo entre ellos ya existía, pero él tenía la opción de aceptarlo o rechazarlo.
El futuro estaba lleno de incertidumbre, pero una cosa era segura: Luca nunca volvería a ser el mismo.