En el imponente Castillo de Lysandre, Elaria, una joven reina de 20 años, gobierna con determinación desde que la tragedia golpeó su familia. Tras la inesperada muerte de su madre años atrás, Elaria asumió el trono bajo la tutela de su padre, el rey Aldred. Aunque ha demostrado ser una líder firme y justa, su vida ha estado rodeada de aislamiento y deberes, lejos de los ojos curiosos del reino. Todo cambia cuando el rey decide abrir las puertas del castillo para un gran baile, invitando a familias nobles y plebeyas a una noche de celebración. Lo que parece un intento de reconciliarse con su pueblo pronto se convierte en caos, pues un grupo de infiltrados entra al castillo con la intención de robar las joyas de la corona. En medio de la confusión, Elaria se encuentra cara a cara con uno de los ladrones: un joven atractivo y enigmático cuyos ojos parecen revelar más secretos que intenciones maliciosas. Aunque debería detenerlo, algo en ella no lo hace.
NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 19
Al día siguiente, el sonido de unos golpes suaves en la puerta me sacó de mi profundo sueño. Me di la vuelta en la cama, cubriéndome el rostro con la manta, pero no pasó ni un segundo cuando Kael entró sin esperar permiso.
—Vamos, párate —dijo con su tono relajado de siempre—. Ya sé que caminamos mucho ayer, pero como ya no eres una reina, no vas a despertarte a la hora que quieras.
Solté un quejido bajo la manta.
—Aunque las reinas, para lo que sé, se despiertan temprano —añadió con sorna.
Saqué la cabeza apenas lo suficiente para mirarlo de reojo.
—Odioso… No soy igual a todas —murmuré, arrastrando las palabras—. A mí me encanta dormir.
Kael apoyó un hombro contra el marco de la puerta y me observó con esa expresión de diversión que tanto me irritaba.
—Claro, claro. Tú siempre siendo especial.
No dije nada y volví a esconderme bajo las sábanas. Estaba a punto de quedarme dormida otra vez cuando sentí que se acercaba.
La cama se hundió apenas, y cuando abrí los ojos, él estaba ahí, inclinado hacia mí. Sus dedos rozaron mi rostro, despacio, y sentí cómo mi piel se erizó al instante.
Mi corazón comenzó a latir más rápido. ¿Qué estaba haciendo?
—¿Q-qué pasa? —susurré, con la voz algo temblorosa.
Kael mantuvo su mirada fija en la mía por unos segundos. Luego, con total naturalidad, limpió algo de mi rostro y se apartó.
—Tenías una lagaña —dijo, levantando su dedo como prueba—. Por Dios, ya párate, que así toda mugrienta no das la talla de princesa fugitiva.
Me quedé paralizada un segundo, sintiendo cómo la vergüenza me subía hasta las orejas.
—¡Kael! —grité, lanzándole una almohada directo al pecho.
Él se echó a reír, pero antes de que pudiera seguir molestándome, lo empujé con los pies hasta que cayó al suelo de espaldas.
—¡Fuera! —dije, levantándome de golpe y cerrando la puerta de un portazo.
Apoyé mi espalda contra la puerta y respiré hondo, llevando una mano a mi pecho. Mi corazón seguía latiendo rápido, y aunque quería convencerme de que era por la rabia, sabía que no era solo eso.
Mordí mi labio, recordando la forma en que sus dedos habían rozado mi piel. Era tan diferente conmigo. No usaba ese tono distante y formal que muchas veces mostraba con los demás. Conmigo, Kael solo estaba siendo él mismo.
Y ese era el verdadero problema.
Después de un rato, me vestí y bajé las escaleras con desgana. El bar estaba casi vacío. Solo quedaban algunas sillas mal acomodadas, copas a medio terminar sobre la barra y un par de velas apagadas.
Kael estaba sentado al final de la barra, con los pies sobre una mesa y los brazos cruzados detrás de la cabeza. Parecía tan cómodo, como si fuera el dueño del lugar.
—Vaya, por fin despertó la reina durmiente —dijo sin abrir los ojos.
Rodé los ojos y caminé hacia él.
—Te dije que no me llames así.
Se encogió de hombros.
—Tienes que aceptarlo en algún momento. Aunque no lleves corona, sigue en tu sangre.
—Pues que mi sangre lo olvide. —Me senté en una de las sillas frente a él, dejando caer la cabeza sobre mis brazos cruzados en la barra.
—Qué dramática. —Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre sus rodillas—. ¿Sigues molesta por lo de esta mañana?
—No.
Kael me miró de reojo, claramente no creyéndome.
—Te quitaba una lagaña, no te estaba robando la dignidad.
—¡Kael! —le lancé una servilleta que estaba sobre la barra, pero él la atrapó al vuelo, riéndose.
Un silencio tranquilo se instaló entre nosotros. Me permití cerrar los ojos unos segundos, disfrutando la calma.
—Oye… —dijo de pronto, rompiendo el silencio—. ¿Te molesta mucho?
Levanté la cabeza, mirándolo sin entender.
—¿Molestarme qué?
—Que esté aquí. Que viaje contigo.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué preguntas eso?
Kael jugueteó con un anillo que llevaba en el pulgar, girándolo lentamente.
—No sé. A veces parece que te incomoda.
Bajé la mirada hacia mis manos, tamborileando los dedos contra la barra.
—No es eso. Es solo… —hice una pausa, pensando bien mis palabras—. No estoy acostumbrada a que alguien me trate como tú lo haces.
—¿Cómo lo hago?
—De forma normal. Como si no importara quién soy.
Kael apoyó el mentón en su mano, observándome con detenimiento.
—Porque no me importa quién seas.
Sus palabras me hicieron levantar la vista.
—Quiero decir —aclaró rápidamente—, me importa que seas tú, pero no el título. Lo de “reina” es solo para fastidiarte.
No supe qué responder. Solo lo miré, sintiendo cómo el calor subía otra vez a mis mejillas.
—Anda, ¿vas a seguir con esa cara de tomate o vas a pedir algo de comer? —dijo con una sonrisa burlona.
—¡Eres insoportable! —Me crucé de brazos y giré en la silla, dándole la espalda.
—¿Lo soy? —dijo, acercándose lo suficiente para susurrar en mi oído—. Aún no has visto nada.
Me puse de pie de golpe, alejándome unos pasos mientras él soltaba una carcajada.
No entendía cómo Kael lograba ponerme así con tan poco. Y lo peor era que, aunque no lo admitiera, no quería que se alejara.
El aroma de algo cocinándose llegó hasta donde estábamos. Me giré hacia la cocina improvisada que había al fondo del bar, donde el amigo de Kael, un hombre de cabello despeinado y delantal sucio, removía algo en una olla.
—Oye, Kael —dijo el hombre sin levantar la vista—, ¿cómo es que esta señorita terminó aguantándote tanto tiempo?
Kael soltó una risita.
—Es una larga historia.
—Tenemos tiempo. —El hombre sirvió el contenido de la olla en un plato humeante y lo colocó frente a mí—. Toma, niña. Es lo único decente que puedo hacer.
—Gracias. —Le dediqué una sonrisa tímida antes de tomar una cucharada. El sabor me sorprendió, no estaba nada mal.
—¿Y bien? —insistió, apoyándose en la barra y cruzando los brazos—. ¿Cómo se conocieron?
Kael se encogió de hombros.
—Me la encontré escapando de su castillo. Se tropezó con su propio vestido y casi rueda colina abajo.
—¡Eso no es cierto! —lo interrumpí, sintiéndome atacada.
—Claro que lo es. —Kael me miró con una sonrisa burlona—. Por suerte estaba yo para salvarla.
—Estabas robando la corona del castillo —lo acusé, dándole un codazo.
—Detalles.
El amigo de Kael soltó una carcajada.
—Vaya, Kael. ¿Te dedicas a robar princesas ahora?
—Ex-reina, según ella. —Kael me miró de reojo—. Pero sí, creo que ahora me dedico a eso.
—Pobre niña. —El hombre me miró con lástima fingida—. No sé cómo lo soportas.
—Ni yo. —Suspiré, dándole otra cucharada a la comida.
Kael fingió indignación.
—Vamos, no soy tan malo.
—¿No? —levanté una ceja—. Me despiertas temprano, me haces caminar hasta que me duelen los pies, te burlas de mí y…
—¿Y te protejo?
Su tono cambió de golpe, y por un instante supe que no estaba bromeando.
—Bueno… —murmuré, bajando la vista al plato.
El amigo de Kael nos miró a los dos, notando el cambio de ambiente.
—Vaya, parece que no todo es tan simple entre ustedes.
—No lo es —respondió Kael, pero esta vez sin rastro de burla en su voz.
El hombre asintió en silencio y regresó a la cocina.
—Termina de comer—dijo Kael suavemente, inclinándose hacia atrás en su silla.
YO QUIERO QUE SEAN MUY FELICES♥️
......♥️.......♥️.........♥️.........♥️.........
necesito más por favor 🙏🏻
es que sin duda es muy buena escribiendo cada día quedó más empicada 😁😸