Más Allá Del Altar.

Abro los ojos y una extraña sensación de calor se apodera de mi cuerpo. Trato de olvidarme de esta emoción. Miro a mi alrededor, pero no logro identificar dónde me encuentro. Me levanto de la cama y me percato de que aún sigo vestida.

"Gracias, Dios", me digo a mí misma mientras bajo las escaleras. Cuando termino de bajarlas, me encuentro en una sala muy elegante de tonos oscuros, predominando el negro.

Estoy observando el lugar, cuando un hombre sin camisa aparece frente a mí. Todo ese deseo y calor que intentaba controlar se desborda al ver a este espécimen tan imponente frente a mí.

No sé qué estoy haciendo, estoy fuera de si. Me acerco a él y le doy un beso. Ese suave roce de nuestros labios enciende una llama en mi interior. Mi cuerpo me pide más.

Él se aparta, me observa y habla:

—¿Estás segura de esto? Porque, una vez que empiece, no voy a parar.

Su voz me hipnotiza.

—Sí, lo estoy —declaro con firmeza.

Me acerco de nuevo y lo beso. Él me toma por la cintura, me levanta en brazos y me lleva hacia una habitación. Allí, me aparto de él mientras me quito el vestido. Él se acerca, me tumba en la cama y empieza a besarme.

Sus labios descienden lentamente hacia mis pechos, desnudos ahora. Los acaricia, los masajea, y luego los muerde suavemente. Mi cuerpo reacciona con un gemido que parece satisfacerlo.

Comienza a bajar hacia mi zona íntima, y cuando llega, juega tocándome suavemente por encima de las bragas. Mete su mano y empieza a acariciar mi flor, desatando un torbellino de sensaciones y un pequeño gemido sale de mis labios.

—Sí... ah... más rápido.

Mi voz suena suplicante, pero él mantiene su ritmo. Tras unos segundos, introduce dos dedos en mi interior, moviéndolos con maestría mientras masajea mi clítoris. Una oleada de placer recorre todo mi cuerpo.

—Ahhh... ahhh...

De repente, se detiene. Lo observo bajar su pijama. Se acomoda encima de mí y, poco a poco, entra en mi interior. Un leve ardor me recorre, pero pronto es reemplazado por pura satisfacción a medida que se mueve.

Seguimos así durante toda la noche, hasta que el cansancio finalmente me vence.

Al día siguiente

Abro los ojos lentamente. Los recuerdos de la noche anterior regresan a mi mente, haciendo que mis mejillas se sonrojen. Entonces noto unos brazos rodeando mi cintura. Me volteo ligeramente y veo a un hombre hermoso durmiendo a mi lado. Sus rasgos faciales me dejan cautivada.

De repente, recuerdo algo importante: en unas horas sale mi avión. Con cuidado, me libero de sus brazos y busco mis cosas en el suelo. Me visto lo más rápido posible.

Antes de irme, saco un bolígrafo y una hoja de papel para dejarle una nota. También dejo 35 dólares sobre la mesita de noche.

"Gracias por tu ayuda de anoche.

P. D.: Te dejo algo de dinero para compensar los daños causados."

Dejo la nota y salgo de aquella habitación.